El presidente y los jubilados

Si yo fuera el presidente trataría de preocuparme por los jubilados y bajaría a la Plaza Grande a dialogar. Me sentaría en un banco y me preocuparía de esas personas, conversando e intentando aprender de las experiencias de seres humanos inteligentes que han atravesado en su existencia un sinnúmero de situaciones que pueden ser sabias enseñanzas para el gobernante. Pero la realidad es ilógica. Vemos a adultos mayores que sobreviven al pie de alguien que lo tiene todo, un privilegiado. Si fuera más cercano a su pueblo tuviera apoyo indirecto. En otras latitudes aprovechan a los más experimentados, aquí los dejan morir, mientras el gobernante come camarones.

Eduardo Jiménez

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