“¿Qué le puede ofrecer el mundo a la Amazonia?”, fue la pregunta, casi desafiante, del titular de la poderosa bancada ruralista del Congreso brasileño (cuenta con más de la mitad del total de los escaños), durante la reunión sobre Políticas Públicas que organizó la Fundación Barbechando, en los salones de la Bolsa de Cereales, en Buenos Aires. La reunión coincidió con el anuncio, en el Planalto, de la política de apoyo a la agroindustria para este año, que vuelve a superar los u$s50.000 millones, contornos u$s25.000 para asignaciones específicas, y que permitió que Brasil se convierta en las últimas dos décadas en uno de los 3 principales proveedores mundiales del alimentos.

Por supuesto que las comparaciones, de parte de los locales, estuvieron a la orden del día, durante la reunión, y el prolongado cóctel que la precedió, aunque la política interna se llevaba el grueso de la atención. De hecho, las estimaciones de una inflación de junio por debajo del 7%; el eventual “ordenamiento” con el FMI (que luego se confirmó con el pago en yuanes y algo de las reservas, lo que permite seguir negociando); la segunda postergación del aumento a los combustibles, ahora hasta después de las PASO, o el nuevo acuerdo de precios que pretende el secretario de Comercio, Matías Tombolini, con productos que están por fuera de los “precios cuidados”, tienen a maltraer a los empresarios.

Obviamente, todo matizado con el escándalo del cierre de las listas (que no conformó a nadie); la escalada del tema del los diputados del Parlasur que amenaza con crecer más todavía, y el previsible demorado reconocimiento de la derrota de la oposición en Córdoba por parte del controvertido Luis Juez se iban mechando en los distintos grupos.