Existe una imagen instituida que el progreso económico reside en la buena disposición de algunos ciudadanos para realizar sacrificios, porque si no hubiera una remuneración adecuada para los capitales, desaparecería el ahorro, y la acumulación de capital sería imposible. Ese análisis se limita a un intento de justificación moral de la apropiación de ingreso. Ingresan a la explanada de Balcarce 50, los conceptos de “espera” (Marshall) y “sacrificio” (Cassel). Aunque es necesario aclarar que Cassel percibió que era difícil reducir las causas del ahorro a factores puramente subjetivos, tales como “el espíritu de sacrificio”.
Nuevo Acuerdo con el FMI
Las medidas anunciadas durante la primera semana septiembre 2018: adelanto de desembolsos del FMI y “déficit primario cero”, ayudarían a disipar algunas dudas. Pero los anuncios del ministro dejaron pena, las autoridades económicas no parecían tener un claro diagnóstico de los problemas que enfrentaba la economía argentina. Subestimaban-como siempre-el conflicto de la escasez de dólares. Faltarían u$s 3.000 millones de dólares por mes, en el mercado cambiario. Como podrá observarse, el escenario seguía siendo de alta incertidumbre para cualquier observador estándar.
En la coyuntura se profundizaba la recesión y se aceleraba la inflación. Los anuncios del lunes 3 de septiembre 2018, reflejaban que el foco del gobierno estaba en el problema del financiamiento del sector público, minimizando el del faltante de dólares en el mercado de cambios. Las medidas contradictorias como “retenciones” generaron rechazo. ¿No estaban en contra? La medida no lucia consistente con un gobierno de perfil campo, poner retenciones a las exportaciones. Dañada que fuera la industria, constituía la única fuente genuina de dólares. El gobierno estaba muy asustado, después del despilfarro, ahora pensaba que garantizando los pagos de la deuda externa en 2019 aplacaría la pasión por comprar y fugar dólares. Pero nunca es suficiente para detener el proceso de dolarización de carteras con un gobierno desordenado y sin rumbo.
Las medidas fiscales como adelantos de desembolsos y “déficit primario cero”, ayudaban a disipar algunas dudas, pero era insuficiente. La incertidumbre se mantenía alta a la espera del nuevo programa con el FMI. El gobierno retrocedió de su sitio “del lado de la oferta”, malogrando la rebaja de impuestos y contribuciones patronales. El círculo rojo y los mercados esperaban más por el lado de reducción de gastos. No quisieron aplicar restricciones a la compra de dólares o instalar un impuesto al turismo por razones ideológicas y para no hacer “un papelón”. Eran papelones selectivos. Sin embargo, lo que era malo para “el mejor equipo de los últimos 50 años”, hubiera sido muy pertinente para el pais.
En el intento de superar la crisis financiera y cambiaria, encararon una reformulación del programa con el FMI, anunciando que renegociaban el adelanto de los desembolsos del FMI, sin precisar el monto. No habían terminado de firmar, cuando ya estaban incumpliendo y pidiendo nuevas facilidades. No Era obvio que la suma de u$s 17.500 millones disponibles para 2020 y 2021 pudieran ser adelantadas a 2018 y 2019. Lograr este objetivo era quimérico. Pero si no conseguían un cerrojo del programa de financiamiento 2019, no llegaban. Concentrarían mejor, una bomba atómica para 2020 y 2021. Como contrapartida del pedido, el FMI habría exigido mayor ajuste fiscal. Deseaban llevar el déficit primario a cero en 2019, cuando la meta original era un déficit de 1.3% del PBI. Para lograr el objetivo, el gobierno recurrió a la imposición de retenciones generalizadas a las exportaciones. Sintéticamente, estaba previsto una reducción del gasto público para llevar el déficit primario de 2.65% del PBI en 2018 a 1.3% en 2019, para llevarlo de 1:3% a “cero”. Por eso recurrieron a las retenciones a las exportaciones. Además, intentaban conseguir una flexibilización de la meta piso de reservas internacionales netas.
Mantuvieron libertad cambiaria, aunque hubiese sido inteligente recurrir a medidas heterodoxas, como regresar al impuesto al turismo. Pero claro, no podían seguir copiando a Kicillof porque habían dicho que era marxista y asumía mala praxis. El gobierno demoró las correcciones y la realidad acabó asignándole el ajuste tan temido y desaconsejado por Duran Barba.
La “caída del mundo” de enero 2018, generó un golpe mortal a la estrategia de endeudamiento perpetuo. Sin financiamiento externo, el equipo y Macri no tenía ganas, coraje, ni apoyo para realizar un ajuste salvaje, como el que promete su espacio hoy día “Lo mismo, pero más rápido” (Macri a Vargas Llosa). Habían hecho alarde de osadía y eficacia, pero en realidad eran débiles y le tenían mucho miedo a la gente en la calle.
