Pensar. No es sencillo por estas horas. Y mucho menos, pensar un país, sus próximos pasos. Demasiados estímulos. El de pensar, es un oficio que exige concentración, lentitud y honestidad intelectual. Pero hay -y hubo- quienes lo practicaron. En ese ejercicio brilló Mariano Moreno, padre del periodismo. Y hay algo, de su propia historia, que puede ayudar. Porque más interesante que el pensamiento de Moreno, fue la forma, inédita, vertiginosa, en la que cambió su manera de pensar.
Con Moreno se dio a la tarea de pensar el país, un plan, un programa y ajustarse a él. Corría 1809, todos sabemos, cuando hizo pública su Representación de los Hacendados, un texto icónico en términos de lo liberal, casi un exégeta del libre comercio bajo todo aspecto, muy a favor de la corona británica y sus intereses. Sin embargo, algunos meses después, en 1810, Moreno da a conocer un Plan de Operaciones, un verdadero plan con un cúmulo de ideas centrales para el desarrollo de una nación, con un estado que reclamaba para sí el papel de arquitecto y donde los intereses van a quedar vinculados al desarrollo nacional. ¿Qué pasó en el medio?
Es fácil. Pasó la revolución. Y el desafío de poner en marcha aquello que, hasta ese momento, era sólo una idea. Un día como hoy, pero de 1810, un 7 de junio, Mariano Moreno, firmó el primer editorial del primer número de la Gazeta de Buenos Ayres. “¿Por qué se han ocultado a las Provincias sus medidas relativas a consolidar su unión, bajo el nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península?”.
Las preguntas son las de aquella primera nota publicada. Los interrogantes, la interpelación, bien podían ser la llave para pensar lo que venía después, todo un curso de acción para esa América que iba naciendo y que buscaba romper con el absolutismo español.
Para el final, que siempre es el principio de algo, la frase del historiador romano Cornelio Tácito, que también figuraba en aquel número de la Gaceta: “Con la rara felicidad de los tiempos en los que pensar lo que quieras y decir lo que piensas está permitido”.