Diálogos de Wall Street

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Periodista: La Fed subió las tasas slo un cuarto de punto, a 5%. Y mantuvo la tasa terminal en 5,25%. E inyectó, antes de la reunión, toda la liquidez que le pidieron. Le copiaron la recomendación, por lo visto.

Gordon Gekko: La crisis estalló en el período de embargo informativo. La Fed no pudo explayarse. Se podría decir que esta vez los analistas “guiaron” a las autoridades. No fue así, por supuesto. Pero cada uno pudo sacar sus propias conclusiones sin el habitual “guidance” del discurso oficial. Y ver qué diferencias hay con la determinación de Powell & Cía.

P.: En su caso, nada. Hasta se mantuvo el mapa de puntos de diciembre.

G.G.: Ese es un ingrediente muy importante. Una suba de tasas anunciada no es muy agresiva si pensamos que puede ser la penúltima.

P.: La Fed no quiso complicar a los mercados. Por razones obvias. ¿No cree que se mimetizó con la visión del consenso?

G.G.: Para alimentar preocupaciones alcanzaba con la turbulencia bancaria. Y eso también se moderó muy oportunamente. Tenga en cuenta que el banco central tomó la decisión conociendo la totalidad de la información relevante. La creación de empleo de enero y febrero; la inflación de ambos meses; y la marcha de la crisis bancaria, desde su gestación hasta el remanso actual en los dos frentes de tormenta: la banca regional en EE.UU. y la fusión por absorción de Credit Suisse por UBS. En eso, la Fed fue muy afortunada con el calendario. Y la decisión que tomó no es un disfraz para no asustar a la gente. Se justifica por si sola, plenamente. Por la totalidad de la data, como dijo Jay Powell en el Senado.

P.: Powell reconoció que hacer una pausa –y dejar la suba de tasas para una próxima reunión– fue un asunto que se trató en las discusiones. Quizás si la reunión se celebraba la semana pasada no tocar las tasas hubiera sido la opción preferida.

G.G.: Pienso que no –fíjese que el BCE no titubeó y elevó sus tasas medio punto un jueves atrás– pero es probable que la definición no hubiera sido unánime. Y si la reunión hubiera sido dos semanas atrás, entiendo que la tasa terminal proyectada no sería 5,25% sino 5,50%. La lección a extraer es que estamos en estado de flujo. Todo es revisable.

P.: ¿Cree que la decisión supone que la crisis bancaria es asunto resuelto?

G.G.: No. Siempre la cocina, por definición, es peor de lo que se ve desde afuera. Y hay trapos sucios a la vista que no se han podido retirar todavía. Empezando por First Republic y la necesidad de reforzar su posición patrimonial para salir definitivamente de la zozobra de números que no cierran. Que no haya comprador de los dos bancos cerrados, SVB y Signature, es otro eslabón débil. No se pudieron vender en bloque. Y ya hay compañías de private equity hurgando por partes del negocio. Alguna factura de muertos varios le va a quedar a la FDIC, la corporación que maneja el seguro de los depósitos.

P.: Con cargo final al contribuyente.

G.G.: No, a los propios bancos que son los que la fondean. Son temas manejables. La excitación de la corrida se frenó, esa es la clave. Pero una chispa, cualquiera, todavía puede causar un dolor de cabeza.

P.: Janet Yellen, la secretaria del Tesoro, desmintiendo la voluntad de generalizar la cobertura del seguro de los depósitos, por ejemplo.

G.G.: Tal cual.

P.: Los mercados descuentan que la Fed tendrá que bajar las tasas cortas, y mucho, antes que termine el año. Powell lo negó. ¿Qué piensa?

G.G.: Que no está en la agenda oficial. El choque bancario equivale, en principio, a un endurecimiento de las condiciones financieras y si es muy fuerte y frena en seco la pujanza de la economía, la visión de los mercados puede hacerse realidad. Creo que la Fed piensa que no va a ser así. Después de gatillar 475 puntos base de aumento de tasa, la verdad es que la economía no pestañeó. Si la alarma bancaria es apenas una ducha de agua fría, un temblor pasajero, habrá que ejecutar otra suba de tasa en mayo o junio. Mantener el mapa de puntos sugiere que no se sabe, que no se toma partido, que el banco central está dispuesto a resolver la cuestión en tiempo real y no está atado por un trazo a mano alzada que se garabateó en diciembre. El mensaje completo es que estamos cerca del final de la suba, pero falta uno (o dos) peldaños.

P.: Nada que le deba quitar demasiado el sueño a los mercados.

G.G.: La saga no terminó, pero este capítulo cierra con una sensación de alivio. La Fed no está atrapada por el dilema entre la inflación y la crisis bancaria. Puede combatir ambas (mientras la crisis sea solo de liquidez).

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