Dios y la Virgen salvan a la Argentina. Como pasó con Cristina y el intento de magnicidio, pero también en las victorias: ya sea con el primer Papa latinoamericano de la historia o con el mejor futbolista del mundo. Estos líderes "argentos", nuestros, en distintos ámbitos, reconocen en Dios y la Virgen el primer lugar. Es la síntesis de un pueblo con profunda fe y convicción de amor a la Patria.
En este horizonte asoma una novedad: el Padre Pepe, es decir, José María Di Paola, es el candidato de la unidad para desatar los nudos de la soga financiera, entre la desbordada deuda externa y la inflación.
La principal estratega electoral es Cristina Fernández de Kirchner. La vicepresidenta define -para propios y extraños- el candidato de una gran coalición, de espíritu nacional y popular, que clama un nuevo pacto democrático con la mirada estratégica de superar las diferencias. Es un Frente que clama acordar, en muy pocos puntos y muy básicos, un sentido de Nación. En primer lugar, para encarar a los organismos financieros internacionales, segundo en cómo resolver la trampa de un sistema bimonetario y tercero para alejar las armas rellenas de plomo del rostro de la política.
Cristina viene poniendo a Dios, la Virgen y el Rosario en el centro de la política. ¿Cuántos otros dirigentes lo dicen? ¿Quiénes analizan esta superposición en los medios de comunicación? ¿Se olvidaron que su primer acto público tras el magnicidio fue con monjas y curas de las villas?
El amor, los Rosarios, Dios y la Virgen. La escuchamos todos en su última aparición pública en la Plaza de Mayo un jueves de recuerdos patrióticos, ante unas 400.000 almas que soportaban la lluvia otoñal, y donde horas antes -en el Tedeum (Oración a Dios)- por primera vez se permitió que un Presidente de la Nación tome el micrófono dentro de la Catedral porteña. El candidato viene en esa santidad. Y no es otro que el cura más querido y conocido de la Argentina: el Padre Pepe.
EL PUEBLO UNGE
Pepe, de 61 años recién cumplidos (12 de mayo, taurino), nació en la capa media del barrio de Caballito y se formó en el “Dámaso Centeno”, el mismo liceo militar que Charly García y Nitro Mestre. Su proyección espiritual, social y por supuesto política, aunque no partidaria, se dio en la periferia. Su trabajo se ve al borde del Riachuelo, en la Villa 21-24 y Zavaleta, en las antiguas tierras que se usaban para la “quema”. ¿De allí vendrá su fanatismo por Huracán? En los alrededores de las grandes fábricas el pueblo villero lo adoptó, lo ungió y, en su resurrección espiritual, lo convirtió en el principal heredero de Carlos Mugica, aunque no en el único. Mugica fue el cura villero rubio y de ojos celestes con campera de cuero negra que fue emblema de los llamados curas tercermundistas. Murió acribillado en 1974 a la salida de una misa, convirtiéndose en un cura mártir de la generación diezmada.
El legado del padre surgió en la villa y de la mano de Jorge Mario Bergoglio. Justamente fue junto al entonces cardenal primado y arzobispo porteño y durante un lavado de pies de un viernes santo cuando todo cambió: ese día nacieron los Hogares de Cristo, el dispositivo de la Iglesia católica organizado por los curas villeros para recibir la vida como viene, a los últimos de los últimos, adictos al paco y otras drogas.
Para celebrar los 15 años de la llamada Familia Grande de los Hogares de Cristo, unos 200 en todo el país, se inició la campaña “Ni un pibe menos por la droga”. Hubo dos grandes eventos el año pasado de la iglesia, uno en Luján, a los pies de la Virgen gaucha, y otro luego en el estadio Luna Park, que dieron inicio a una peregrinación por toda la Patria. Todo lo encabezó Pepe. Fue transformador. Porque en las provincias hubo desbordes de la gente que quería escucharlo, verlo, estar cerca de él.
Ese peregrinar federal, con recepción de varios gobernadores, lo coronó al cierre ante los pies de la Virgen patrona de la Argentina. Fue en el caluroso sábado 11 de marzo, en el Cabildo de Luján donde convocó Pepe a toda la clase dirigencial. Desde el Presidente de la Nación, referentes de Juntos por el Cambio, intendentes, el núcleo de secretarios generales de la CGT hasta dirigentes de los movimientos populares, todos unidos en la firma de “Ni un pibe menos por la droga”. El día anterior Pepe había visitado en su despacho en el Senado a Cristina. A solas. Allí la vicepresidenta le puso su firma a la campaña anti-droga en defensa de los excluidos.
AhÍ empezó el sueño, por lo bajo, del candidato de la unidad, el apóstol más coherente de los postulados del líder argentino en el mundo, representante en la tierra de la organización humana más antigua y numerosa de occidente.
Pepe aglutina el liderazgo de una comunidad organizada. No es todo estatismo, ni nada con el Estado. Es la unidad del Estado trabajando y construyéndose como tal junto al pueblo que se organiza en cada territorio, con los mandatario provinciales, los jefes comunales, hermanándose con las instituciones territoriales: colegio, capillas y clubes, como una sociedad de fomento, un centro cultural, un comedor o merendero. En definitiva, las organizaciones libres del pueblo unidos a un gobierno nacional que enamora por su conducta de vida. Pepe es el evangelio en carne y hueso. Es auténtico. No una campaña marketinera.
