Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LXXXI)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LXXXI)

El equipo de campaña de Juntos por el Cambio sabía que la posibilidad de reelección de Macri estaba coartada por la economía. Se advertían tendencias de variables muy negativas que adquirieron su cúspide en abril 2019. Sin embargo, la calma del dólar se convirtió en un remanso transitorio de la magullada figura de Macri y las expectativas sobre el futuro de la actividad económica.

Era obvio que la sociedad no percibía cambios, porque no los había para la gente de a pie, el nivel de actividad había caído a pique y no salía del fondo del abismo. La economía estaba por el suelo. El gobierno aspiraba a llegar a las elecciones sin que el dólar subiera sin freno y, aunque no podían descartarse turbulencias restableciendo la renovación de una proporción importante de letras del Tesoro que alcanzara para cerrar el año, con inflación y recesión insufrible, tal vez seducirían a los que estaban en Babia. El escenario económico no mejoraría las oportunidades electorales de Juntos por el Cambio, pero tratarían sin éxito, que no se deteriorara más.

La economía era un elemento perjudicial, establecía un panorama desolador que el gobierno no podía revertir. Se venían deteriorando las cifras de manera significativa con insipiente temor de otra corrida cambiaria, que llevaría consigo un aumento del riesgo país y una inflación coherente con el aumento del dólar, que, a su vez, había elevado el temor de una eventual crisis social.

Los consultores amigos decían que, con una diferencia de menos de 6 puntos a favor de la oposición en las PASO, se llegaría a octubre sin sobresalto. El relato buscaba meter miedo y “hacer negocios”, en el caso que no ocurriera. Recuerde la estrategia, los problemas nunca eran del oficialismo, sino de la oposición. Antes de que el peronismo perdiera las elecciones en 2015 o, después si les ganaban a Juntos por el Cambio en 2019. Poco serio. El peronismo era culpable de los problemas económicos de la Argentina, si ganaba y cuando perdía.

El camino hasta las elecciones sería tenso por los propios yerros del oficialismo, aunque tenían suficiente cantidad de dólares para regalar y evitar que se disparara, junto con la inflación.

Escenario Disneylandia

Las consultoras colaboracionistas del gobierno escribían el escenario base de las PASO con una diferencia de 6 puntos o menos a favor de la oposición (fueron 15). Luego atenuarían la brecha con una reducción-casi empate-en primera vuelta y, una probabilidad levemente mayor al 50% de reelección del oficialismo en segunda vuelta. Alistaron falsas expectativas de elecciones presidenciales muy reñidas, que perdieron en primera vuelta.

Trabajaban con cifras de mayo para exhibir crecimiento positivo. Tomaban en cuenta la mejora de la confianza del consumidor, el repunte de la confianza en el gobierno y, una masa salarial real que decían, había dejado de caer.

El elenco estable daba buenas noticias como De la Rúa: la producción industrial a FIEL le daba +1.8% mensual, el IGA de Ferreres +0.8% y su índice de producción manufacturera +2%, se estimaba que el EMAE había vuelto a mostrar en mayo una suba con respecto a abril y se “adivinaba” que junio también podía exhibir una variación mensual positiva. En ese contexto, se estimaba que el PBI mostraría en el segundo trimestre 2019 una suba trimestral de +1.5% y, una mejora interanual de +0.5%.

Hablaban de la extraordinaria cosecha agrícola, la estabilidad del dólar, el cierre de paritarias con cláusulas-gatillo que permitirían una mejora del salario real y medidas de ingreso, subsidios y crédito que anunció el gobierno para apuntalar el consumo, entre las cuales se incluyeron préstamos a jubilados y beneficiarios sociales, disminución de las tasas del crédito de consumo “Ahora 12/18” y, subsidios para la compra de autos. Contra todo el discurso ortodoxo, las medidas borraban con el codo lo que escribían con la lapicera del FMI.

Con todas las fantasías delineadas, 2019 les daba caída (-1%) de caída del PBI (en realidad seria (-2,2%), con lo cual esos cálculos-como siempre-le erraron por más del doble en solo 6 meses. El consumo privado llegó a contraerse 11% interanual en el último trimestre de 2018, razón por la cual, especulaban que, comparando con esa debacle, cualquier cosa seria mejor.

Pese a todo, admitían en voz baja que el nivel del PBI estaría 5% debajo del nivel registrado en el primer trimestre 2018, último en que se había expandido la economía antes de entrar en recesión, siendo la peor performance en comparación con las que sobrevinieron después de las últimas cuatro recesiones. Tenían que admitir lo que era inocultable.

