Negocio multimillonario: cómo nació la famosa carita feliz que utilizan todos

 Negocio multimillonario: cómo nació la famosa carita feliz que utilizan todos

La carita feliz es un símbolo que todos conocen y alguna vez utilizaron. Desde los mensajes y las publicaciones en las aplicaciones de mensajería instantánea y las redes sociales, hasta pelotitas antiestrés, llaveros y prendas de vestir, se encuentra en todos lados. Lo curioso es que, a pesar de ser un ícono frecuentemente visto, pocos saben sobre su origen y su creador. Acá te traemos la explicación.

Los dos puntos y la línea curva son una abstracción de una cara humana sonriente, que representan la felicidad. A su vez, son el principal activo de una empresa que factura anualmente u$s500 millones. Pero, ¿quién creó este símbolo? ¿por qué terminó en las manos equivocadas?

El primero en diseñar la carita feliz fue el artista y diseñador estadounidense Harvey Ball. Fue en 1963 por encargo de Jack Adam, vicepresidente de State Mutual -una compañía de seguros de Worcester, Massachusetts-, quien quería crear una imagen para mejorar la ética y la honestidad de sus empleados en un momento de incertidumbre para la empresa.

En diez minutos, Ball había creado este famoso símbolo: el fondo amarillo brillante, la forma circular perfecta y una ligera asimetría entre los ojos y la boca. Le pagaron u$s45. Según cuentan, el diseñador había dicho que "tuve que tomar una decisión... ¿Uso un compás para dibujar la sonrisa y los dos puntos perfectos para los ojos? …Nah, hazlo libremente. Dale algo de personalidad”.

Tras la creación, y la aprobación de Adam, el diseño empezó a aparecer en las chapas de la compañía de seguros. Y fue tan positiva la recepción de la carita feliz que los empleados empezaron a producir lotes de 10.000 chapas. Y no quedó ahí, ya que siguió creciendo hasta llegar a ser utilizada por azafatas y monjas.

David Stern, un publicista de Seattle, descubrió en 1967 las chapas de la carita feliz en Nueva York. Quedó tan fascinado con lo que vio que utilizó el ícono para una campaña del banco University Federal Savings & Loan. Cerca de medio millón de chapas con carita feliz fueron el salto a la fama de este símbolo. Aunque faltaba un paso más para la popularidad definitiva.

Tiempo después, los hermanos Bernard y Murray Spain -oriundos de Filadelfia- conocieron este símbolo y finalmente lograron la fama definitiva. ¿Qué hicieron? La rediseñaron en una caja de pizza y luego la posicionaron en una gran cantidad de objetos: remeras, tarjetas, pósteres y lámparas, entre otros. Pero no solo eso, sino que además aprovecharon el vacío legal de los anteriores diseñadores y obtuvieron los derechos de autor. Registraron la carita junto a la frase Have a happy day (“Ten un día feliz”), volviéndose furor en el mundo del merchandaising, al punto de facturar u$s2 millones en sus primeros años de comercialización.

Años después, en 1971, apareció Franklin Loufrani, un periodista francés del periódico France Soir, quien utilizaba un símbolo similar para señalar las noticias positivas. Además de haber sido el primero en registrarla como una marca comercial. Con el tiempo, renunció a su profesión y fundó The Smiley Company. ¿Cómo se volvió conocido? Entregó millones de stickers a universitarios, quienes se encargaron de pegarlos en los autos y postes de luz, convirtiéndose en furor cultural.

El éxito siguió creciendo y creciendo, a tal punto de que -a mediados de los 70- la marca comenzó a tener acuerdos multimillonarios con marcas reconocidas que querían la carita en sus productos. El furor no paró. En los 90, la carita estaba registrada en más de 70 países.

En esa década, Loufrani le otorgó el control a su hijo, Nicolas, quien dio un paso más en el diseño: creó cientos de emoticones con diferentes expresiones de la carita. A partir de eso, posicionó a la carita en el mundo de la comunicación digital. Si bien la empresa no obtiene ganancias por el uso de emojis, el nuevo director de la empresa aseguró que "estamos contentos de haber logrado estar en el origen de un nuevo idioma”.

Hoy en día, la compañía tiene ganancias anuales de u$s500 millones. Venden accesorios, ropa, objetos para el hogar, comida y bebidas con la carita feliz. Sin contar que tiene varias colaboraciones con marcas reconocidas. Un detalle curioso es que en la página web de The Smiley Company dice que Franklin Loufrani fue el creador de la carita feliz.

El creador original -quien falleció en 2001- nunca reclamó los derechos de autor. En una entrevista con el historiador William Wallace, Ball aseguró que, cuando vio la carita en The New Yorker, sabía que había hecho algo que había capturado la imaginación del mundo. “Me pagaron por el trabajo. ¿Y sabes? Solo puedo conducir un carro a la vez y comer un bistec a la vez”, dijo.

Tras su muerte, su hijo Charles Ball contó que “tenía niños en las escuelas que lo adoraban. Recibía cartas de todo el mundo agradeciéndole por la carita. ¿Cómo le pones precio a eso? Murió sin remordimientos”. Cabe destacar que sí le preocupaba que la comercialización excesiva redefiniera el significado y la intención original de su creación.

En ese período, el hijo de Ball creó Harvey Ball World Smile Foundation. En 2012, la fundación consiguió por primera vez registrar la carita feliz en EEUU a su nombre (luego se amplió a India, Canadá y México). Por su parte, The Smiley Company sigue siendo dueña de la marca, pero solo de los dos puntos y la línea curva.

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