Diálogos de Wall Street

 Diálogos de Wall Street

Periodista: Es una semana cargada de nueva información y los mercados están relajados como pocas veces. La inflación de junio se da por buena de antemano. Y se descuenta que la variación interanual se derrumbará a 3,1%. Comienza la temporada de balances, y se sabe que serán malos, pero también se cree que (por amplio margen) resultarán mejores que lo que puede temerse hoy. No se discute el aumento de tasa de la Fed a fin de mes pero otra vez se descarta que vaya a aplicar la segunda dosis prometida. ¿Es el fin del ciclo de suba de tasas y del dólar fuerte? ¿Es el comienzo de un recreo, como sugiere el mercado bull de la Bolsa?

Gordon Gekko: Entiendo que es un shock térmico, en buena medida, provocado por un equívoco que se despejó, por suerte, muy rápido. Creímos que la economía volvía a recalentarse (con los 497 mil nuevos empleos netos creados en junio, solo en el sector privado, según el informe ADP) y un par de días después el diagnóstico oficial nos devolvió la calma. No hay desborde. Se enfrío la data y se enfriaron los nervios.

P.: El mercado de trabajo se desacelera como el doctor lo ordenó.

G.G.: Es una maravilla. Son 209 mil puestos nuevos, la cifra más moderada en dos años y medio. O sea, el ajuste de tasas no ha sido en vano ni dañino, y no se queda corto tampoco. En esta confusión de dos días se ensayó un breve zafarrancho de combate. Y no hay mal que por bien no venga. Fue muy útil e informativo.

P.: Las tasas de interés se dispararon. La tasa de 2 años llegó al 5,12%. La de 10 al 4,09%.

G.G.: Y se hizo carne la lógica de las dos subas extra de tasas que planteó la Fed tras su última reunión. Sumar medio millón de empleos en un mes era un ritmo insostenible que Powell no iba a poder soslayar.

P.: No pasó de ser un fallido estadístico. ¿O no?

G.G.: Sí, pero ¿qué data es la que está mal? ¿La de ADP o la del Gobierno? Lo sabremos con el tiempo. Se le pone mucha unción a informes que después se revisan sustancialmente y hasta pueden cambiar de signo. Digamos que la data oficial es más verosímil. Cuadra sin esfuerzo con el contexto mientras la de ADP luce como un exabrupto. Aun así, funcionó como un experimento. ¿De qué recesión estamos hablando? ¿Hasta cuándo la vamos a esperar? Ojo que la construcción resucita y nos puede dar una sorpresa. ¿Cuánta fortaleza hay en los bonos, por ejemplo? No los afecta que el Tesoro agrande sus emisiones para rearmar un colchón de liquidez, pero, ¿una economía recalcitrante, y una batalla más prolongada, se podrá financiar por debajo del techo de 4,30%? ¿O habrá que pensar en un escalón más alto para poner paños fríos? Y también en una hoja de balance de la Fed más chica si hay que moderar al sector inmobiliario.

P.: ¿Todo eso se puso sobre el tapete?

G.G.: Y después se retiró de prisa, porque la información pintó otra realidad. Ese fue el experimento. Un juego de contrastes. Dejó, por ejemplo, la nítida impresión de que el dólar fue incapaz de trepar ni siquiera con la suba intempestiva de tasas.

P.: Si lo que no mata, fortalece; lo que no fortalece...

G.G.: Un dólar débil hacia delante es ahora una convicción muy fuerte. Las tasas de 2 años que rompieron 5% volvieron rápido por debajo y con ellas la idea de que la Fed probablemente se conforme con una única suba, el 26. ¿Tiene lógica? No se tomarán decisiones graves sobre una base magra de data que puede ser tan resbaladiza. Esa es la razón. O sea, la Fed puede gatillar de nuevo pero antes debe consolidar la información. Podrá volver a actuar en noviembre, a lo sumo. Y para eso falta una eternidad.

P.: ¿Qué me dice de la confianza anticipada en la inflación de junio?

G.G.: Se espera 0,3%. Nada extraordinario. Se sabe que junio 2022 arrojó un aumento de 1,2% y si se lo reemplaza por el nuevo dato, la comparación interanual baja a 3,1%. Casi la tercera parte del pico de inflación de 9,1% un año atrás. Pero el mérito principal es del segundo semestre de 2022. No es novedad. Eso promete, eso sí, buenos titulares de prensa. Y poder tomar prestada la desinflación de China como si fuera propia a los fines de inflar el optimismo. “El S&P500 podría volar 100 puntos con el número de inflación”, dice un analista reputado, Tom Lee, quien ya ajustó, mucho más, su proyección a fin de año. No esperó a ver tampoco los balances. Si ya “anticipan” una caída de 7,2%, con que sea solo la mitad o un tercio, será un éxito. ¿Estamos ante un recreo? Bueno, sí. La idea es que vamos a jugar con una vara baja y fácil de superar.

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