Sociedades complejas y la crisis de época: la inteligencia artificial

 Sociedades complejas y la crisis de época: la inteligencia artificial

Presenciamos el emergente de sociedades complejas con una crisis de época. En ellas, observamos, por ejemplo, la expansión de las megalópolis, la tecnología e hiperconectividad que formatea nuevos sujetos, la irrupción de la inteligencia artificial comenzando a reemplazar actividades humanas, guerras impensadas y un debate abierto e intenso en temas controversiales donde la ciencia, la política y la religión, con sus relatos tradicionales y explicativos no logran responder a la crisis de época.

Sociedades estructuradas en una dinámica multicausal, con un sujeto de época en crisis, tanto de sentido personal como en su manera de socializar. El horizonte de progreso que se destacaba en siglos anteriores aparece difuso, confuso o ausente; en cambio, se consolidan la incertidumbre, la volatilidad, el riesgo, el consumismo, el estrés improductivo por el hiperrendimiento con un ser humano expresando creciente individualismo y ausencia de compromiso social.

Estas y otras características componen un entramado social que funciona como una complejidad sistémica. Una sociedad o sociedades de época que se distinguen por su complejidad dada las múltiples variables que la componen e interactúan. En el múltiplo de la sociedad compleja encontramos al individuo, generado por ella y, a la vez, generador de la misma.

La sociedad es compleja y el individuo está en crisis. Así se conforma una crisis que es “ontológica”, esto significa, en la estructura y organización de su ser y existencia, y es “sociológica”, dado que la relación entre individuos y la manera de socializar está en crisis. Ambas caras de la moneda nos muestran la crisis de sentido sistémica y el desgarro del tejido social actual.

¿En qué ámbitos del ser individual y del ser social podemos observar la crisis? ¿Dónde, por el desgarro del tejido social, vemos disminuida la capacidad de respuesta e inclusive, en algunos casos, la ausencia de recursos para responder a los desafíos actuales que presentan las presentes sociedades complejas?

En primer lugar, en lamanera poco sustentable de relacionarnos con nosotros mismos y con otros. La extinción humana y social promovida por la misma especie ya no es idea y guion de películas de ciencia ficción sino, una probabilidad.

Luego, observamos la comunicación intra e interpersonal. Hemos progresado en la idea del contacto para el mensaje impulsado por la tecnología y la globalización, pero involucionado en una cultura más humana de la comunicación. Nos sigue importando más tener razón que cuidar las relaciones.

Un área estratégica de la crisis actual es la referida al liderazgo. Este es uno de los bordes más serios de la crisis ya que el liderazgo como fenómeno humano ha sido y sigue siendo necesario para brindar horizonte de posibilidades y crecimiento a la sociedad. Esto no está sucediendo. El liderazgo actual no es de época ya que la época requiere un liderazgo humano y eficaz.

En cuarto lugar, la crisis atraviesa a las organizaciones, que siguen siendo concebidas y operadas desde la concepción de máquina, en sus procesos, y de piezas de la maquinaria a las personas. La época requiere tratar a y con las organizaciones como “sistemas vivos”.

Observamos también una crisis en la gestión y en la rentabilidad, ya que la gestión continúa abordándose desde el paradigma de la causa – efecto y la búsqueda de la rentabilidad sigue siendo lineal, es decir, como el solo excedente entre la producción y la comercialización. La época requiere la búsqueda de una rentabilidad integral.

Otras de las áreas en crisis es la política, en especial, por la marcada disociación entre la dirigencia y funcionarios con las expectativas de la gente. A esto se suma, una dramática recurrencia de no encontrar salidas y respuestas a problemas que se repiten y profundizan.

¿Está todo perdido? De ninguna manera ya que la posibilidad de superación es real. ¿Cómo? Primeramente, desde el compromiso de dejar el puerto del acostumbramiento a discursos y prácticas anacrónicas y frustrantes para luego comenzar a navegar nuevos mares desde un con-trato social que renueve los compromisos individuales, organizacionales y sociales, que habiliten ideas, conversaciones, decisiones y comportamientos para volver a ilusionarnos.

Así podremos “levantar la copa” de la madurez individual y social que nos lleve a construir una sociedad digna de ser vivida y convivida con sentido y propósito. Allí reside la esperanza. Una esperanza responsable y activa con entusiasmo.

Dr. en Pensamiento Complejo – Multiversidad Edgar Morin

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