Ecuador está en la indefensión. Tiene una fuerza policial y un organismo judicial que en medio de los cada vez más frecuentes asesinatos, masacres y atentados dan señales de inefectividad para frenar esta ola de violencia que aterra. O lo que es peor: su accionar pasa casi inadvertido.
Es inaceptable que tras el asesinato de la exdirectora del hospital del IESS Teodoro Maldonado Carbo, dos meses después aún no se haya dado siquiera con el rastro de los responsables, mucho menos su captura; que en el país se atente contra la vida de los alcaldes de Durán y Playas y no exista una diligente investigación que dé resultados en concreto; o que los delincuentes irrumpan en sepelios o sitios de entretenimiento, como ocurrió en el balneario de Montañita, ya no solo para matarse entre ellos, sino cobrando la vida de inocentes, como mujeres embarazadas y niños.
Es necesario hacer un exhorto por la paz, por la seguridad, derechos fundamentales que las autoridades no han sido capaces de garantizar. El asesinato del general Gabela es un caso en el que la presión mediática ha logrado el accionar de las autoridades, pero todas las vidas inocentes que se han perdido son importantes. No podemos seguir normalizando las masacres, debe existir un real compromiso de protección de la Policía y la Fiscalía con la ciudadanía. En definitiva, mayor eficacia.