Actualmente se estima que una de cada cinco consultas ambulatorias de medicina general está relacionada con el agotamiento, es decir, con una debilidad física que pareciera síntoma de enfermedades físicas o psicológicas
Es fácil reconocer los síntomas de la fatiga física: sensación de tener las piernas pesadas, un vigor físico disminuido y un deseo de recostarse o sentarse para recuperar nuestra energía.
De hecho, sucede todos los días, y sin un reposo cotidiano estimulado por la fatiga, no podríamos descansar lo necesario para salir de nuevo al otro día.
Pero cuando el cansancio es mayor y recurrente, se lo puede asociar con enfermedades infecciosas, afecciones crónicas, formas larvadas de depresión, la anemia o hepatitis. Su denominación es astenia.
La astenia a veces es invalidante y nos impide hacer esfuerzos de manera normal y no está en relación al esfuerzo producido ni es proporcional a éste. Un paciente que presenta astenia física, en lugar de fatiga, es más probable que la experimente al principio del día, antes de haber realizado cualquier gasto de energía, inclusive más que al final del día.
Estos pacientes también sienten cansancio después del esfuerzo, pero la sensación está fuera de toda proporción al esfuerzo realizado.
La astenia es un problema muy desmoralizador para la persona afectada: un paciente puede verse enfrentado a la incomprensión de su problema por parte de su familia, amigos, colegas de trabajo y aun hasta de su mismo médico.
La sensación de fatiga, la cual anteriormente era el signo de un día laboral completo y el anticipo de un reposo merecido, se vuelve una sensación de malestar, que impide realizar las tareas cotidianas y se torna un círculo vicioso aparentemente indestructible.
"No siempre el cansancio está relacionado con problemas de salud solo física: puede ser provocado por el estrés, el exceso de trabajo, la hiperactividad, el sobreentrenamiento o los esfuerzos inhabituales", se explicó.
Cuando no es posible dar con una causa específica de la astenia, se habla de "síndrome de fatiga crónica" o "síndrome de astenia crónica (SAC)".
Este síndrome, o conjunto de síntomas, se caracteriza por un cuadro de cansancio de más de medio año de duración que produce una disminución mayor del 50% en la capacidad para realizar las labores habituales. Se trata, fundamentalmente, de un cansancio que no mejora con el reposo.
En este síndrome de astenia crónica pueden aparecer también alergias, dolores abdominales, erupciones cutáneas y trastornos psíquicos, pero estos síntomas son menos frecuentes que los antes mencionados.
Si bien el SAC se presenta fundamentalmente entre los 20 y los 50 años y afecta especialmente a mujeres, hoy lo vemos a cualquier edad y sexo, que muchas veces son diagnosticados de depresión, anemia, o cualquier otra enfermedad que pueda explicar el cuadro.
Existe la tentación frente a la astenia de buscar un “atajo terapéutico”, es decir, una medicación que quizás tenga más que ver con la idea y hasta la especialidad o la costumbre del médico, que con el cuadro específico a cada paciente.
Incluso algunos pacientes, haciendo ellos mismo su diagnóstico, o ante la sugerencia de conocidos, se automedican con ansiolíticos, antidepresivos estimulantes centrales, “preparados magistrales” etcétera.
Los últimos trabajos concluyeron que el síndrome de astenia crónica (SAC) es una enfermedad de "causa desconocida y tratamiento complejo".
Por tanto, se advirtió que "no hay medidas preventivas y lo único que se puede aconsejar como precaución es evitar el estrés. Porque tiene efectos negativos sobre el sistema inmunológico y es origen de muchas enfermedades".
"Las medidas generales, como la buena nutrición y las relativas al estrés, respeto del reposo, de las horas de actividad, etc. son de la mayor utilidad", se añadió.
Finalmente, se acotó: "una buena alimentación y reposo son parte de las recomendaciones más importantes que se pueden brindar".