La economía elude la recesión, y le da la razón a la Fed y a los bulls

 La economía elude la recesión, y le da la razón a la Fed y a los bulls

EE.UU. esquiva la recesión, aunque los pronósticos no dan el brazo a torcer. Una retracción parecía inevitable a comienzos de 2023. Un año atrás, se llegó a registrar una recesión técnica (dos trimestres consecutivos en caída). No se discute hoy que fueron falsas alarmas. Más se revisan las cuentas nacionales, mejor y mejor luce la economía. En el primer trimestre, creció 1,1%, según la estimación de avance conocida en abril. En mayo, la cifra se corrigió a 1,3%. El resultado final, el viernes, trepó a 2%. En pleno empleo, y a todo vapor, se considera que el crecimiento límite de EE.UU. orilla 1,8%. ¿Qué más se puede pedir? El producto aumentó 2%, pero la demanda final lo hizo a más del doble de velocidad: 4,2% (al igual que el gasto de consumo privado). Hubo que echar mano a los inventarios para cubrir la brecha sin resentir las ventas. Una economía liviana de existencias debería ser capaz de mantener su buen tranco, sobre todo, dada la confianza efectiva del consumidor (y más recientemente, de los inversores en la Bolsa). En esencia, es lo que predice la Fed de Atlanta en su modelo en tiempo real: una expansión de 2,2% para el segundo trimestre que cerró el viernes. El consenso de los analistas, en cambio, cree que no excederá 1%. Mientras, el banco central proyecta 1% para todo 2023. Si el primer semestre promedió 1,5% / 2% -con una tasa de desempleo en torno a 3,6%- cómo no creerle a Jay Powell y su gente. Dos subas de tasa vienen en camino antes de fin de año. Así llegarán antes también que la meneada recesión.

Nadie duda del ajuste de un cuarto de punto en julio. Sin embargo, los mercados le compraron a la Fed la mitad de su discurso. La segunda dosis era materia muy opinable. Y se le asignaba apenas una chance en diez. Las cifras del PBI –y una reducción brusca de los pedidos de subsidios de desempleo– mudaron la visión. El propio Powell, que lleva tres semanas seguidas propalando el mantra de la doble vacunación, se envalentonó en la reciente conferencia del BCE en Sintra. Dijo que no había que descartar la posibilidad de aumentos de tasa en reuniones consecutivas. Así, después de julio, ¿vendrá otra suba en septiembre? Los futuros ya no lo toman en solfa. De concretarse, la tasa llegaría entonces a su nivel terminal, 5,25%. ¿Cuán probable sería? 20%. ¿Y que haya otro salteo y se gatille en noviembre? Más. Una chance en tres (el triple que una semana antes). El mercado spot (contado) del Tesoro también acusó recibo. La tasa de dos años se disparó y merodea los valores de principios de marzo, los de antes de la turbulencia bancaria cuando la Fed discutía un martillazo de medio punto para calmar una inesperada efervescencia laboral. En el otro extremo del arco, el viernes, la tasa de diez años arañó 3,87% en la antesala de la difusión de la inflación PCE. Como el número (de mayo) fue benigno descomprimió 10 puntos base, pero aun así escaló otro tanto en la semana. O sea, la curva de bonos acusó recibo de la data vigorosa. No obstante, retiene la pendiente invertida y su tenaz pronóstico de recesión (con una probabilidad de aprox. 70% a un año vista).

Wall Street no teme una recesión. Y cerró una espléndida primera mitad del año. El S&P500 avanzó 15,9% y el Nasdaq, 31,7%. Los retoques de tasa pendientes no le quitan el sueño. Son la contraparte que precisa el aterrizaje suave para que la inflación no arruine la experiencia. Es un modesto peaje a pagar para conducir el rally por autopista. Y las cuentas nacionales no le cambiaron la óptica. Al revés, confirman la intuición del flamante mercado bull. Más aun, la banca aprobó el examen de estrés de la Fed y sumó otro espaldarazo (y mayores dividendos). Desde ya, la timidez del avance original trocó el último mes en un desborde de entusiasmo. Que el valor de Apple supere tres billones de dólares le dio más piernas a la embestida récord del Nasdaq 100 (+38,7%). Pero, el mercado bull, ya se dijo, necesita otro sostén: debe ampliar la participación en la suba. Y en ese empeño está aunque los reflectores apunten a la fiesta de las tecnológicas. La tendencia promisoria que se estrenó en junio es que el Russell 2000 (+7,2%) revivió y ahora crece más que el Nasdaq. Con tantas compañías pequeñas que no son rentables será un desafío ver cómo se comportan cuando se corrija la burbuja de confianza y se quiebre la calma chicha de la volatilidad actual. Muy presumiblemente, junto con el arribo de los nuevos balances.

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