Periodista: Los balances corporativos certifican que las ganancias entraron ya en su propia recesión. Los números de First Republic revelan que el banco regional más que un herido es un “muerto en vida”. Y las letras del Tesoro encienden el alerta de un posible accidente con el techo de la deuda pública. Son tres temas incisivos, nos aguarda una suba de tasas la semana próxima, y Wall Street apenas pestañea. ¿Qué pasa?
Gordon Gekko: No pasa mucho. Todo eso se sabe hace tiempo y se acepta. Es bueno corroborarlo con la evidencia concreta en mano porque su magnitud bien podía ser peor. Vemos números malos, no catástrofes.
P.: ¿Qué atractivo le ofrecen las acciones a un inversor cuando las ganancias cayeron 3,2% interanual el último trimestre de 2022 y más o menos 6% los tres primeros meses del año? ¿Que lo peor ya pasó?
G.G.: Ni siquiera. Se espera una merma de 5% entre abril y junio. La mejoría vendría en el tercer trimestre. Pero habrá que verlo para creerlo.
P.: El índice Líder de actividad anticipa precisamente para ese mismo momento el comienzo de la recesión de la economía real.
G.G.: De ser así, se complicará. Hoy por hoy, el pronóstico es que las ganancias por acción (del índice S&P500) se van a estabilizar –o crecer, a lo sumo, 1%- a lo largo de todo el año. La recesión real, le recuerdo, la Bolsa la previó antes que nadie. El mercado bull se terminó el 4 de enero de 2022. Wall Street denota templanza, no visita los mínimos desde octubre, pero se ubica 13% por debajo de los máximos. No come vidrio.
P.: La fortaleza es aparente. Si uno mira las cotizaciones, comprueba que fluctúan mucho en un mercado lateral. En rigor, no van a ninguna parte.
G.G.: La fortaleza es mental. La Bolsa es vulnerable. La rentabilidad cae, los precios se mantienen y lo que sube con fuerza es la valuación. La relación precio/ganancias esperadas (a 12 meses vista) pasó de 15 veces (a fines de noviembre) a 18,2. Es una apuesta agresiva, sin dudas.
P.: Ya concluyó el desfile de los balances de los grandes bancos.
G.G.: Sí. No es casual que ya no se hable de una crisis bancaria sino de una turbulencia. No se detectó daño estructural serio.
P.: No en los grandes bancos; pero en los regionales, sí.
G.G.: Tampoco. Lo que sí es cierto es que el modelo de negocios, su viabilidad, está en la picota. Y sus calificaciones crediticias se resintieron y pueden volver a causar un dolor de cabeza más adelante. Sobre todo, si la lucha antiinflacionaria obliga a redoblar la suba de tasas y no permite clausurar pronto la cruzada alcista. El fondeo es un talón de Aquiles.
P.: ¿Qué decir de First Republic? Hoy se derrumba 41%. Usted fue el primero en apuntar que allí había un problema de solvencia y no de mera iliquidez. Y que había que ocuparse. Y es así, pero sigue conectado al respirador artificial (un depósito de u$s30 mil millones hecho por once bancos) y todavía busca infructuosamente una solución potable.
G.G.: Más allá de eliminar el dividendo de sus acciones preferidas, no concretó nada más. Promete reducir cartera a través de la venta de activos por entre u$s80 y u$s100 mil millones. Hay que apurarse, no se puede dejar un zombie en operaciones y cruzar los dedos para que no pase nada. Porque si la venta decepciona, ya vimos el destino de Silicon Valley Bank. Y aun si sale bien puede seguir precisando más capital.
P.: ¿Qué tan grave es este tema?
G.G.: No puede decirse que sea un banco demasiado grande para caer, pero le sobra porte para habilitar un próximo round de turbulencias. Hoy vemos que arrastra al resto de los bancos y les provoca una caída de poco más de 3%. Si esto se dilata sin solución, habrá que cortar por lo sano.
P.: ¿Nos tenemos que preocupar por un default de la deuda del Tesoro? Las letras a un mes no rinden nada. A tres meses se dispararon. ¿Qué hay en el medio? ¿La política será capaz de provocar una crisis de verdad? ¿Se llevará por delante el techo de la deuda pública?
G.G.: La sensibilidad existe. La prueba es el diferencial de tasas: 175 puntos base. Inédito. En 2011, cuando S&P le quitó la calificación AAA a la deuda del Tesoro de EE.UU. no hubo tanto temor. Y en la pelea, la Bolsa se cayó 19%. ¿Qué harán los republicanos? Esa es la incógnita que incomoda. La intransigencia es su sello.
P.: A medida que hablamos, la Bolsa empieza a acusar recibo. Le molesta First Republic, no la suba de tasas que se descuenta el miércoles próximo.
G.G.: Es la idea de la última suba de tasas. Y de una descompresión posterior. ¿Tiene asidero? El tiempo dirá. Pero no lo dirá en el acto. Y el que calla, otorga. Ahí se monta la suba de los múltiplos precio/ganancias.