Estados Unidos y su brazo financiero transnacional, el FMI, se escandalizan con indignación debido al endeudamiento público de muchas naciones, Argentina entre otras. Insisten con la disciplina fiscal, en no gastar más de lo que se puede ni distorsionar los tipos de cambio. Pero éstas parecen exigencias sólo para terceros.
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Estados Unidos superó el límite máximo de emisión de deuda pública en enero y, desde entonces, se han ejecutado medidas extraordinarias que le permiten cumplir con sus obligaciones. Existe un debate en torno a la 14ª Enmienda que fue añadida en 1868 a la Constitución, la cual impone que “la validez de la deuda pública de Estados Unidos, autorizada por ley […] no debe ser cuestionada”.
Un sector enfatiza que el límite de la deuda fijado por el poder legislativo no debe sobrepasarse porque se incumpliría la ley, mientras que otro resalta que no cumplir con las obligaciones del gasto podría ser una violación de la Constitución aún mayor.
Analizando los antecedentes históricos sobre la resolución de este dilema, lo más probable es que se incremente el límite de endeudamiento, para no incumplir la ley. La relación entre la deuda pública y el PBI de Estados Unidos era de 40% en 1980, 60% en 2000, 95% en 2010 y superó el 120% en 2021, según información del Banco Mundial.
En este sentido, son grandes constitucionalistas, aunque quizá el juez Rosatti no lo advierta.
En caso de aumentar el límite de endeudamiento, se presentaría la tentación de razonar que “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Aunque quizá hoy la nación del norte no sea el herrero industrial y poseedor de oro como en el momento de los acuerdos de Bretton Woods a mediados del siglo pasado.
La propuesta británica en Bretton Woods suponía la creación de una instancia internacional de compensación de pagos, la que emitiría una moneda internacional vinculada a los principales dineros nacionales y canjeable por dineros locales a un tipo de cambio fijo. Al menos en una etapa inicial, las naciones con excedentes financiarían a las deficitarias.
El gran acreedor de entonces, Estados Unidos, rechazó la propuesta e impuso el patrón oro-dólar, que rompió de manera unilateral en 1971 ante el intento por parte de Francia y Alemania de ejercer el derecho a entregar dólares y, a cambio, recibir lingotes áureos. En ese momento, las naciones europeas corroboraron que no todo lo que brilla es oro.
Desde entonces, la especialidad de Estados Unidos es la de ser el principal exportador de deuda del mundo, pareciendo arrojar dólares por el mundo desde un helicóptero, diría Friedman, que caen como maná del cielo, pensaría Patinkin.
Ha conservado esta posición a punta de pistola. Y algunas armas más. En 2011, el titular del FMI era el francés Strauss-Kahn. Impulsó el proceso paulatino del uso de los Derechos Especiales de Giro (DEG) como principal moneda de reserva mundial, incorporando otros dineros nacionales de países emergentes, con el objetivo de ir reemplazando la hegemonía del dólar. Así fue, ni chinos ni rusos: franceses. A los pocos días, renunció al cargo debido a una acusación por ataque sexual a una camarera de un hotel en el que se alojaba en tiempos de este debate. Según él, hubo relaciones con consentimiento. A los fines de este artículo, se destaca que, con su salida del organismo, la propuesta en relación a los DEG y el dólar no prosperó.
De acuerdo al Instituto de Finanzas Internacionales, la deuda mundial de naciones y empresas continúa en niveles que superan largamente el 300% del PBI mundial. Por supuesto, la mayoría es en dólares.
A este respecto, los pedidos de devaluación o incremento de tipo de cambio por parte del FMI y poderosos grupos locales no son neutrales: “La carga de la deuda pública externa de muchos países en desarrollo empeoró debido a las fuertes pérdidas de las monedas locales (en 2022) frente al dólar", sentencia el informe.
Javier Milei, quien propone que el dólar sea el dinero de curso legal en Argentina, debería tener en cuenta toda esta información y no tomársela en broma. Un chiste popular indica que en Estados Unidos no hay golpes de Estado porque allí no hay embajada estadounidense. Hoy, podría decirse que Estados Unidos no recibe ciertas exigencias porque no tiene un acuerdo con el FMI.
(*) Economista UBA-UNdAv.