Ahí estaba Kevin Spacey el viernes 30 de junio, en el banquillo de los acusados mientras se le imputaban acusaciones de violación, agresión y tocamientos sexuales. En el Tribunal de Southwark, en el sur de Londres, se llevó a cabo la segunda jornada de juicio que había iniciado el miércoles anterior y que podría prolongarse hasta por cuatro semanas.

La abogada fiscal, Christine Agnew, lo describió como un “abusador sexual” y pidió a los miembros del jurado que no se dejaran convencer por el currículum del actor: un hombre “extremadamente famoso”, con dos óscares a su haber y otros premios con películas como American Beauty.

Ella se centró en el otro lado del histrión, el que ha significado su caída en picada en Hollywood, el del “hombre que no respeta el espacio ni los límites personales, un hombre que parece deleitarse haciendo que los otros se sientan impotentes y a disgusto: un acosador sexual”.

Spacey, por su parte, sostiene que nada es cierto y que se siente “desconcertado y muy dolido” ante esas afirmaciones. Su abogado, Patrick Gibbs, brevemente intentó refutar los doce presuntos delitos sexuales denunciados por cuatro personas diferentes. Según consta en actas, los hechos habrían sucedido entre 2005 y 2013, en Londres y en la campiña inglesa.

De ser hallado culpable, por el cargo de penetración sexual no consentida, debería cumplir una pena máxima de cadena perpetua.

Hasta el momento, el imputado ha logrado salir de las acusaciones en Estados Unidos. En unos casos, fue declarado inocente; en otros, se dieron ‘arreglos’ tras bastidores. Quienes sí han sido implacables son los representantes del séptimo arte, pues su nombre ya no aparece en el staff de ninguna producción de cine.