Tras la volatilidad del dólar en febrero, marzo y abril cuando tocó $ 46, el FMI autorizo al BCRA a vender dólares dentro de la entelequia “banda cambiaria”, que no obstante ayudo a descomprimir la incansable suba. Así, el dólar se mantuvo relativamente estable en torno a $ 45 desde fines de abril hasta el anuncio de Pichetto en junio 2019.

Gracias al anuncio que dio el BCRA, que podía seguir regalando dólares dentro de la banda cambiaria, los u$s 60 millones de ventas por día del Tesoro y la oferta estacional de dólares de las exportaciones agrícolas, todo lucia controlado. Pero si fallaban las elecciones, tenían pensado hacer explotar el dólar con el resultado de las PASO, para echarle la culpa al peronismo que aún no había llegado. Algún día habrá que investigar la maniobra orquestada el viernes anterior y el lunes posterior a las PASO, que dejaron perdidas para los zonzos y ganancias para los que armaron la cacería de zonzos. Con el presidente, habría colaborado un importante banco extranjero en el armado.

Las simulaciones proyectivas deben incluir las métricas clave para crear una representación abstracta de una situación y, ayuda a tener una idea y eventualmente adelantar en forma aproximada un futuro desenlace. Son sistemas complejos de carácter estadístico, destinados a la gestión de la incertidumbre, utilizando flujos mediante modelos matemáticos de forma iterativa, estableciendo distribución de probabilidades, pero no es seguro.

Lo que si se habría concebido era una operación con elementos de cierta predictibilidad. Asumirían que, si en las PASO la brecha de la derrota era mayor a 6 puntos, la demanda privada de dólares se incrementaría desde u$s 32.800 millones en el primer semestre a u$s 41.000 millones en el segundo semestre, debido a la típica fuga de capitales, que ascendería de u$s 12.000 millones en el primer semestre, a u$s18.000 millones en el segundo semestre. La city compra los informes pseudo científicos de reputadas “consultoras militantes del mismo espacio ideológico”, que se dedican a operar, mucho más que a aconsejar.

También se proyectaba una disminución de la oferta de dólares del sector privado de u$s 31.000 millones a u$s 29.000 millones por la reversión de la bicicleta financiera, leyendo los informes, los sacristanes las potenciarían. Así la demanda de dólares del segundo semestre excedería la oferta en u$s 12.000 millones y, se lo referían a todo el que quisiera asustarse y espantar. Para armar la operación regalarían u$s 6.600 millones del Tesoro y reservas del BCRA por otros u$s 5.000 millones. Para completar, murmurarían por los pasillos que el dólar podría valer $ 48 con tendencia alcista en el último mes del año.

Pero cuidado. En el desdichado escenario que la fórmula Fernandez-Fernandez lograra una ventaja mayor a 6 puntos en las PASO, el recorrido hasta la primera vuelta de octubre sería tenebroso. Para ello augurarían una “formación de activos externos”, o fuga de capitales de u$s 23.000 millones, obligando a regalar al BCRA entre u$s 10.000 millones y u$s15,000 millones más.

Los neos cuantitativistas adoran la inferencia causal, una tarea científica compleja que se basa en la triangulación de evidencia de múltiples fuentes y en la aplicación de una variedad de enfoques metodológicos. No hay libro que pueda proporcionar una descripción completa de las metodologías para establecer la inferencia causal a través de la ciencia. Los autores de cualquier operación financiera, siempre tendrán que elegir qué aspectos de la inferencia causal quieren enfatizar para que salga “redondita”. Las suposiciones no verificables de los investigadores no se declaran nunca. Esta actitud hacia la inferencia causal ha llevado a una gran confusión. No es raro encontrar estudios difíciles de interpretar porque los métodos de análisis de datos no pueden responder a la pregunta causal, si se estableciera explícitamente, bajo el criterio de los investigadores.

En esa atmósfera mezcla de matemática y pura mentira, el aumento del dólar sería mucho mayor, espoleado por expectativas ponzoñosas. Sobrevendría la dolarización de portafolios, habría suficientes divisas para ofrendarle a los amigos del poder, argumentando que lo hacían patrióticamente, para que no se desbocara el tipo de cambio. Como el BCRA contaba con reservas netas por u$s 19.000 millones más swaps para dilapidar, aun podía entremeterse obsequiando dólares en el mercado de futuros. En ese contexto, era probable y sucedería, que la autoridad monetaria despilfarrara todos los dólares que le quedaran, argumentando que lo hacían para evitar una nueva crisis cambiaria.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

Recomendar A Un Amigo
  • gplus
  • pinterest
Commentarios
No hay comentarios por el momento

Tu comentario