Bereziuk afirmó que Antonini llamó al día siguiente

 Bereziuk afirmó que Antonini llamó al día siguiente

Rodeada de un halo de misterio -por la modalidad de su declaración, sin video en vivo, sin fotos y solo con audio- la exsecretaria privada de Claudio Uberti, Victoria Bereziuk fue testigo en el juicio oral que se sigue por el ingreso de casi u$s800 mil sin declarar en un vuelo que arribó el 4 de agosto de 2007, en el que ella también viajaba junto a su jefe y el venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson. Luego de haber sido imputada y luego desvinculada, la exmano derecha del titular del OCCOVI relató los pormenores del viaje pero buscó tomar distancia de todas las cuestiones polémicas que rodearon el arribo y el decomiso del dinero, el que solo dijo haber visto de lejos mientras coordinaba la partida de los funcionarios de Aeroparque, aquella madrugada.

Lo que sí reconoció es que ese mismo sábado, horas después del operativo, hizo un “puente” para que Antonini y Uberti hablaran por teléfono, ante los mensajes insistentes que el venezolano le había dejado durante la mañana.

Con la misma lejanía, negó de plano que se hubiese concretado una reunión dos meses antes en las oficinas del OCCOVI entre Antonini y su entonces jefe, tal como hacen sospechar un registro en una agenda digital del exfuncionario y una inscripción manuscrita en el puesto de entrada de acreditaciones. También reconoció que lo volvió a ver en el acto llevado a cabo en el Salón Blanco en ocasión de la visita de Hugo Chávez (dos días después del arribo) pero desconoció cómo ingresó a la Casa Rosada y por supuesto que ella le hubiese facilitado el ingreso. Bereziuk -un personaje central en toda la trama por haber sido la persona de confianza de Uberti y quien lo acompañaba en los viajes a Venezuela- recordó que había visto a Antonini solo una vez antes de que ingresara al avión: en Buenos Aires, en el hotel Sofitel, cuando pasó a buscar a Diego Uzcátegui, presidente de PDVSA y contacto frecuente de Uberti. También, que reemplazó a su jefe en una cena en el restaurant la Rosa Negra, ocurrido al finalizar el acto oficial en Rosada.

Un capítulo que despierta interrogantes fue un misterioso correo electrónico que recibió a su casilla oficial el 12 de diciembre de 2007, cuatro meses después del incidente. El presunto remitente era Daniel Uzcátegui -hijo del jerarca de PDVSA y acompañante permanente de Antonini. “Te lo dije había que ayudar, lo dejaron solo y mirá lo que pasó. Ustedes son los culpables”, decía el reproche con formato de advertencia. Para ese entonces, Antonini había salido del país para nunca más regresar y el escándalo había derivado en una investigación penal que al día de hoy lo considera “rebelde”. La defensa de Julio De Vido apuntó a un dato cierto: nadie hasta ahora acreditó que ese correo fuese de Uzcátegui junior, y además, Bereziuk tuvo la prudencia de no contestarlo, dijo, porque creía que no estaba dirigido a ella.

El otro aspecto relevante para la audiencia fue la declaración del juez administrativo de la Aduana Marcelo Mignone que avaló por completo el accionar de ese organismo respecto a considerar el caso como una infracción de equipaje. Es más, reveló que si cuando se cayó el tramo de la causa que juzgaba lavado de dinero sobre Uberti, podría haber operado la prescripción del remanente aduanero por lo que volvió a activar el sumario que derivó en la condena a Antonini y el decomiso final del dinero. Sin eso, aseguró el especialista que fue taxativo respecto a lo ajustado al procedimiento de la decisión, el venezolano podría haber pasado a buscar sus dólares sin ninguna penalidad. “Si hubiese visto que era irregular, lo tendría que haber cambiado”, sostuvo Mignone para satisfacción de las defensas de los integrantes de la Aduana, que están siendo juzgados básicamente por una maniobra de contrabando, algo que de acuerdo a los procedimientos y por mucho que fuera el dinero involucrado, no estaba en el panorama porque no se daba el supuesto de un ocultamiento o ardid, algo necesario para acreditarlo. Con seguridad sobre su propia actuación y la del resto del organismo fue un testimonio que avaló esa tesis, lo mismo que el de Marcelo Lista que estaba a cargo del área de sumarios administrativos de la Aduana. Ellos eran el nexo con la justicia. Aseguró, ante preguntas directas, que la comunicación que se mantuvo con el juzgado que recomendó seguir el caso como una infracción aduanera el mismo lunes siguiente al hallazgo, debpia ser considerado como una repsuesta “institucional” de la Justicia a la que debían atenerse. Es decir, que no debería ser considerado una omisión de denunciar, cargo que le achacan a la conducción de la DGA.

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