Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXVI)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte XXVI)

La indiferencia es un pecado que no se nota, ya que la mayoría de las veces, se comete sin sentir nada, pues se ignora. Teníamos un equipo que no mostraba interés o afecto por nadie ni por nada.

Enero 2018, el BCRA redujo la tasa de interés, por primera vez en 13 meses, en 75 basis points (0.75%). Lejos de ponerse en línea con la modificación de las metas de inflación reconvenidas para 2018, el 28 de diciembre, el BCRA descubrió un error de pronóstico con un costo financiero de magnitud para las alicaídas finanzas públicas.

A los jueces que investigaban el delito de vender dólares futuros baratos (analizando la estrategia ex post), nunca se les ocurre que es mucho peor el exceso de pagar tasa de interés más altas que las necesarias para absorber supuestos y peligrosos fondos ociosos. Investiguen 2019 y pregúntense, porque la tasa de las Leliqs cayó 30% con el cambio de gobierno, sin consecuencias.

Analicemos esto: Si cuando se estableció que la tasa de inflación iba a ser más baja y, la tasa de interés que se pagó fue más alta, era posible que se hubieran pagado tasas excesivas. Y se pagaron tasas excesivas.

¿Dónde había quedado el razonamiento monetarista?

El BCRA anunció la baja de la tasa de interés, en lugar de la suba-cuando la meta de inflación era más alta, en lugar de más baja-. Obviamente, sabíamos que había otros propósitos-como impulsar la actividad económica (que no era una prioridad monetarista)-, pero-con el mismo razonamiento-se podía deducir (analizando la estrategia ex post), que durante 13 meses las tasas de interés que se pagaron pudieron haber sido por lo menos-mínimamente 0.75% mas bajas en promedio todo el año-, y nada hubiera cambiado.

Si así fue, calculando un stock de Lebacs y Pases por 1,2 billones, se hubiera generado un ahorro de alrededor de 9 mil millones de pesos, mínimo. Si seguían las rebajas, entonces se descubriría un excesivo extraordinario rendimiento. Si mediamos en dólares, sabiendo que habría exceso de prestamos que harían planchar su cotización, digamos que le aseguraron a un inversor de 25 meses en Lebacs, 45/50% en dólares.

De todos modos, si la meta de inflación para 2018 era 15%, y el dólar por debajo, el spread de la tasa real positiva en pesos era de 13 puntos porcentuales, lo cual seguía siendo excesivo, y se constituía en la razón principal por la cual las inversiones productivas no llegaban.

Para explicarlo en forma sencilla, en el marco teórico del enfoque monetario la tasa de interés y la cantidad de dinero, son instrumentos útiles que posee el BCRA para esterilizar moneda. Se supone que, disminuyendo la cantidad de dinero en circulación, se puede evitar un aumento generalizado en los precios de la Economía (inflación).

Si esto es así, cuando las “metas de inflación se corrigen hacia arriba”, las tasas de interés, deberían subir y no descender -con el objeto de bajar la inflación-. También se puede deducir que, si la meta de inflación fue sinceramente establecida más baja, las tasas de interés que se fijaron en el BCRA deberían haber sido más reducidas que las que se pagaron durante 13 meses. Ya de por sí, el BCRA venia protagonizando el rol de “motor de déficit cuasi fiscal”.

Como profesionales en ciencias económicas recelábamos de un BCRA que supervisaba un sistema financiero que no llegaba a 16% de crédito interno al sector privado como porcentaje del PBI, pretendiera tener el peso en lo macroeconómico que tiene la Reserva Federal de Estados Unidos, que supervisa un sistema de créditos que representa 192% del PBI.

Se necesitaba hacer una reflexión sobre la política de “inflation targeting” (metas de inflación). Según Roberto Frenkel, no se puede simplemente mirar lo que hacen los países que lo practican. Si bien hay un cierto número de países que lo hace, es con variedad de prácticas locales, por lo que resulta difícil generalizar esas experiencias, como lo daba por hecho el BCRA y el equipo económico. Tampoco existía ni existe una definición académica uniforme del “inflation targeting”.

Sin embargo, utilizando distintas fuentes se pueden destacar ciertos elementos: a) El Banco Central anuncia una meta de inflación que se propone alcanzar en un determinado plazo. b) Existe el compromiso del Banco Central que la meta de inflación es el objetivo prioritario de la política monetaria. c) Se requiere amplia difusión de los planes, objetivos y razones de las decisiones del Banco Central con relación a la tasa de interés que maneja la autoridad monetaria. d) Debe haber mecanismos institucionales que permitan al público controlar lo que hace el Banco Central en la instrumentación de la política.

La lógica de esta estrategia es que la meta de inflación sea un ancla nominal en la economía, sobre la cual debe converger la inflación a través de la instrumentación de políticas y decisiones del Banco Central con respecto a la tasa de interés. Supuestamente si la meta y la política del Banco Central son creíbles, la meta de inflación influye sobre las expectativas. Acerca de esto, no haremos referencia, pero en la conferencia del 28 de diciembre de 2017, se expresó claramente que la meta no ayudó a confiar en el BCRA, aunque no hubo un explicito reconocimiento del nivel del súper desvío de 2017, ni renuncias consistentes con la seriedad que pretendía tener el BCRA. En otro país el presidente del BCRA, hubiera renunciado, en forma indeclinable.

Esto último, que es la influencia sobre las expectativas es uno de los principales mecanismos de operación del esquema de “metas”, por eso la credibilidad es un asunto crucial. La credibilidad del BCRA se perdió, y el costo político lo transitó incólume Sturzenegger-quien demostró “que no le entran las balas”-, soportó incólume la humillación pública que le profirieran los otros panelistas evasivos en sus miradas, ante las cámaras de TV.

Cuando una persona se muestra indiferente, comunica su estado de apatía. Les faltaba emoción, motivación, entusiasmo; es decir, no respondían aun a las preguntas con pasión. Eso sucedía cuando uno miraba a esos technopols.

Independientemente de que el “inflation targeting” no demostró ser la política más apropiada, por fin el ex empleado del Banco de Galicia y ex funcionario De la Rúa: Nicolás Dujovne, entendió que la política monetaria no puede subordinar el objetivo de nivel de actividad ni la tasa de crecimiento a la meta de inflación y mucho menos se debe instrumentar la tasa de interés ignorando las reformas estructurales.

Pero lo increíble, es que ni los economistas peronistas imputados por venta de dólares futuro, ni los economistas del Frente Renovador, ni “los expatriados de la dispersión peronista”, nadie estaba interpelando al presidente del BCRA por el despilfarro los miles de millones que costaron las altas tasas pagadas por Pases y Lebacs, que bien podían haber sido 2 puntos porcentuales mas bajos, generando ahorros de 20/24 mil millones de pesos.

“Muchos pastores han destruido mi viña, han pisoteado mi terreno;

han hecho de mi hermosa parcela un desierto desolado. La han dejado en ruinas, seca y desolada ante mis ojos todo el país ha sido arrasado porque a nadie le importa” (Jeremías 12).

Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

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