Sexo en el espacio: ¿una próxima realidad?

 Sexo en el espacio: ¿una próxima realidad?

Un equipo de académicos publicó, el año pasado, una propuesta en la que alentaba a las principales organizaciones espaciales a "adoptar una nueva disciplina de estudio", que surgió con el objetivo de construir asentamientos en el espacio más adelante.

Parte de habitar el espacio incluye para estos especialistas la necesidad de trabajar con: la reproducción humana. A partir de ahí nació el proyecto "Sexología espacial: el estudio científico de la intimidad y la sexualidad extraterrestres".

"La ciencia espacial puede llevarnos al espacio exterior. Pero serán las relaciones humanas las que determinen si prosperamos como una civilización espacial", señalaron los autores del estudio. En otras palabras, la prioridad está puesta en como hacer posible tener relaciones en el espacio.

La idea del futuro será la de establecer asentamientos fuera de nuestro planeta para el año 2050. Es por eso que resulta necesario empezar a trazar una hoja de ruta para administrar las relaciones y la reproducción en estos lugares de avanzada. La intimidad sexual resulta vital para la salud física y mental de la mayoría de las personas, por lo que incluso los astronautas en misiones de varios años pueden querer, o incluso necesitar, mantener esa vida sexual mientras están allí.

Decenas de investigadores de todo el planeta, además de otras disciplinas diferentes estuvieron impulsando este estudio durante al menos 30 años. Algunos artistas incluso llegaron a crear llamativos diseños especulativos y prototipos de artilugios, todos estos destinados a ayudar a los astronautas a no descender al vacío, en un esfuerzo por hacer que la gente piense en el tema.

En internet abundan por doquier los artículos, conferencias e incluso los programas especiales de televisión, donde se habla acerca de los detalles de si hacerlo en el espacio podría o no funcionar. E incluso explican cómo, en entornos de baja gravedad, cualquier empujón puede hacer que dos personas salgan volando una de la otra.

También se habla de cómo los efectos de la baja gravedad en los niveles hormonales y el flujo sanguíneo pueden afectar el deseo sexual y dificultar, a largo plazo, la excitación física.

Ante éstas preguntas, la NASA cambió notoriamente su postura durante los últimos años. Un representante de la agencia explicó que ya han estudiado "la ciencia básica de la fisiología reproductiva en varias especies, incluidas moscas de la fruta, gusanos, caracoles, medusas, peces, ranas, pájaros y roedores. También se completaron otros estudios de investigación utilizando esperma de toro y humano".

Sin embargo, según una revisión publicada en 2018, se supo que los datos generados por estos experimentos "son escasos, a menudo contradictorios, y no brindan suficiente información para decir definitivamente si los procesos fisiológicos pueden o no ocurrir con éxito en un entorno espacial". Básicamente, porque los datos recopilados de animales no siempre pueden aplicarse a sujetos humanos.

Las agencias espaciales no quieren hablar de esto. Cada vez que periodistas e investigadores intentan presionar a las agencias espaciales para que hablen sobre el tema, éstos eligen llamarse a silencio. Algunos observadores sostienen que las agencias espaciales solo se involucran en aspectos relacionados con la salud reproductiva, porque no están interesadas en el turismo o los asentamientos, sino solo en la ciencia espacial.

Pero cada cierto tiempo circulan rumores sobre astronautas que rompen las reglas tácitas. En 1992 por ejemplo, hubieron dos astronautas de la NASA que se enamoraron en secreto y se casaron durante el entrenamiento. Se lo contaron a sus superiores cuando ya era demasiado tarde para alterar su misión y debieron ir juntos al espacio, lo que provocó

ientos de artículos sensacionalistas. Por supuesto, negaron si alguna vez contemplaran la idea de tener relaciones allí. Por supuesto, nunca lo sabremos.

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