La Fed y su pausa súper agresiva: ¿preaviso de nuevas subas o engaño?

 La Fed y su pausa súper agresiva: ¿preaviso de nuevas subas o engaño?

La Fed rompió el molde de su accionar y las críticas arrecian. ¿Cuál es su verdadera intención? Su jefe, Jay Powell, dejó a todos los de adentro conformes e incrédulos a muchos de afuera. El banco central ensayó una pausa, pero, por favor, no la llamen así. Es más bien un salteo. Después de diez aumentos consecutivos mantuvo la tasa en 5,25%. En paralelo, modificó su visión a fondo. Hasta el miércoles la estación terminal del proceso de ajuste era el 5,25%. Ya no. Solo dos voces de 18 creen que es suficiente. Cuatro desean sumar una suba más antes de fin de año y nueve se inclinan por dos retoques. O sea, el nuevo mojón a alcanzar es 5,75%. En el margen, dos funcionarios querrían ir a 6% y un ave solitaria pide el 6,25%. El alza de tasas no terminó, se dice, porque no se advierten progresos en la inflación núcleo. Medida por el deflactor de consumo, su variación interanual es el 4,7% a abril. Y si se toman los precios minoristas, que cubren mayo, un 5,3%. Si es así, ¿por qué no se corrigió la tasa de inmediato? Esta pausa súper agresiva y su promesa tácita, ¿es un preaviso de nuevos incrementos o un engaño?

Powell es abogado y ofició de mediador. Las palomas querían una pausa y lograron un cuarto intermedio. Los halcones exigen nuevas subas y se las inscribió en la hoja de ruta tentativa que es el mapa de puntos que se actualizó en la reunión. La proeza de Powell es que todos estuvieran de acuerdo. La decisión fue unánime. No hubo motín y su autoridad quedó a salvo. Pero la diplomacia es motivo de sospecha. ¿Se escapó por la tangente? ¿Qué piensa en verdad el banco central? ¿Qué va a hacer en concreto? Veamos el libro de quejas. Dice David Rosenberg que Powell, meses atrás, alegó que la inflación que importaba era la inflación general (que baja), y ahora sostiene que es la inflación núcleo (que no progresa). Es cierto. Entendamos que su misión es desterrar la inflación. Y que no haya dudas. Entonces, la variedad que lo desvela es la medición que dé peor. Y la Fed estima que la inflación núcleo que debía estar a fin de año en torno del 3,5%/3,6%, aun con las dos subas de tasas extra, no bajará del 3,9%/ 4%. Dice Vince Reinhart, y otros, que la pausa es inexplicable dado el giro abrupto en las proyecciones. ¿Es un bluff? A la Fed no solo le inquieta la inflación, quiere saber las consecuencias crediticias de la crisis de la banca regional. Un elemento incita a izar las tasas rápido, el segundo aconseja no precipitarse. Si la escaramuza bancaria se hubiese demorado diez días, la Fed habría gatillado una suba de tasas de medio punto en marzo para asistir atónita al derrumbe de los bancos. Si la banca contrae el crédito y la Fed no lo incorpora, la política monetaria causará destrozos y forzará una costosa marcha atrás. Dice Jeremy Siegel, por último, que la bonanza bursátil terminará pronto, que golpeará la recesión y ya no habrá más suba de tasas. La pausa, así, es el final. La Fed ve menos probable una recesión que tres meses atrás. Escaló la proyección del crecimiento del PBI de 0,4% a 1% en 2023 (y redujo la tasa de desempleo esperada de 4,5% a 4,1%). Desde ya, si la recesión ocurre, cambiará la hoja de ruta. Pero de persistir la inflación, tendrá igual que elevar las tasas de interés.

¿Qué cabe esperar entonces? Una suba de un cuarto de punto en julio, otro salteo en septiembre y una segunda suba el 1 de noviembre. Si el crédito bancario se contrae, esta última será prescindible. Recortes no habrá hasta el año próximo (que podrían ser cuatro y devolver la tasa a 4,75%). La Fed ya no corre a la inflación desde atrás y no quiere volver a hacerlo. Introducir pausas intermitentes no es un problema porque la inflación no aumenta, bien medida la inflación núcleo disminuye aunque muy lentamente, y caen muy rápido los precios (no solo la inflación) a lo largo del proceso de producción (precios mayoristas y del comercio internacional). Si no le creen a Powell, y los mercados se enfervorizan todavía más, la lógica de apretar el gatillo se refuerza. El bull market incipiente no sufrirá por asimilar un par de aspirinas extra (después de haber ingerido 20 equivalentes sin un respiro). Y, en cambio, un coletazo de alta inflación lo partiría al medio. Wall Street no tiene queja. El bull flamante entiende la prudencia, todavía a 8% de los máximos. Y para emprolijar la valuación de los activos de riesgo nada mejor que una Fed celosa de devolver la inflación al redil del 2% (en 2025), pero cuidadosa de no provocar una recesión en su empeño.

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