Andrés Pallaro, director del Observatorio del Futuro de Universidad Siglo 21, analizó cómo es posible innovar desde la educación, como así también resaltó la importancia de la tecnología para aplicar nuevos métodos de estudio.
“La Universidad tiene 28 años de vida y nació con la visión de que podía hacerse una universidad innovadora desde su ADN. Las universidades son instituciones que suelen ser muy tradicionales, y el planteo inicial fue cómo hacer una universidad donde la manera de enseñar y aprender fuera distinta. Con esa idea inicial, la universidad fue adoptando capacidades innovadoras. La innovación no es solo un relato, sino que es algo que hay que desarrollar. La cultura innovadora es que haya colaboración, apertura. Pero el proceso innovador tiene que funcionar, una manera de hacer las cosas en organizaciones que siempre estamos presionadas por ser eficientes. En la universidad se vive ese modelo, de que tenemos que estar permanentemente innovando. Antes innovar era una posibilidad, hoy es una exigencia”.
En ese sentido, Pallaro contó cómo debe ser el vínculo de la universidad con el sector privado: “Hay que tener escucha activa, derribando un poco el concepto de que la academia es un cubículo cerrado y que el conocimiento está ahí. Derribando esos muros, nuestra universidad no tiene facultades, la burocracia está limitada al mínimo. Tiene muchas áreas de vinculación, donde se desarrolla una escucha activa. Hoy en el mundo, y en Argentina en particular, hay una situación de mercado de trabajo muy compleja. Siglo21 está embarcada en la misión de formar talento para las demandas de hoy. Las habilidades humanas son inevitables y van a ser cada vez más necesarias, para un mundo que es cada vez más tecnológico”.
Resaltó, en ese contexto, la transformación que atraviesa la educación en los últimos años y cómo influye en eso la tecnología: “La educación viene de un largo proceso de dejar de ser una educación enciclopedista, hacia un modelo donde el estudiante está en el centro y construye un aprendizaje con docentes que son tutores o moderadores de aprendizaje. Los docentes no van a hablar al aula y someter al alumno en una situación pasiva. La educación sucede cuando el estudiante está conectado a la situación de aprendizaje. Las nuevas tecnologías vienen en nuestra ayuda para que podamos hacerlo en escala. Hoy en día la tecnología ayuda a que la educación sea individualizada, pero no elitista”.
Al referirse al impacto de las nuevas tecnologías en la educación, como la inteligencia artificial, remarcó: “Creemos que las nuevas tecnologías pueden impactar positivamente en la educación. Pero como todos los cambios disruptivos, siempre es un desafío. Y todo el trabajo de la innovación aplicada a la educación tiene que estar orientada a que se desarrollen habilidades y competencias bajo este concepto de mentalidad de conocimiento”.
Finalmente, al analizar las perspectivas hacia el futuro, Pallaro sostuvo: “En Siglo 21 somos optimistas respecto al futuro, pero creemos que de esta transición, de cómo seamos capaces colectivamente de manejarla, dependerá de si vamos a un mundo mejor. Y ahí la educación es una herramienta fundamental, la que todos señalan, que debe producir respuestas. Así que somos un actor protagónico de ese camino. Asumimos la responsabilidad de serlo, de acompañar al estudiante para que llegue a su fin, de levantar la tasa de graduación, y de proveer al mercado talentos que se necesitan para que el sistema productivo se fortalezca y el país pueda progresar. El progreso colectivo es nuestro norte”.
