Griselda Blanco fue encontrada con signos de estrangulamiento, golpes y manchas de sangre en su casa en Curuzú Cuatiá, Corrientes. La periodista de 45 años habría sido amenazada antes de su muerte, según afirmaron sus dos hijos. Además, la familia aseguró que no se suicidó ni creen que haya sido víctima de un femicidio por parte de su expareja.
La expareja de la mujer, Armando Jara, quedó detenido en calidad de sospechoso, pese a que los hijos aseguran que el asesinato podría estar vinculado con sus investigaciones sobre supuestos abusos cometidos en la policía de la provincia.
En las últimas semanas, Blanco investigaba una supuesta mala praxis en la muerte de Débora Serrano en el hospital civil Fernando Irastorza de la localidad correntina. La trabajadora de prensa radial pedía que "los culpables vayan presos, inclusive los directores del hospital".
Por otro lado, había acusado de forma pública el mal desempeño de la policía local. Por eso mismo, y para separar a esa fuerza del desarrollo de la causa por el crimen de la periodista, la fiscal María José Barrero Sahagún, de la Unidad Fiscal de Recepción y Análisis de Casos (Ufrac), solicitó que la muerte sea investigada por la Policía Federal Argentina (PFA).