Se calmó la inflación en marzo. Los precios minoristas remontaron 0,1%, un 5% en los últimos doce meses. Así, la tasa de fed funds iguala a la inflación interanual, por primera vez desde mayo de 2020. El banco central corre detrás de su meta del 2% pero achica distancias. Los precios mayoristas, por su parte, cayeron 0,5%. Y el último año apenas subieron 2,7%. La desinflación que anunció Jerome Powell, por fin, se perfila nítida. Los picos del ciclo de precios -9% al consumidor y 22,4% al por mayor- datan ambos de junio. Es más: la inflación “importada” se hundió 0,6% en marzo y acusa 8 caídas en los 9 meses desde junio. De hecho, ya rige una deflación “importada” interanual de 4,6%, más allá de la guerra de Ucrania y las maniobras de la Opep plus. Y los precios de exportación recitan la misma dinámica. Recularon 0,3% en marzo y 4,8% en un año.
¿Qué hará la Fed? Calmarse, también, después de la exuberancia inesperada en enero y febrero. Y contenida ya la escaramuza de los bancos regionales. No solo la inflación se modera. La creación de empleo se desaceleró en marzo, los pedidos de subsidios (revisadas las cifras) crecen en las últimas semanas y se sabe que en febrero se redujeron las búsquedas laborales. ¿Recesión en puerta? No. Aunque todas las luces de alerta convencionales -la curva de bonos invertida, los indicadores líderes en caída desde febrero de 2022 y el mercado bear de la Bolsa- están encendidas, y ahora se suma la amenaza del crunch crediticio. Lo explica Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta. La cruzada de subas de tasas del año pasado recién está empezando a “morder” a la economía. “Esta es una buena razón para hacer una pausa”, señaló, pero “después de un aumento más de tasa”. En el próximo mitin, el 2 y 3 de mayo, aconseja izar las tasas otro cuarto de punto, a 5,25%, al tope del mástil. La estrategia es simple: alcanzar la tasa terminal y mantener el botón presionado allí.
¿Asunto terminado? Es una falsa impresión. “La inflación es todavía demasiado alta”, sostiene un halcón, que a diferencia de Bostic, tiene voz y voto en la rotación del comité de mercado abierto. El gobernador Chris Waller se queja porque la Fed no avanzó en la lucha contra la inflación. Insiste con que la tarea no concluyó. Esto último es así. Lo anterior puede discutirse, y es lo que se va discutir. “Las condiciones financieras no se endurecieron significativamente, el mercado laboral sigue robusto y tirante, y la inflación está muy por encima de la meta”, Waller dixit. “La política monetaria tendrá que ser más restrictiva”. ¿Qué pretende? Que la inflación núcleo defina una tendencia decreciente más rotunda. En el primer trimestre promedió 0,4% y se estancó. Es un buen punto. Si tomase la mediana de precios estaría más fastidioso. Pero no es cierto que no haya progresos. Excluyendo los valores extremos (el 16% de las observaciones), la media minorista recortada cayó a 0,2%. Si se toman los servicios de la vivienda y se calcula una proxy de sus precios en tiempo real, no se corrobora tampoco un aumento de 0,4% sino una merma sostenida.
Son dos posiciones que revelan, en el fondo, distinta paciencia. ¿Cuál se impondrá en mayo? Ambas coinciden en subir un cuarto de punto. No habrá conflicto. La discrepancia tallará recién en junio. Basta mirar el mapa de puntos para advertir donde está hoy la mayoría de las opiniones. La idea de desensillar en 5,25% prevalece desde diciembre. No obstante, tomarse un respiro es un round de estudio, no una despedida. Wall Street tiene sus propias ideas. Entiende que la pausa preanuncia un recorte agresivo de tasas. No habrá “sell in May” sino una oportunidad. Los balances prometen una “recesión” de la rentabilidad -al hilvanar dos trimestres consecutivos de caídas- y tampoco le importa. Su expectativa alienta el mantra de comprar y mantener y a eso se atiene. Ya se dijo que la Fed no tiene esa estrategia en mente. Ni siquiera tras el percance de los bancos. Y en ese capítulo –mantener las tasas altas por un buen tiempo- lo que reina en el banco central es la unanimidad.