Kate Morton regresa a las estanterías con ‘De vuelta a casa’

La tarde de Noche Buena de 1959, un vecino de Adelaida del Sur, Australia, halla a la familia Tuner muerta.

Habían salido de pícnic, y de lejos, parecía que todos dormían. La madre, Isabel, y los hijos, Matilde, Evie y William. La cesta de la bebé recién nacida, Thea, descansaba sobre la rama de un árbol.

Esta lúgubre escena abre ‘De vuelta a casa’, la nueva novela de la escritora australiana Kate Morton, que se publica tras cinco años de silencio.

La obra mantiene la narración a dos tiempos, característica habitual de sus novelas, esta vez debatiéndose entre la incomprensible muerte de los Turner y la vida de Jess Turner-Bridges, en 2018.

Para Morton, la novela empezó en 2020, con el anuncio del confinamiento. En aquel momento, la escritora se enfocaba en un libro sobre la Segunda Guerra Mundial, del que tan solo había logrado avanzar 20.000 palabras.

“Íbamos a viajar a Australia para Semana Santa, pero con la llegada de la COVID-19 decidimos adelantar el viaje, y sin planificarlo, nos volvimos a instalar en Australia”, señaló la autora en una entrevista.

Una vez ahí, Morton adquirió, junto a sus hijos, una finca lejana a la ciudad. Se dejó cautivar por los paisajes de su infancia y por una antigua casa de Clare Valley. Dejó de lado la obra previa y empezó a escribir sobre aquella casa peculiar, construida al estilo británico, en el árido paisaje australiano.

Sin embargo, pese a dejar atrás Inglaterra, escenario de sus novelas previas, la superventas ahondó nuevamente en un tema recurrente: los lazos familiares y los secretos que ocultan.

El misterio arranca con Jess, una periodista desempleada que vuelve a su Sídney natal de Londres a despedirse de su octogenaria abuela. Nora la crio tras que su madre la abandonara a los 10 años, y frente a la lealtad que le debe, esta empieza a investigar lo que parecía aquejarla antes de morir.

Es así que Jess descubre el oscuro secreto familiar de los Turner: la muerte de parte de la familia a manos de alguien inesperado, la desaparición de la pequeña Thea de la escena del crimen, y el hallazgo de sus restos veinte años más tarde. Pero este resulta ser solo uno de los secretos que guardaba Nora. Conforme la obra avanza, el lector se involucra más en esta desgarradora dinámica familiar, y en las terribles consecuencias de lo que no se dice.

“Siempre que alguien me dice que en su familia no hay secretos, les contesto que seguro que sí, aunque quizá no sepan dónde están. La gente toma decisiones sobre qué cuenta y qué no: los secretos es una de las maneras más fructíferas de conocer a la gente. Eso te habla mucho de una persona y para mí, al escribir de personajes, esa es una parte muy importante. No obstante, no se puede obviar que los secretos son veneno para la psiquis”, aseguró.

La maternidad es otro tema central de esta novela, uno que Morton plasma con gran destreza, y que genera en el lector dudas sobre sus propias capacidades frente a la empatía.

“Nora es el resultado de sus propios miedos. Tiene su manera particular de ser la madre de Polly (su hija) y de Jess (su nieta). Comete errores que luego cada quien tendrá que interpretar y juzgar según lo que sabe de ella y la época que le tocó vivir. Por otro lado, Polly, como madre de Jess, toma decisiones muy difíciles: al principio la juzgamos, porque ¿qué tipo de madre abandona a su hija?, pero luego la entendemos”, afirmó la escritora. 

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