La Argentina según Cambiemos, no podía seguir gastando por encima de lo que generaba. Sin embargo, no había dejado de hacer eso mismo, ni un solo día hasta que “se cayeron del mundo”. Los excesos tenían que disminuir o desaparecer con el mejor equipo de los últimos 50 años, pero no sucedió. Ahora era necesario devaluar, los empresarios le habían pedido salarios en dólares más bajos, y eso solo cierra con menor nivel de actividad. Pero tenían miedo.
Lograr el nivel de tipo de cambio real que necesitaba el esperpento, requería un tipo de cambio nominal alto, pero las variables nominales registrarían altas tasas de variación, porque ni siquiera tenían un programa monetario.
La más fácil, la baja del gasto en subsidios y obra pública estaba prevista. Se agregaba la suba de ingresos por la aplicación de retenciones sobre las exportaciones. El desbarajuste macroeconómico de un equipo promercado haciendo heterodoxia a medias, en la cual no confiaban, fue alimentando la crisis de confianza en la que se sumergió el incorrectamente citado gradualismo.
La recesión comenzaba a pegar duro en los sectores productivos. El Estimador Mensual Actividad Económica, expuso en junio 2018 una caída de (-1.3%) mensual y (-6.7%) interanual. No sólo continuó cayendo el agro (-31%), sino que comenzó a caer fuerte el comercio (-8.4%) y la industria (-7.5%), y la construcción se estancó.
El segundo trimestre 2018 cerró con una caída del PBI (-4.2% interanual), exponiendo una fuerte caída contra el primer trimestre de (-3.9%) que proyectaba (-14.7% anualizado). Esto era definitivamente un drama.
El desplome del segundo trimestre 2018 fue acentuada producto del derrumbe del PBI agrícola. El pais estaba parado en una sola pierna, y le sacaron el bastón. Para el tercer trimestre 2018 se esperaba otra caída del PBI. Las pymes boqueaban. Al detrimento del nivel de actividad se sumaba la aceleración de la inflación de junio que dio 3.7%, julio 3.1% y agosto se habría ubicado en 3.9%. Asimismo, la inflación de los últimos tres meses ya superaba el 50% anualizada; la inflación acumulada en el año era mayor a 24% y en los últimos 12 meses se ubicó en alrededor de 34.5%.
Desafíos mentales (dilemas), familiares (desempleo y salarios) y laborales (empleo y actividad), y otros asuntos son solo algunos de los ejemplos de las tormentas financieras y cambiarias. Cuando se enfrentan estas tormentas, a menudo la ciudadanía experimenta sentimientos de desesperación y miedo. - ¿Lo habían logrado, o salió sin querer? - Se podrá acusar a Macri de muchas cosas, pero no come vidrio. Engañó a los que lo votaron, pero también a quienes les prometió coraje para encarar las reformas promercado.
La respuesta de política económica para lidiar con la crisis financiera, siempre viene a instalar más recesión, más inflación, desempleo, y caída de salario real. Si el FMI no seguía aumentando su apoyo, era difícil que los activos financieros localizaran alojamiento urbano.
La economía real iba de mal en peor, dependía de un gobierno que vacilaba. Un ajuste fiscal más acelerado, más las medidas tendientes a capear la crisis, tasa de interés a 60% y aumento de encajes, profundizaría la recesión, el desempleo y la caída del salario real. Macri no estaba preparado para bancarse la Plaza llena.
Sucedió una caída del PBI en 2018 (-2.6%) y un retroceso entre puntas cuarto trimestre 2018 contra mismo trimestre 2017 de (-6%) con arrastre estadístico negativo para 2019 del orden de (-3%). Una calamidad. También, se proyectaba en 2018 un piso de inflación de 42%, pero en realidad llego a 47%.
Presagiar el resultado 2018 en medio de la tempestad financiera y cambiaria resultaba muy fácil, no así, la reacción popular. Pero los amigos de Macri vendían informes con un escenario 2019 de crecimiento cero del PBI, con una tasa de inflación del orden de 27%. En 2019 el PBI se contrajo (-2,2%) y cayó por segundo año consecutivo, encima del (-2.6) del año 2018. Un acumulado compuesto de casi 5% en dos años.
La causa central del desastre, un plan económico que tendió a aumentar todas las vulnerabilidades macroeconómicas posibles. La expulsión de los mercados voluntarios que cerro el financiamiento del sector público; desequilibró el mercado de cambios con un faltante de dólares del orden de u$s3.000 millones por mes (anualizado pedían 36.000 millones prestados), todo eso sin un programa monetario que posibilitara anclar alguna variable nominal, era extravagante.
Mientras el descarrilamiento en cámara lenta iba en progreso, la respuesta de política económica para intentar detener la crisis no llegaba. Había más recesión y más inflación (estanflación), mientras los indicadores sociales tendían a declinar, presagiando una atmósfera social irrespirable. La imagen instituida que el progreso económico reside en la buena disposición de algunos ciudadanos para realizar sacrificios, no estaba funcionando. Entonces alguien dijo: ¡Carolina arregla esto por favor! - El miedo no es zonzo. “El Gobierno decidió atender todos los frentes y vuelve a convocar a los movimientos sociales para este miércoles” (Infobae, 2 de julio, 2018)
Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros.