El sueño americano a base de los piojos

Cuando en 2013 Eliana Edith Ortega decidió dejar Quito y su vida como una exitosa ejecutiva por cumplir sus sueños de vivir y ser su propia jefa en Nueva York (Estados Unidos), sus amigas, llenas de miedo por su osadía, lamentaron que tomara un camino incierto, con dinero limitado, deudas, una hija de 8 años y un nulo inglés.

Sin embargo, el deseo y el arduo trabajo por cumplir con las expectativas personales siempre dan buenos resultados. Así lo ve ahora Eliana, quien 10 años después de pisar la Gran Manzana, se ha convertido en una exitosa emprendedora, tiene su propia academia en línea, una marca de champú, un libro escrito que se vende por Amazon, la ciudadanía estadounidense y un inglés fluido. 

“Desde niña, mi gran sueño era vivir en New York. Nada me iba a detener”, comenta entre sonrisas a EXPRESO desde Puerto Rico, donde disfruta de unos días de vacaciones junto a su hija de ahora 17 años.

¿Cómo le llegó el éxito? Gracias a los piojos, a su entusiasmo por aprender de la pediculosis humana y de explotar ese nicho de trabajo.

Su historia se remonta a su vida en Quito. Eliana cuenta que, a sus 26 años, como madre soltera, tenía una vida envidiable. Era una alta ejecutiva comercial de seguros de uno de los bancos más importantes del país. Si bien no tenía un título de tercer nivel, se había instruido con múltiples cursos y seminarios que más su inteligencia y perseverancia, la llevaron a tener una buena posición dentro de la empresa.

Su estilo de vida se notaba incluso en su semblante, comenta, pues no le podía faltar el maquillaje, los tacones, un buen traje, el buen peinado y las uñas perfectas. Además, vivía en una zona acomodada del centro de la ciudad, de donde salía cada mañana en su auto rumbo al trabajo que le pagaba muy bien.

“Para muchos tenía la vida perfecta, con un salario bastante atractivo, siempre en reuniones y con decenas de compromisos sociales. Era un trabajo muy divertido”, comenta Eliana, ahora de 36 años. Sin embargo, confiesa que si bien le gustaba lo que hacía, su aspiración de vida estaba a 4.574 kilómetros de distancia, en la Gran Manzana.

Es así que, en 2013, luego de insistir cuatro veces por la visa de turista, logró que Estados Unidos le abriera las puertas a ella y a su hija de 8 años y se lanzó a la deriva en ese país, en busca de empleo.

Con su firme convicción de que más adelante estaría mejor, Eliana invirtió parte de sus ahorros en clases de inglés y mientras esperaba que la gran oportunidad apareciese, decidió valientemente recorrer el difícil camino asignado sistemáticamente a los migrantes: vivió en un sótano, lavó platos, limpió pisos, fue mesera, cajera, entregó pizzas a domicilio, tuvo que tener hasta tres trabajos al mismo tiempo y alejarse de su hija por una temporada.

Sus tacones y su elegancia ya no eran importantes. “Para todos los migrantes cuando recién llegamos es muy difícil. Nos toca hacer trabajos duros, explotados y mal remunerados. Llegué a un punto en el que no tenía ni para comer. Al inicio, la barrera más grande que tuve para hallar una oportunidad, no fue el no tener los papeles en total orden, fue el no saber inglés”, recuerda.

Hasta que un día, de tanta insistencia, se le dio la oportunidad de entrar a una empresa que se dedicaba a brindar servicio a domicilio de tratamiento contra la infestación de piojos. Ahí se dio cuenta de que ese oficio era un nicho por explorar.

Estuvo no más de dos meses en dicha empresa y con lo aprendido, decidió buscar clientes por cuenta propia. Para ello, se endeudó más para invertir en capacitaciones de pediculosis humana y emprendimiento. Cuando se sintió lista, visitó varias escuelas hasta que fue solicitada y así, poco a poco, de boca en boca, ella con su nuevo oficio fue tomando popularidad.

“Es un servicio VIP en el que voy a domicilio, sin uniforme y sin mencionar nada de piojos porque es algo muy confidencial, que los guardias de seguridad piensan que voy a maquillar porque llego con mi maleta donde tengo todas mis herramientas y productos”, cuenta.

Con el negocio de la pediculosis humana a niños y adultos, Eliana consiguió tener un salario digno y darle una vida con gustos a su hija. Pero ella misma quiso ir más lejos.

Después de notar que sacar piojos era un verdadero negocio y que cada vez más personas se interesaban por aprender de él, decidió abrir Larger Than Lice Academy, su academia en línea donde enseña a 120 aspirantes a emprendedores todo el negocio de la pediculosis desde cero. “Mi idea es enseñarle a más gente cómo pasar de ser un empleado a emprender en el negocio de los piojos”, resalta.

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