“Encontré en el Lorca de sus últimos años algo que me parecía muy actual y se correspondía con la realidad de España y varios países de Europa...”, dice Juan Diego Botto, actor argentino radicado en España que estrena en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín “Una noche sin Luna”, espectáculo basado en textos de Federico García Lorca, dirigido por Sergio Peris-Mencheta.
La Luna es una presencia constante en la obra de García Lorca, una compañera literaria desde sus primeros poemas hasta sus últimas obras. Cuentan que la última noche del poeta, la del molino cerca de Víznar, donde esperó la muerte, fue una noche sin Luna. El espectáculo se presentará en cinco únicas funciones entre el miércoles 21 y el sábado 24 de junio a las 20, y el domingo 25 a las 17. Dialogamos con Botto.
Periodista: ¿Qué lo impulsó a escribir sobre Lorca, inspirado en su última noche?
Juan Diego Botto: Iba a ser un recital con poemas, fragmentos y monólogos, pero cuando lo preparaba y leía distintas biografías de Lorca, la de Ian Gibson es mi favorita, encontré que había en su vida de los últimos años algo que me parecía muy actual. Sentí que nos estaba hablando del momento que vivíamos en España hace 4 años y que ese período de los años ´30 y la encrucijada social que llevó a tomar ciertas decisiones a Lorca, servían para hablar de nosotros. El pasado nos permite hablar de nuestro tiempo.
P.: ¿A qué se refiere puntualmente con el paralelismo del pasado y el presente?
J.D.B.: La eclosión del primer fascismo y lo que en España terminaría siendo levantamiento militar que inauguró los 40 años de dictadura. El fascismo y luego el nazismo, en cuanto a Lorca los reproches a sus ideas estéticas, sociales y políticas. Y hace cuatro años noté un populismo de extrema derecha en España que creía no podía llegar a mucho más pero hoy veo que ocupa un enorme espacio. Es altamente probable que puedan gobernar tras las elecciones que nos esperan en julio. En definitiva lo mismo que Italia, Francia, Polonia, países del este, todos con gobiernos de retroceso en lo social y acumulación en lo económico.
P.: ¿Cómo fue esa idea para empezar a escribir sobre esta cuestión?
J.D.B.: Siempre se empieza con algo de lo que uno se ríe, que causa gracia, y después vemos que nos reíamos de algo que se termina convirtiendo en real, como Trump en Estados Unidos. Al principio se decía que era imposible que el pelirrojo terminara ganando la presidencia. En España se ríen de esos retrocesos evidentes y de lo que proponen, ir en contra de derechos conquistados, y de repente eso cala mucho. Cuando leía Lorca, esas mismas cuestiones fueron sus caballos de batalla.
P.: ¿Qué episodios de la vida de Lorca recorre la obra?
J.D.B.: Recorremos los últimos años pero también hablamos de su infancia y aquello que lo marcó para ser una figura amada dentro y fuera de España. Tan detestado por la parte golpista y emblema de un teatro donde las mujeres tenían un rol imponente, supo describir ese paisaje angosto, estrecho y opresivo que se le dejaba a la mujer. Siempre sus personajes femeninos buscaban huecos para expresar su deseo sexual, en especial Mariana Pineda, algo que caía muy mal. Del mismo modo su vínculo con la república y el afán por encarar La Barraca teatro, un grupo de teatro universitario. Pero siempre fue criticado porque era evidente su homosexualidad y también se temía a aquel maestro de jóvenes alumnos. Se recorren episodios y decisiones que desembocan en su fusilamiento.
P.: ¿Cómo es pararse solo sobre la inmensidad de la Martín Coronado?
J.D.B.: Es mucha responsabilidad y es un teatro que tiene una tremenda historia que se siente cuando uno llega. También es un teatro con historia a nivel personal ya que mis padres (Cristina Rota, Diego Fernando Botto) se conocieron allí, se pusieron de novios y fruto de aquella relación nací. Fueron alumnos de Agustín Alezzo y ahí hicieron “Romance de lobos”, de Ramón del Valle Inclán, protagonizada por Alfredo Alcón y Leonor Manso.
P.: ¿Cómo es vivir entre la Argentina y España? ¿Cómo ve ambas plazas teatrales?
J.D.B.: La escena teatral en España está viviendo un buen momento con muchas propuestas y la ventaja de lograr abordar temas que están en el aire y convertirlos con inmediatez en piezas teatrales. La estructura en España es más rígida que en la Argentina, todo está regulado, no se puede ir a una sala chiquita sin seguro de riesgo laboral o sin pagar impuestos, esa es la diferencia con el teatro local, que se hace quizá sin cobrar y se prueba a ver si funciona. Hay precariedad porque nadie debería regalar su trabajo pero eso hace que el off en Buenos Aires sea tan extenso y variado, uno aquí ve inmensa creatividad en todas las áreas, lo que responde a que está todo atado con alambre y no queda más remedio que ser imaginativo. Como consecuencia, es la ciudad alocada que es.