Existen millones de lugares para visitar en todo el mundo y cada uno de ellos tiene una historia para contar. Estos destinos son imperdible y por eso te acercamos siete lugares históricos de Latinoamérica para tener en cuenta para el próximo viaje.
Chichén-Itzá, la sagrada ciudad que floreció como uno de los centros más destacados de la civilización maya en la península del Yucatán, fue testigo de la influencia de diversos pueblos a lo largo de casi mil años de historia.
Tanto los mayas como los toltecas dejaron su huella en esta ciudad, plasmando su visión del mundo y el universo en monumentos de piedra y obras de arte. La combinación de las técnicas de construcción mayas con elementos innovadores provenientes del centro de México convierten a Chichén-Itzá en un referente ineludible de la civilización maya-tolteca en Yucatán. Entre los imponentes edificios que resistieron el paso del tiempo se encuentran el Templo de los Guerreros, el majestuoso Castillo y el observatorio circular conocido como El Caracol.
El Delta del Diquís, ubicado en el pacífico Sur de Costa Rica, en la baja Centroamérica, alberga una de las manifestaciones escultóricas y culturales, más sorprendentes y singulares de toda la América prehispánica. Se trata de las monumentales esferas de piedra descubiertas en la espesa jungla tropical costarricense, donde en otras épocas se desarrollara una particular cultura amerindia que dominó todo el delta y un amplio territorio en torno a él.
El parque Arqueológico de San Agustín está ubicado al sur del departamento del Huila, entre las cordilleras Central y Oriental. Este es uno de los lugares más privilegiados e intrigantes de los Andes colombianos, un destino de exuberante vegetación y cañones labrados en roca volcánica, que guarda los más profundos secretos de una civilización perdida.
Este parque contiene el mayor complejo de monumentos megalíticos de la América precolombina, un impresionante complejo de esculturas funerarias talladas en roca, que hasta la fecha han sido todo un misterio para los científicos.
Machu Picchu, la enigmática ciudad perdida de los incas, situada a poco más de 100 kilómetros de Cusco, se consagró como una de las siete maravillas del mundo y se destaca como uno de los destinos imperdibles en Cusco.
Este ancestral enclave inca, que permaneció oculto entre las majestuosas montañas y la exuberante vegetación hasta que fue descubierto en 1911 por el explorador Hiram Bingham, fascina a los visitantes con sus impresionantes ruinas del siglo XV. Entre los destacados se encuentran la imponente piedra Intihuatana, el místico Templo del Sol, el majestuoso Templo Principal, el simbólico Templo del Cóndor y la enigmática Sala de las Tres Ventanas.
El Pantanal brasileño es uno de los humedales más grandes del mundo, abarcando más de 140.000 kilómetros cuadrados. Es un ecosistema único donde el nivel de agua varía estacional y diariamente debido a mareas, aguas subterráneas y lluvias. Esta área atrae una gran cantidad de ríos que nutren la vegetación y la fauna. Con una diversidad sorprendente, el Pantanal alberga una abundante vida, incluyendo 300 especies de mamíferos, cerca de 500 reptiles, 400 peces y 1.000 aves.
Sucre, situada a 2.750 metros sobre el nivel del mar, se encuentra en el flanco oriental de los Andes, justo en la división entre las cuencas de los ríos Amazonas y Río de La Plata.
La región montañosa ofrece diversas opciones de excursiones, ya sea a pie, en bicicleta o en vehículos motorizados, adaptadas a diferentes niveles de dificultad. Entre las atracciones destacadas se encuentran los sitios con huellas de dinosaurios, incluyendo la colección más grande del mundo, pinturas rupestres, bosques, un cráter de meteorito y el Parque Nacional El Palmar, por mencionar algunos. Además, en cada rincón de la zona, es posible tener un contacto cercano con las culturas locales de Jalq'a y Tarabuco.
La Quebrada de Humahuaca es un valle atravesado por el Río Grande que sirve como paso natural entre La Puna y el resto del país. Habitada desde tiempos ancestrales, conserva la herencia cultural de pueblos originarios como los omaguacas.
Este paisaje cultural único ha sido reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2003. Los descendientes de los antiguos habitantes, los Quechuas, aún mantienen vivas sus tradiciones y creencias religiosas en armonía con la naturaleza.