Cuando se están por cumplir dos años de su muerte, Almudena Grandes no deja de recibir lauros. En 2018 se le había otorgado el Premio Nacional de Literatura. Ahora se sumó el honorífico “Hija Predilecta de Madrid” del ayuntamiento, con resistencia a otorgarlos por parte de funcionarios de derecha. Recibió el premio, en el escenario del Teatro Español, su viudo, el poeta y presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Cortando el tono de la ceremonia Joaquín Sabina salió a explicar: “desde que entré me preguntan por qué ando con sombrero, pues para poder quitármelo cada vez que nombran a Almudena”.
Finalmente, Almudena, que tiene seis novelas llevadas al cine, ahora cuenta con una miniserie dramática en diez capítulos, producida conjuntamente por Radiotelevisión Española, las empresas Diagonal, Planeta y Netflix, que la difunde internacionalmente con el aval del Premio Liber, que entregó la Federación de Gremios de Editores de España. Se trata de “Los pacientes del doctor García”, premiada “por ofrecer la mejor adaptación audiovisual de una obra literaria”.
Para no alejarse de la novela, la producción manejó un elenco que cubriera todos los personajes de la obra de Grandes. Uno de ellos lo protagoniza la argentina Martina Gusmán. Si bien la historia está centrada en el Madrid de la Guerra Civil y la posguerra, hasta la muerte de Franco, tiene como escenarios secundarios París, Nueva York y el Buenos Aires del primer gobierno de Perón. La autora mostró siempre su predilección literaria por la Argentina.
“Los pacientes del doctor García” es la cuarta novela de la saga histórica “Episodios de una guerra interminable”, proyecto al que Almudena Grandes dedicó los últimos diez años de su vida –murió de cáncer a los 61 años- dejando incompleto el sexto libro, “Mariano en el Bidasoa”, que cerraba de forma global la historia. No dejó de sorprender que en el momento en que se había convertido en una figura controversial y mediáticamente reclamada, eligiera encerrarse a dar su versión de lo ocurrido en España desde el fin de la República, la Guerra Civil, la dictadura del Generalísimo y la llegada de la democracia. La impulsaba ir a contracorriente de las interpretaciones usuales que redundaban en el relato dominante de la historia española del siglo XX. Relato en el que, junto a aplaudidos escribientes del régimen, no se puede dejar de incluir obras de los extraordinarios novelistas de derecha Camilo José Cela y Gonzalo Torrente Ballester.
A fines del siglo XX comenzó a surgir una narrativa que buscaba ser ecuánime con los enfrentados en la Guerra Civil, que tiene como gran ejemplo “Soldados de Salamina” de Javier Cercas, o por la comprensión de una heroicidad presente en los dos bandos, por Arturo Pérez-Reverte. Ecuanimidad que divertía a Almudena y le servía para lanzar, con su voz tan ronca como cálida, intencionados sarcasmos. Ella solía confesar:”me dije: ‘voy a ir contra el olvido decretado’ y contaré de los derrotados, los resistentes, los perseguidos, los exiliados, los ejecutados y los sobrevivientes”.
Para lanzarse a escribir tomó de modelo los 46 tomos de los “Episodios nacionales” de Benito Pérez Galdós (como él, no llegó a escribir el último libro) por mostrar a través de la vida íntima y cotidiana hechos que marcaron el destino colectivo del país No fue la primera vez que Almudena encontraba un modelo y terminaba escribiendo otra cosa, y la obra inspiradora solo quedaba un cierto aire de familia. Le había pasado con su primera novela. Había quedado encandilada el policial “Con las mujeres no hay manera” que el polifacético Boris Vian firmó como Vernon Sullivan, donde el protagonista busca a una amiga desaparecida en el mundo de la noche, la droga, los clubs gays, y logra salvarla de la secta de lesbianas que la tienen secuestrada. A partir de ahí Almudena escribió “las edades de Lulú” novela que la hizo recibir el Premio de la Sonrisa Vertical, fue llevada al cine, y pasó a ser una escritora best seller desde su primer libro.
Unión de thriller, novela de espionaje y polémico alegato histórico, la ahora teleserie, “Los pacientes del Dr. García” cuenta del médico, y simpatizante comunista, Guillermo García Medina, que en 1937 salva de la muerte al diplomático republicano Manuel Arroyo Benítez, que se convierte en su mejor amigo.
Cuando las tropas de Franco copan finalmente Madrid, el médico es perseguido y es Benítez quien salva a García del fusilamiento consiguiéndole la identidad falsa de Rafael Cuesta Sánchez. Eso le permitirá seguir atendiendo en Madrid tras la victoria franquista. Benítez, que ha hecho el camino del exilio, regresa inesperadamente en 1946, como Adrián Gallardo, un ex miembro de la falangista División Azul, denunciado como criminal de guerra por colaborar con los nazis, disfraz que le sirve para infiltrarse en una organización clandestina -apoyado por sectores del Estado- que buscan instalar una red que permita escapar de la justicia internacional a nazis y fascistas. La organización la dirige Clara Stauffer, persona real y personaje histórico, alemana-española, nazi y falangista, que busca -por un acuerdo entre Franco y Perón- crear un camino de evasión a países de Sudamérica. Benítez involucra a García en descubrir lo que trama esa organización y lograr que Estados Unidos, a través de la CIA, tome una actitud de enfrentamiento con el gobierno de Franco.
La historia mezcla elementos de imaginación, presencias reales (Otto Skorzeny, Juan Negrín) y hechos realmente ocurridos, junto a sucesos dramáticos que, según confesó, le había contado una prima de Federico García Lorca y luego se convirtieron en parte de la novela. Almudena sumó a todo esto su investigación sobre el médico canadiense Norman Bethune, que viajó a España para unirse a las Brigadas Internacionales y “ayudar a combatir a los fascistas sublevados”, y que, ya en la Guerra Civil, creó una innovadora unidad móvil para la transfusión de sangre que salvó la vida de muchos de los heridos en los sangrientos combates.