“¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente Jesús—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes” (San Lucas 12:15).
Pero había empezado y sigue, la justificación de los medios por los fines, el pragmatismo Maquiavélico, la inquisición, la persecución y descalificación, el relanzamiento de conductores televisivos iletrados y la resurrección de la vida de la farándula con sus chismes. Todo por codicia.
Bribones en puestos estratégicos. Los argentinos habían licenciado un peligroso género que se la pasaba pirateando al Estado, simulando seriedad con inédito cinismo, cercenando derechos, arrinconando a los trabajadores y las Pymes.
Los jóvenes empezaban a estar sin perspectivas. Mas adelante las tensiones sociales encubiertas iban a interpelar al poder y cuestionar sus bases de representación. No había debate, había relato mediático y blindaje presidencial donde los acontecimientos se abordaban con un trasfondo moralizador artificial que establecía mentiras a borbotones para sostener la estrategia.
Casi todo era falsedad y casi todos los embusteros tenían prontuario. Se acabó de un plumazo el fingido amor por los ancianos, los pobres, los minusválidos y la promesa de “pobreza cero”.
Hasta luego a la sensatez, al predominio de la razón, la confianza en la Argentina y un garrotazo fatal a la autoestima de los argentinos.
Regresaba “la lógica del NO a Favaloro”. La TV había comenzado a entretener y divertir en vez de educar. Se naturalizó, el promedio es capaz de pagar por entretenimiento mucho más que por capacitación, entonces “pan y circo”, pero sin pan. El arte y la educación retrocedían aceleradamente, los libros ya no se mezclaban con la vida, volvió el secundario inconcluso. Restituíase la presunción de peligrosidad de los que pensábamos. Se nos aíslala e invisibilizaba, como hoy mismo sucede. Los medios hoy están peor cada día.
Se nos miraba con desconfianza y desprecio, como desde arriba. Penaron los ideales, la educación, los sentimientos, la vida sencilla, el plasma, y las vacaciones cortas de feriados largos. Asesinaron la alegría, mediante un extraordinario despliegue de destreza para la intriga, los golpes de efecto, las mentiras repentinas. Se usaron todas las formulas corrientes de las novelas que a muchos le gusta vivir.
Una parte del pueblo era Susanesca, Legranesca y Tinellisca.
Primaron los pilares de Duran Barba: la mentira, la despolitización y el entretenimiento ridículo y vano al mismo tiempo.
Se aproximaba hacia el final un nuevo default. En 20019 llegaría de la mano de Lacunza-Macri, repercutiría negativamente en la calidad de vida de la ciudadanía y marcaria el comienzo del fin de este poderío impune y desvergonzado.
En materia de actividad económica lo visto en un año y medio era muy malo. Se lanzaban renovadas esperanzas sin sustento, subían las importaciones, las ventas de autos caros crecían, pero se estaba proyectando la mitad del crecimiento pronosticado por Miguel Bein, el hombre de más aciertos de aquellos años.
En noviembre y diciembre (después de las elecciones de octubre 2017) vendría el ajuste tarifario en transporte y gas. Los consultores amigos del poder proyectaban una inflación del orden de 22/25%. Así que en el mejor de los casos habría “rebote técnico”, para volver al mismo PBI que dejo Cristina Fernández de Kirchner. Dos años perdidos.
Melconian lanzaba exabruptos porque según su acertada visión del marco teórico neo clásico, había inconsistencias macroeconómicas. La política fiscal era laxa y la política monetaria contractiva con altas tasas de interés real. Redrado decía que para bajar la inflación la política monetaria no alcanzaba. Se atrasaba el tipo de cambio, e incentivaba a importar, almacenar dólares en el colchón, viajar al exterior y comprar por Internet. Caían las exportaciones a 2/3 del pico y la inversión a la mitad en un año.
Endeudamiento externo del sector público para financiar déficit fiscal. El BCRA compraba los dólares que el sector público conseguía en el exterior y emitía pesos para que fueran a LEBAC. Esta política llevaba a un stock creciente de deuda del BCRA en LEBAC más pases. Estaban ciegos, o no reparaban en los límites.
El BCRA fijaba la tasa de interés con el fin de bajar la tasa de inflación, pero en teoría la cantidad de dinero la determina el mercado. El mercado no deseaba todos los pesos que emitía el BCRA, entonces este se veía obligado a absorber los pesos excedentes emitiendo deuda en LEBAC. Felices los LEBAQUEROS.
“Entonces Jesús les contó esta parábola: El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”. Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios”. (San Lucas 12:16-31 NVI)
La cantidad creciente de deuda en LEBAC y pases era cada vez más peligrosa. Muchos que salieron a tiempo con enormes ganancias en dólares que siguen añorando. “Plata dulce” de las LEBACS, como los que aún se apenan pensando en Martínez de Hoz, “el uno a uno” de Cavallo y los dólares que podían mandar al exterior.
En términos multilaterales el peso estaba 48% más caro que los promedios históricos, por eso la cuenta corriente era cada vez más deficitaria (más importaciones y menos exportaciones). Crecía el déficit fiscal que llevaba a un acrecentamiento de la cuenta capital por mayor endeudamiento del sector público.
En nuestro país, la configuración macroeconómica neoliberal no es sostenible en el tiempo, porque no genera reactivación económica rápida, lleva a un endeudamiento creciente y, solo sobrevive si se puede seguir tomando deuda en el exterior.
Era difícil en todo el mundo encontrar ganancias financieras tan atractivas como en la Argentina y, parecía que todavía había margen para que siguiera la timba, creciendo la deuda que solo en Lebacs más pases del BCRA alcanzaba el 11% del PBI. Ayudaba mucho la “bendita herencia peronista”. La deuda pública de la administración anterior era muy baja.
“Dentro de todo este conjunto de problemas que dejó la administración anterior también nos dejó una bendición” “Un nivel de deuda bajísimo” (conferencia de prensa que encabezó Nicolás Dujovne en junio de 2016).
Lo que no se escuchaba mucho era que la popularidad de Cambiemos estaba en declive.
La lealtad de la ciudadanía no es infinita cuando se funda en dólares baratos para viajar a Miami o Punta del Este. Todo acaba cuando comienza la ruina por el pago de los intereses y la tragedia de la clase media encontrándose nuevamente en la pobreza, por haberse dado el gusto de sentirse rica, un ratito.
Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani