Está comprobado que las emociones juegan un papel protagonista frente al comportamiento humano en materia de ciberseguridad. La tecnología, y sus herramientas, son un elemento más en la cadena de defensa y protección y, por ello, los usuarios debemos trabajar en articular métodos, regulaciones y capacitaciones frente al flagelo del ciberdelito.
¿Cuál es la parte más difícil? El factor humano, el eslabón más débil de la cadena. Nuestra conciencia, nuestra percepción del riesgo, nuestra capacidad de resiliencia y el cambio de conductas mecánicas y repetitivas para las que nos tiene entrenados el medio digital.
Todo el mundo tiene algún tipo de relación con la ciberseguridad. Mejorar eso es la clave para que las personas se interesen y se involucren en el avance de sus conocimientos y habilidades de seguridad. Para hacer esto a escala, necesitamos encontrar un terreno común que inicie la conversación.
En el contexto de la postpandemia, con la irrupción del teletrabajo y el auge de las nuevas tecnologías, está dado el escenario propicio para la GAMIFICATION.
Hoy es considerada como la “nueva estrella de la concientización”, como técnica de aprendizaje que traslada la mecánica de los juegos al ámbito educativo-profesional con el fin de absorber mejor algunos conocimientos, trabajar alguna habilidad o bien, recompensar acciones concretas. Son muchos los objetivos que pueden abordarse a través de los videojuegos, incluyendo el manejo de las emociones.
La gamificación es una estrategia que ya está probada en el ámbito del aprendizaje organizacional, y es una práctica que se utiliza para atraer y motivar a las personas a aprender. Hoy es el momento de los videojuegos y, en ese sentido, este tipo de aprendizaje gana terreno en las metodologías de formación debido a su carácter lúdico, que facilita la interiorización de conocimientos de una forma más divertida, generando una experiencia positiva en el usuario.
Con la aceleración de la transformación digital, sumado al auge del “gaming” a nivel global, los videojuegos se presentan como la opción ideal para aprovechar. Los ratios de finalización de aquellos con fines educativos son del 97%, mientras que el índice de aplicabilidad ronda el 95%.
Numerosos estudios científicos han demostrado que la utilización de videojuegos favorece el aprendizaje experiencial (learning by doing), aumenta los niveles de motivación de los estudiantes y reduce los costos de la formación.
Muchos hemos jugado y conocemos personas adictas a Candy Crush o Call of Duty. Nuestras mentes anhelan logros y recompensas tan intensamente que cuando tenemos éxito en un juego, los receptores en nuestro cerebro se activan y envían señales positivas. Es por eso que querremos jugar más al día siguiente. La industria de los juegos móviles ha logrado que las personas se enganchen a los videojuegos. Por ello, el aprendizaje gamificado, puede maximizar la participación y la retención de los usuarios.
Esta herramienta disruptiva también se puede considerar una estrategia para hacer que la capacitación sea más exigente mediante el uso de elementos en el diseño. La “fijación” mejorada ayuda con el aprendizaje ya que las personas siguen volviendo para aprender más sin dificultad, lo que, en la experiencia de campo, es clave a la hora de mejorar los indicadores respecto de nuestra percepción del riesgo y la exposición ante las amenazas y el cibercrimen.
Todos los indicadores y estadísticas en cibercrimen sugieren que esta industria crecerá cada vez más. Considerando un volumen aproximado de 8.5MM de usuarios y dispositivos en línea al mismo tiempo, se hace imprescindible informar, prevenir y concientizar de manera que las personas puedan capitalizar los beneficios del entorno digital y prevenir los fraudes en el eslabón más débil de la cadena: las personas.