Natalia Oreiro: “Empatizo más con la comedia, el humor suele salvar”

 Natalia Oreiro: “Empatizo más con la comedia, el humor suele salvar”

Con 17 películas a lo largo de 29 años, amén de telenovelas, cortometrajes, discos y videoclips, Natalia Oreiro estrena el próximo jueves una nueva comedia, “Casi muerta”, esta vez dirigida por Fernán Mirás. Dialogamos con ella.

Periodista: Su primera película fue “Un argentino en Nueva York”, con Guillermo Francella. Contaba el director Juan José Jusid “Ella ya tenía su fama, pero igual quiso hacer un casting. Me sorprendió esa humildad”.

Natalia Oreiro: ¡Mi primera película! Y sigo haciendo castings. Creo que un actor debe ser transparente y aceptar sus límites. A mí el casting me permite conocer mi techo y trabajar para superarlo. Y al director le permite saber qué actriz le conviene. Después habrá cierta confianza, porque te has ganado el personaje por tu capacidad interpretativa para ese papel. Y si no te eligen, no es que sea mala, sino que el personaje no era para vos. No todos pueden hacer todos los personajes. También puede ser que no te llamen porque no estás en el radar del productor, o no te imagina para ese papel.

P.: El productor de “Las vidas posibles” dice que usted lo llamó para participar en el casting y creyó que era una broma telefónica de otra persona.

N.O.: Se sorprendió al verme después en la puerta. Había ido en bicicleta, me acuerdo. Eso fue para un papel pequeño, y bueno, que-dé. Tenemos una película con Sandra para hacer en algún momento.

P.: ¿Prefiere hacer dramas o comedias?

N.O.: Mis primeros pasos fueron en la comedia. Es lo que más empatiza con mi personalidad. Soy optimista, alegre (también tengo mis días, ¿no?), en general intento que el humor me salve de las situaciones trágicas, como sucede en “Casi muerta”. Uno se ríe de lo trágico de la vida. El drama me da un abanico quizá mayor de posibilidades interpretativas porque se aleja más de mí. Eso me fascina, que alguien no reconozca en la pantalla mi risa, la mirada, el drama me da mucho crecimiento, pero también me deja muy cargada emocionalmente. Muy cargada. Porque los actores encarnamos. Y en esa encarnación uno pone no solo el cuerpo, sino que debe atravesar literalmente el sufrimiento del personaje que le toca. Me pasó con “Santa Evita”, hacer Eva me daba mucho miedo. Me pasó también con “Gilda”, terminé muy angustiada.

P.: ¿Y con “Infancia clandestina”?

N.O.: Esa también. Era un tema muy duro, tenía encima la cámara de Benjamín Ávila, el director, y era su historia, yo era su mamá. Fue meterme en un viaje, pero él confió en mí y eso me dio seguridad. Siento que después de ese drama, y de “Francia”, de Caetano, que fue anterior, me dieron la posibilidad de hacer otra clase de papeles, como las series “Entre caníbales” o “Iosi, el espía arrepentido”, que pronto empieza su segunda temporada. Con Benjamín tenemos, para rodar en abril o mayo, “La mujer de la fila”, basada en un hecho real, que habla de las mujeres que hacen fila en la puerta de la cárcel para visitar a sus familiares, todo el proceso que deben atravesar, porque, de quienes van a visitar a los presos, la mayoría son mujeres. Rara vez un hombre.

P.: Además de los citados trabajó con Ariel Winograd, Eduardo Mignogna, Lorena Muñoz, Martín Sastre, Martino Zaidelis, el de “Reloca”, y otros buenos. ¿Cómo fue trabajar con Fernán Mirás?

N.O.: Tiene un gran sentido del humor, es un gran compañero, un hombre al que no le da vergüenza ser tierno y, como es actor, todo el tiempo te está tirando cosas desde el punto de vista del actor, no del director. El rodaje de “Casi muerta” se atrasó mucho porque él cayó enfermo, tuvo que atravesar una situación parecida a la de mi personaje, y eso hizo que yo me entregara a lo que quizás el año anterior hubiera considerado que era imposible que mi personaje dijera o hiciera. Pero, “si vos me decís, lo hago”. Yo jamás habría hecho lo que hace mi personaje, no me reconozco en ese personaje, y sin embargo funciona. Funciona, por la mirada de Fernando.

P.: Esa comedia tiene un humor un tantito ácido.

N.O.: Muy ácido. El es así. Con él nos pasaba de ir a un velorio y salir tentados de risa. Un poco también porque ahí nos encontramos con la Muerte, que es como una prima lejana que aparece de golpe en una reunión y uno le dice “no, no, yo no te invité”.

P.: “Infancia clandestina”, “Gilda”, “Santa Evita”, “Hoy se acaba el mundo”… ¿Piensa a veces en la Muerte?

N.O.: Me pasan dos cosas. Desde que fui mamá empecé a tener miedo de que me pase algo y mi hijo quede huérfano de madre. Jamás había sentido miedo a volar, a sentir el bamboleo de un barco, y ahora me pasa. Después está el deterioro físico, quedar en esta vida sin poder vivirla porque el cuerpo dijo basta, o que la cabeza se nos vaya. Peor, que nos toque sufrir la injusticia de una muerte joven, porque uno solo se prepara para la muerte de la gente vieja. Y está la otra cosa: encontrar un día que ha traicionado a esa niña que soñaba con algo. Eso creo que es la muerte en vida. Cuando iba a la escuela, en el cuaderno de notas me pusieron “Conversa y dispersa”. Es una calificación graciosa, después quise ponerla como título de mi primer disco y no me dejaron.

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