El precio del bitcoin en un escenario de fragilidad financiera

 El precio del bitcoin en un escenario de fragilidad financiera

La incertidumbre que se generó la semana pasada en el sistema bancario estadounidense y que se propagó incipientemente esta semana a Europa tuvo su impacto en el precio del bitcoin que subió 30% en sólo tres días pasando de cerca de 20 mil dólares a más de 26 mil dólares, para luego retrotraer nuevamente su valor.

La escalada en el precio dio lugar a diversas teorías. Los maximalistas bitcoiners entendieron que el alza se produjo debido a que la crisis bancaria con el consecuente costo fiscal e inflacionario reafirma definitivamente el carácter decrépito del sistema financiero tradicional, siendo el bitcoin el refugio natural ante la fragilidad intrínseca de los entes centralizados públicos -bancos centrales- y privados -bancos comerciales-.

Desde otro ángulo, quienes analizan los flujos que navegan en los mercados cripto aseguran que al impulso inicial genuino en el precio se sumó un empujón artificial debido a compras obligadas de cobertura que debieron realizar grandes operadores que habían apostado a una inminente baja del precio (denominada en la jerga financiera “posición corta”) cuando la cotización se ubicaba alrededor de los 20.000 dólares

Sin embargo, la explicación de la volatilidad y resiliencia que ha evidenciado el activo estrella del universo cripto a lo largo de estos años puede encontrarse en profundos factores económicos sociales y culturales.

Por un lado, el elevadísimo grado de adopción mundial y su recurrente resurgimiento luego de experimentar diversas dificultades evidencian que el bitcoin ha sido uno de los proyectos globales más exitosos acaecido en las últimas décadas. Surgido de la brillantez de Satoshi Nakamoto (sea quien sea el verdadero autor que firmó con ese nombre el documento embrionario de este activo en el 2008), la combinación de una tecnología segura (blockchain), con un formato económico ortodoxo de emisión limitada (basado conceptualmente en la llamada escuela económica austriaca) combinado con incentivos económicos para su funcionamiento (remuneraciones para que los denominados mineros validaran las operaciones a través de la resolución de complejos acertijos matemáticos) creó un activo que pese a no tener ningún respaldo adicional que su propio diseño fue capturando el interés, la imaginación, la codicia y los ahorros de cientos de millones de personas en todo el planeta.

Inclusive algunos países como El Salvador o (más recientemente a título declarativo la República Centroafricana) han establecido, al bitcoin como moneda de curso legal.

Posiblemente su elevado grado de adopción se sustente también en la frustración de segmentos transversales de la población ante la falta de respuestas de las políticas públicas a las dificultades económicas y sociales que enfrentan gran parte de las sociedades modernas y en el gigantesco avance tecnológico montado sobre internet con el consecuente desarrollo de las redes sociales y la inmediatez en la diseminación de información.

En este contexto, la posibilidad de poseer un activo construido con una lógica diferente a la tradicional fuera del radar estatal, y de poder efectuar rápidamente desde un teléfono móvil o desde una computadora personal transferencias (casi) anónimas, fronterizas y transfronterizas las 24 horas del día los 7 días de la semana constituyó una herramienta que empoderó, sedujo y sigue atrayendo a una parte importante de lo población mundial.

La envergadura de este fenómeno capturó el interés de emprendedores de todo el planeta que fueron construyendo una infraestructura diversa basada en plataformas (exchanges) donde poder comprar o vender estos activos, creándose productos originales (contratos inteligentes, tokenes fungibles y no fungibles, criptomonedas -supuestamente-estables) y soluciones tecnológicas que facilitaron el ingreso masivo de millones de individuos a un ecosistema innovador, vibrante y moderno.

Sin embargo y pese a los factores señalados precedentemente, las características idiosincráticas del bitcoin, los actores y las contradicciones que acompañaron a su crecimiento generaron recurrentes y abruptas caías en su precio y un gran signo de pregunta respecto a su futuro.

En primer lugar, el bitcoin fue concebido en su diseño como una herramienta descentralizada, con una base tecnológica inmutable, construida para que pares operen en forma directa sin intermediarios financieros y, además protectora contra las inflacionarias monedas fiat emitidas por los bancos centrales.

La realidad resultó muy distinta, el crecimiento exponencial de la base inversora del bitcoin se sustentó en la utilización de plataformas centralizadas denominadas exchanges, caracterizadas por su opacidad y una peligrosa tendencia a la concentración a nivel global, a realizar operaciones complejas y riesgosas; donde han ocurrido numerosos fraudes y mayoritariamente los inversores no tienen la custodia ni de sus bitcoins ni de los fondos que entregan para operar.

Por otra parte, el alza en las tasas de interés iniciada por los bancos centrales en 2022 no sólo afectó el precio de los activos financieros tradicionales, sino que esa caída se amplificó aún más en la cotización del bitcoin. Contrariamente a su idea original, y que vuelve a surgir con fuerza con esta nueva crisis bancaria, el bitcoin demostró durante todo el año pasado tener una significativa correlación positiva con los activos financieros de riesgo habituales del sistema financiero tradicional al que venía a desafiar.

Asimismo, en la segura plataforma tecnológica blockchain de bitcoin sólo se terminan efectivizando una parte de las transacciones que se realizan diariamente, ya que debido a su falta de escalabilidad la mayoría de esas operaciones se efectúan fuera de la blockchain original con los consecuentes riesgos que esto genera.

Por último, y sin mencionar los fraudes, el ciclo alcista del bitcoin dio lugar a una fabulosa maquinaria publicitaria que se desarrolló alrededor de este producto logrando despertar el interés (o la fantasía de ganancias fáciles) en millones de desprevenidos inversores minoristas que, sin mayores conocimientos, colocaron sus ahorros a precios superiores a los actuales.

En un mundo donde la tecnología muta constantemente, donde operan grandes jugadores en forma opaca (en el sistema tradicional, pero con mayor intensidad en el cripto), en el que los Estados pierden credibilidad pero afilan regulaciones más estrictas, y crece el desencanto en la población, predecir el precio del bitcoin a mediano plazo es una quimera.

Quienes por un lado lo dieron por muerto ya varias veces desde su nacimiento no se ponen colorados y van postergando año tras año la fecha de defunción, sin entender el poderoso fenómeno social y político que sustenta su adopción.

Quienes aseguran casi religiosamente la inevitabilidad de su apreciación futura sin atenuantes y, por ejemplo, recomendaron a las familias que hipotecaran sus casas para comprar bitcoin cuando su precio estaba a 57.000 dólares parecen desconocer sus debilidades, los complejos actores que pueblan este universo y a los impredecibles factores exógenos que día a día ocurren en el mundo terrenal y afectan a los mercados y a nuestras vidas.

Ex presidente de CNV y Profesor de Criptoactivos y monedas digitales Posgrado Universidad de Buenos Aires

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