Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXXII)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXXII)

El BCRA apresuraba el ritmo de emisión monetaria por encima del 30% y no era mayor, merced a la antipática venta de u$s 2.400 millones de reservas. Aplicaban ahora impuestos a la renta financiera. Una medida supuestamente populista según su discurso previo. Inconsistente, supuestamente expulsaba capitales, en lugar de atraerlos. El Banco Nación anunciaba fuertes ajustes de tasas de interés. Las tasas de los créditos hipotecarios casi se duplicaban. Es que ahora castigaban a quienes habían tomado el 80% de los créditos otorgados en 2017 en la banca pública, antes de las elecciones y, como era previsible podían tornarse insostenibles.

Nuevas advertencias asomaban, ya no al fracaso del proyecto hegemónico Macrista, sino a que se pudiera repetir la historia de la UCR de Alfonsín ó, del Frepaso y la UCR de Alfonsín y Terragno. La interna dentro de la Alianza neoliberal recrudeció y hubo diversas expresiones en los postreros días. Estaba UCR ya en “modo De la Rúa” dirigida por Cornejo, que solicitó a Cambiemos que el aspirante a vicepresidente en 2019 fuera propio, además de otras acrecencias en las listas. Se comentaba que a instancias de Ricardo Alfonsín se esbozaban críticas cualesquiera se pueda imaginar al gerenciamiento del Estado Macrista.

El artífice y responsable máximo de “Macri presidente”, el resbaladizo Ernesto Sanz, quien declinara cargos, por temores políticos parecidos a los de Aranguren en economía; indicó que ahora la UCR requería más intervención y autoridad en el régimen.

Los dardos envenenados de Carrió, quien hiciera campaña para Alfonsín, De la Rúa y Macri, anticipaba nuevos desmarques y despegues acelerados. Es que tarde o temprano germinarían responsabilidades con las que ella no deseaba ser identificada, asuntos de corrupción y ajuste. Indicó para eso que si “este fuera su gobierno” (N. de la R.: era su gobierno del cual dijo: “la sacarían con los pies para adelante”), hubiera despedido a Aranguren y nunca hubiera aprobado el feroz aumento de tarifas a favor de “friends & family”. También amenazó que extendería su denuncia contra el Dr. Lorenzetti, algo que el gobierno por alguna razón quería evitar, tal vez tuviera que ver con el episodio de escuchas telefónicas del cual existían antecedentes en el ámbito de la Corte Suprema.

Lo cierto es que, dentro de la liga neoliberal, se veía como siempre, una mezquina batalla excesivamente adelantada por una improbable sucesión presidencial.

Tratando de asegurar la facturación de su agencia publicitaria, el empresario Durán Barba le doró la píldora a Marcos Peña. Sabe de buena tinta que la adulación funciona con “los veshinosh”, por eso le llamó “el Kennedy argentino”, poniendo fichas por si resultaba sucesor de Mauricio Macri en la tómbola.

Todo esto era consistente con un presidente que lucía extenuado, por esa razón en lugar de cruzar la Cordillera, enviaba al acto por el Bicentenario de la batalla de Maipú, a su incondicional prosélito. Institucionalmente le correspondería ir a Gabriela Michetti, quien “paso a paso y golpe a golpe”-como coreaba Serrat- iba yaciendo desechada del estrecho módulo cortesano.

En la otra esquina “Mariu” Vidal, se apandillaba con su grupo en otro “retiro espiritual” en Chapadmalal; ella tenía tiempo, lo había sacrificado todo: juventud-matrimonio-hijos-casa-integridad, su gran desafío era ir ganando municipios que cada vez eran peronistas. Fracasó rotundamente en la provincia de Buenos Aires, de la que nunca se iría…había dicho.

En la dinámica de desmoronamiento macroeconómico y social hay una dimensión que debe ser estudiada más a fondo, que es el rol que juega la comunidad corporativa y financiera local e internacional. Los empresarios y los medios han sido los verdaderos artífices y portadores de la mitad de la ideología pre hegemónica que parió el leviatán.

En esa comunidad existía un consenso muy extendido, de vocación hegemónica inamovible sobre las políticas económicas que tenían que reimplantarse en la Argentina para estos tiempos. Por lo tanto, para entender mejor lo que ocurría en este momento, era necesario profundizar el conocimiento de la red de personalidades influyentes que estaban en comando, pero con inocultable conflicto de intereses.

La dominancia corporativa sobre la política tiene mucho que ver con estos individuos. Y como vimos en Brasil, no se trataba de un fenómeno circunscrito a la Argentina. La vuelta a las reformas económicas neoliberales en la región, incubó un periodo de políticos empresarios en Argentina, Chile y Brasil. Sin embargo, a solo dos años de gobierno, el prototipo clave que fue Mauricio Macri, mostraba signos de fatiga acelerada.

Este heredero de SOCMA, sucesor de uno de los más conocidos contratistas del Estado argentino, seguía siendo fundamental para la comunidad corporativa, que se caracteriza por ciertas creencias y convicciones.

Después del fracaso de la tecnocracia en 2001, los empresarios creen que los negocios deben permanecer a través de la política. Opinan que ya es tiempo que el empresario defina y ejecute su propio rol, estableciendo compromisos sustentables en el tiempo, por ahora con los políticos.

Introducen el concepto que el progreso o el bien buscado se consiguen mediante la desaceleración de la despolitización tradicional, y desconfían de los valores, las ideologías y las lógicas de la política partidaria, por eso han devastado lo poco que subsistía de los partidos históricos.

Los negocios, en la mentalidad corporativa, ven al Estado como un implementador de políticas públicas que debe colocarse “por encima” de los intereses sociales, sin ruborizarse. El egoísmo no tiene satisfacción en dar, sino en recibir. El egoísmo pone a los hombres en desacuerdo consigo mismo. Hasta ese punto es una fuente constante de enfermedad. (Hobbes). Seria tan simple: “Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente.” (Evangelio de San Mateo 10:8, NVI)

La ausencia de una base sólida de sustentación política a las decisiones de política económica debilitó aún más a un gobierno ya débil macroeconómicamente, e impidieron evitar el colapso que se aproximaba.

Evitar una goleada, ya no se arreglaba con el arquero suplente-Melconián-, sino con una nueva construcción de la política que no se veía con suficiente claridad. Las dos preguntas del millón eran: - ¿Por qué, en un contexto de extraordinaria vulnerabilidad económica ante un eventual shock exógeno, el presidente Macri no conseguía construir una hegemonía que constituyese una eventual salida? - ¿Existiría un “plan B” que avalaría otras alternativas políticas que garantizaran la restauración neoliberal? -

Esa fe en la política corporativa había desarrollado y caracterizado parte del primer período pre eleccionario 2017, pero una escalada de crisis macroeconómica iba a contribuir a cerrar la tentativa de manera abrupta y con final incierto.

(*) Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

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