Ponerse la Patria al hombro, Pepe lo viene haciendo sin ser de la política electoral, pero hace política. Todos los días hace 30 años construyendo desde las villas, desde las periferias, donde se sienta en la misma mesa con Angelo Calcaterra, el primo de Mauricio Macri, para recibir donaciones, como celebrar una misa por los desaparecidos y en el altar hacer hablar al secretario de derechos humanos de la CGT, Julio Piumato, o al secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Esteban “Gringo” Castro. Este es el tiempo de un padre que conduce la familia, la figura paternal del cuidado con ternura, preocupado por el otro, al punto de vivir con los más pobres.
Cristina fue muy explicita en el reportaje televisivo de Pablo Duggan por C5N, cuando repetía por lo bajo, ante el clamor de la gente que la quiere candidata, “es una letanía”. Veamos que significa: “Oración dialogada compuesta por una serie de súplicas o invocaciones breves a Dios o a los santos que una persona recita o canta y que las demás personas que participan en la oración repiten o contestan”.
Cristina habló con gestos en esa entrevista televisiva. No eran solo las palabras. Hubo un momento en que el director del programa "Duro de Domar” enfocó en un primerísimo primer plano a la esencia. Las manos de una mujer, de una líder, madre y abuela, que no acariciaba el Rosario, sino que tiraba de el, parecía que imploraba un nuevo milagro a Dios. No para salvarse ella, sino a la Patria.
Pepe es el cordero que vence al león. El David que enfrenta a Goliat. El elegido de Dios que no tiene que ver con lo esperado por el poder del mundo. Una figura humilde que vence al gigante, en las apariencias.
En las altas cumbres de la política saben que un candidato de la misma pecera no enamora. Que debe tener la espalda ancha para pararse ante el mundo de las finanzas internacionales. La credibilidad de Pepe es inobjetable para todos los sectores políticos nacionales. A él se le suma el apoyo del Papa Francisco, que lo reconoce como “ejemplo de cura, que consulta al pueblo”.
La falta de credibilidad de la política de estos tiempos, que lleva a una elección de tres tercios, queda desarmada con Pepe.
Él aglutina en un sentido patriótico, un admirado en su tarea social entre los pobres de la mano de la fe que lo ha llevado a ser querido por todos los sectores. Es el único que ya logró, no es promesa, una verdadera unidad nacional. En la peregrinación de los Hogares de Cristo logró el respaldo de la jerarquía del clero y en la élite política. En el peronismo no tiene grietas. Todas las tendencias del campo nacional y popular, gremiales, sociales, intendentes, gobernadores, irían con el Padre Pepe. Suma algo clave, el conocimiento de los votantes y que el porcentaje de negatividad es tan bajo que lo convierte en un líder humanista, Pepe supera el catolicismo, es querido por todas las personas con espiritualidad o sin fe.
Pepe es el candidato que enamora. Estuvo en campaña sin hacer política electoral.
Cristina misma tras el magnicidio frustrado se juntó con los curas y monjas que viven en las villas. El único cura villero que no estuvo ese día fue Pepe. Tuvo su momento en privado y allí la foto que esta portada de este artículo de opinión.
El pueblo peronista espera un líder que no saldrá de las históricas organizaciones sindicales y la juventud maravillosa, sino del origen de la doctrina justicialista, el evangelio. Perón a su biógrafo, Enrique Pavón Pereyra, le dijo ahí tenes la fuente de donde bebí: el evangelio.
Pepe tiene otra a su favor. ¿La Corte y los medios masivos van ir sobre Pepe? ¿Tienen margen para proscribir o enjuiciar a un probado hombre de Dios?
Se suma otro factor determinante. La iglesia parece indicarle el camino. Pepe quedó sin parroquia. Después de una década en la Iglesia San Juan Bosco para las villas en José León Suárez, partido de San Martín, ya no es párroco allí. En principio está libre para seguir construyendo la Familia Grande de los Hogares de Cristo, no sólo en Argentina, con una mirada para la región y en el corto plazo ante el regreso de Francisco a Sudamérica, y lo más esperado, su país.
La elección está ante un complejo escenario social. El rol de los religiosos con prestigio popular que llegan a postularse en una elección o un proceso revolucionario patriótico no es nuevo para la Argentina, ni para Jorge Mario Bergoglio. Los antecedentes están en la conformación misma del Estado Argentino, basta ver con la revolución de mayo, la Asamblea de 1813, la creación de la Constitución en 1853, y más cerca del tiempo la Constituyente de 1994, con la presencia del obispo Jaime De Nevares; el Padre Luis Farinello con el Polo Social a los inicios del siglo XXI; el candidato a gobernador, en Misiones, el jesuita Joaquín Piña; o en la actualidad las variadas intendencias, en distintas provincias, conducidas comunalmente por sacerdotes.
Ni Pepe confirma su candidatura, ni la trabaja. Habrá que ver si tiene un nuevo encuentro con la líder de Rosario al cuello y el hombre de blanco.
La misa por la muerte de Carlos Mugica, el pasado jueves 11 de mayo, tuvo una mística popular movilizadora. En la parroquia San Francisco Solano aún resuena al canto al unísono de “yo vengo a ofrecer mi corazón”.
Así está el candidato que enamora, el menos esperado, el tapado. Viene a ofrecer su corazón, como clama Fito Páez desde el regreso de la democracia.