Los 3 pilares de la teoría de los detalles y por qué son importantes en nuestra vida profesional

 Los 3 pilares de la teoría de los detalles y por qué son importantes en nuestra vida profesional

Empiezo este artículo recordando una conversación reciente con una referente en reclutamiento de ejecutivos, una headhunter encargada de dar con el talento sobresaliente que se busca para los puestos directivos. Ella señalaba que en más del 70% de los casos quienes se postulaban y llegaban a las entrevistas, si bien algunas personas tenían las competencias necesarias, finalmente eran rechazados por pequeños detalles que revelaban la poca atención a la forma de relacionarse con los demás, la consideración y el respeto al expresarse y su falta de cuidado en temas básicos, como el llegar a tiempo, el aliño personal y el interés genuino por la posición laboral.

Aunque no siempre estemos en el trabajo, las pequeñas cosas pueden marcar una gran diferencia y suelen ser las que más nos llaman la atención a la hora de evaluar el carácter y la forma de ser de alguien.

Los detalles suelen marcar la diferencia entre lo normal y lo extraordinario, y suelen tener el mayor impacto. Por eso, uno de los pasos necesarios si quieres tener éxito como profesional, es cuidar que tu vida personal y laboral estén alineadas con tus valores fundamentales.

No es necesario que el trabajo encaje con todos los valores que tienes, aunque sí con un puñado de ellos, porque de esa forma no se convertirá en tedioso para ti, y luego, descuides el enfoque y la atención hacia la calidad y la excelencia que casi siempre se persigue.

“En el detalle está el cuadro”, afirma la periodista, escritora y amiga Valeria Schapira. Coincido en que los detalles son la sumatoria de pequeños aspectos, casi insignificantes, que cobran relieve cuando faltan, por ejemplo, en una entrega de un proyecto, una conversación, una presentación y en las relaciones sociales.

Ser detallista no significa ser obsesivo ni perfeccionista, ya que ese rasgo no existe en el plano humano. Aunque, sin dudas, atender este aspecto representa un nivel de calidad superior en lo que haces.

Por ejemplo, los detalles están en el orden, la limpieza, la pulcritud, las ideas estructuradas de manera clara y concisa, la comunicación efectiva y los vínculos que contemplan no sólo tu propio interés sino observar las necesidades ajenas.

En comunicación siempre decimos que “todo comunica”, por lo que los detalles no son la excepción. Cuando cuidas este aspecto, mejorarás notablemente la percepción de los demás hacia tu desempeño, tu calidad humana y profesional y, sobre todo, tu satisfacción interna de algo bien hecho y bien terminado.

Es como una prenda de muy buena calidad: los botones están bien cosidos, y ha sido cuidada de principio a fin. Lo contrario será una pieza a la que le cuelgan unas hilachas por acá y algo torcido por allá. Lo mismo que pasa con las personas que no se fijan en los detalles.

Para comprender la dinámica de los detalles, te propongo dividirnos en tres grandes pilares:

-Detalles hacia afuera (lo que mostramos)

-Detalles hacia adentro (lo que no se ve)

-Detalles desde la esencia (la génesis, el origen)

Los detalles hacia afuera se relacionan con la identidad pública, lo que los demás perciben al interactuar contigo, y quizás tú no eres consciente, o sí. El punto aquí es que esa observación que proyectas crea la reputación de cómo eres, y, quieras o no, eso define en gran parte lo que quedará como tu imagen proyectada. Son los más observables y evidentes de tu comportamiento.

Los detalles hacia adentro tienen que ver con tu identidad privada, lo que no muestras hacia las demás personas, y son la trama de pensamientos, ideas, preconceptos, juicios hacia ti y los demás, y formas de hacer que nacen desde el interior. De la calidad de tu mundo de las ideas y pensamientos internos, depende en gran parte el resultado que reflejarás hacia afuera, en forma de acciones, conversaciones y la construcción de tu realidad.

Luego, los detalles desde la esencia son los que subyacen en tu mundo interior. Tienen su origen en la educación, la crianza, la forma de ser y de hacer las cosas y en las costumbres. Están basados en tu escala de valores que ha determinado qué es relevante y qué no en cuanto a tu puntillosidad y prolijidad.

En la conversación con la cazatalentos de la que te hablé al principio, esbozamos algunos motivos por los que muchas personas se olvidan de los pequeños detalles y los dejan pasar, como si fuesen algo menor, y eso desluce casi todo lo que hacen y pierden oportunidades que podrían ser valiosas para ellas:

1) Hay gente que se centra demasiado en el resultado y se olvidan del proceso.

2) También existen personas demasiado relajadas y pocas afectas a la calidad total, por lo que caen en la procrastinación y la dejadez.

3) En sus actividades puede haber una cultura de la mediocridad que afecta el nivel de detalle en la atención y calidad de lo que haces, porque el entorno nos modifica.

4) Haber crecido en una familia en el que no se hacía mucho hincapié en el cuidado de los pequeños detalles también determina el nivel de detallismo.

5) Tener una ética de trabajo diferente le da una idea a ciertas personas de que lo que hacen está en su nivel de calidad óptimo, mientras que, comparado desde otra perspectiva, deja mucho que desear. Por ejemplo, en una empresa sería acertado establecer expectativas de antemano para saber cuál es la medida que se utilizará para evaluar el resultado.

Si consideras que eres una persona poco afecta a los detalles, estos tips pueden ser de utilidad si quieres mejorar:

Facilitador y Máster Coach Ejecutivo, especializado en alta gerencia, profesionales y equipos.

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