La Reserva Federal promete dos subas de tasa (pero los inversores compran una sola)

 La Reserva Federal promete dos subas de tasa (pero los inversores compran una sola)

Jerome Powell le explicó el mapa de puntos de la Fed al Congreso. La mayoría de los funcionarios considera que harán falta nuevos aumentos de tasa de interés para doblegar la inflación. Solamente dos -de dieciocho- están conformes con la actual tasa del 5,25%. Sin embargo, al banco central ya no lo corre la prisa. De ahí, la pausa -el “salteo”- que realizó en su última reunión, la primera desde que inició la cruzada del ajuste en marzo de 2022. La Fed quiere tasas más altas que rijan por más tiempo. Y ningún recorte en 2023. Pero también piensa ejecutar su plan a baja velocidad. Mucho menor, por cierto, que la ofensiva relámpago con la que abandonó las tasas cero en 2022 para darle alcance a una inflación que, a mediados del año pasado, llegó al 9,1%. Va de suyo, entonces, que Powell no descarta tener que pisar el freno y revisar la hoja de ruta para acomodar imponderables. Y podría hacerlo aun si la inflación se demora en volver a la meta de 2% (lo que está previsto recién para 2025).

Existe masa crítica para despachar dos subas de tasa de un cuarto de punto antes que termine el año, les dijo Powell a los legisladores. La nueva estación terminal es 5,75%. Los mercados, sin embargo, son escépticos. Los futuros de fed funds compran solo uno de los dos retoques prometidos. Una suba de un cuarto de punto en julio cotiza con 75% de probabilidades. Otro “salteo” está incorporado de manera implícita en el mitin de septiembre. La reunión que finaliza el 1 de noviembre debiera ser la ocasión ideal para volver a disparar un aumento, pero Chicago no está convencido de que será ejecutado. Apenas se le reconoce una chance en diez. Diciembre, el último cónclave del año, tampoco lo priorizaría (12% de probabilidades). El discurso duro oficial no se vende a la par, se compra a mitad de precio, pero no debe subestimarse. Con su prédica, anuló la fuerte apuesta que los mercados tenían a favor de una agresiva poda de tasas en el segundo semestre (a partir de julio o septiembre). Recién a fines de enero, los futuros se inclinan por una baja (de un cuarto de punto). De ser así, la tasa volvería al nivel actual de 5,25%.

La Fed cree en la tesis del aterrizaje suave. Insiste con la receta del alza de tasas, pero sin movimientos bruscos. La renta fija -los bonos y sus parientes cercanos- temen la recesión. Los máximos de las tasas largas datan de noviembre (4,30% a diez años). La recesión de fin del año pasado sabemos que no ocurrió. Pero los recelos subsistieron. Por eso los futuros de fed funds descontaban una caída vertical en la segunda mitad de 2023. El paso del tiempo, otra vez, los refutó. De ahí que se acepte que Powell subirá la tasa en julio. Pero la recesión que prevé la renta fija se posterga, no se cancela. Es el mensaje de la curva de rendimientos invertida (las tasas cortas son sustancialmente más elevadas que las largas). Y el de los indicadores económicos líderes que también presagian una retracción. La cesta líder, publicada por The Conference Board, cae todos los meses, desde hace catorce, un vaticinio sombrío. Pero se reconoce que la recesión que anunció para el segundo trimestre faltó a la cita. ¿Esta vez es diferente? ¿Fallaron los oráculos pese a su récord impecable? Arturo Estrella, quien con Gikas Hardouvelis, popularizó treinta años atrás la eficacia predictiva de la curva de bonos en el Journal of Finance mantiene su pronóstico. The Conference Board, también. Y da sus motivos: “Proyectamos que la economía de EE.UU. se contraerá del tercer trimestre de 2023 al primer trimestre de 2024. La recesión probablemente se deberá a la continua restricción de la política monetaria y a un menor gasto público”. Digamos sí que la Fed es consciente de que puede ajustar en exceso. Y no tiene apuro en equivocarse.

Wall Street, en cambio, no cree en lágrimas. De ahí la irrupción de un mercado bull flamante (que esta semana, se tomó una pausa, como la Fed, para corregir la sobrecompra). La Bolsa predijo la recesión que no ocurrió antes que nadie, y pagó su precio por anticipado. Y todavía no reclamó la devolución total del importe. Más allá de repuntar 20% desde los pisos de octubre, aun se ubica 8% debajo de los máximos absolutos. Cree, con Powell, en un aterrizaje suave. Tras ver la resurrección de las ventas y la actividad del mercado inmobiliario no querrá cambiar de opinión. No hay renglón más sensible a las tasas de interés. Y después de acusar pleno recibo de su ascenso frontal ahora da signos de poder convivir con sus efectos rezagados.

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