En ocasiones puede observarse como algunos consultores de empresas afirman que las compañías son (o intentan ser) simplemente equipos de élite. Máquinas perfectamente aceitadas, en las cuales sus colaboradores apenas son engranajes altamente competentes (en el mejor de los casos) que aportan a su funcionamiento grupal.

En mi experiencia y por estas razones, innumerables organizaciones se gestionan de esa manera, generando ecosistemas de trabajo divorciados de las expectativas laborales que hoy tienen cada vez más profesionales, en especial los mejores talentos y las nuevas generaciones.

Esta visión deshumanizada de las empresas nos lleva a entender desde otra perspectiva la Gran Renuncia, y a pensar en la necesidad de producir un cambio cultural importante en relación a cómo vemos y gestionamos los ecosistemas de trabajo.

No obstante, y haciendo un paralelismo con el mundo deportivo, la experiencia nos lleva a ver que equipos llenos de grandes figuras en oportunidades no logran sus objetivos, y en muchos casos no funcionan precisamente como equipo.

El bienestar laboral no es incompatible con la productividad, la profesionalidad, la competitividad y los resultados. Por el contrario, las potencia.

Las nuevas generaciones ya lo entendieron, lo tienen incorporado a su ADN y a su visión del mundo laboral. De hecho, una de las preguntas que se reiteran en las entrevistas de trabajo, por parte de los y las postulantes, está relacionada con las políticas corporativas vinculadas al salario emocional que tiene el contratante.

Si las organizaciones quieren tener en sus equipos a los profesionales de élite de dichas generaciones, es hora que comiencen a visualizarlo y a aplicarlo.

Primero las obviedades. Todos venimos de una familia y formamos nuestra propia familia. Los valores que aprendemos, la forma de conducirnos en la vida y el modo de asumir compromisos, generalmente los incorporamos dentro de una familia.

Nuestra naturaleza es familiar. Ignorarlo puede resultar peligroso. Al menos, si se busca retener talento crítico, generar buenos equipos de trabajo y lograr resultados.

Al final de cuentas, venimos de una familia y siempre nos vamos a sentir cómodos en ella.

En segundo lugar los emprendimientos provienen de ambientes familiarizados:

Luego los hechos. Entre el 70% y el 95% de todas las empresas existentes a nivel global son familiares, por ende, es muy probable que estés trabajando en una organización que haya surgido de un emprendimiento familiar.

Las empresas familiares generan entre el 70% y 90% del PIB mundial al año. También crean entre el 50% y el 80% de todos los puestos de trabajo.

Trabajar en entornos familiares, parece auspicioso.

En cuatro lugar, un equipo profesional debería estar integrado por miembros de élite, por supuesto. Pero de ninguna manera es un problema generar espacios en los que todas las personas que forman parte de esos equipos talentosos se sientan familia.

Está comprobado que los ambientes familiares generan fidelidad, compromiso, empatía, solidaridad, resiliencia, comunicación, adaptabilidad. Todas ellas características y habilidades indispensables para poder avanzar con éxito en un cambio de época con escenarios dinámicos e impredecibles.

Un equipo suma jugadores. Una familia suma miembros (de otros apellidos inclusos) que la sienten como propia, pero además forma equipos en ambientes estimulantes y conectados con las características que hoy buscan las personas en las organizaciones en las cuáles eligen trabajar.

Una empresa competitiva e híper competitiva que cultive el bienestar laboral siempre va a ser más atractiva para los mejores talentos, que una empresa que solo es un equipo.

Por más que muchos estén habituados a trabajar en empresas que no cultivan los valores familiares entre sus colaboradores, es importante no acostumbrarse a ello.

Los valores de las familias resultan a la postre, ser los valores que ¨compran¨ los consumidores cuando adquieren sus productos y servicios. Razón por la cual, resulta fundamental trabajarlos en las compañías y trasladarlos a la comunicación de lo que se vende.

Hay muchas empresas que sí lo hacen, y muchos rankings de bienestar laboral así lo reflejan.

Por último, una empresa está integrada por personas que forman parte de una familia. ¿Por qué razones estarían interesadas renunciar a sus raíces, si un ambiente similar puede llevarlos al éxito, cuidando su calidad de vida?

Digo esto porque allí está la unión integral de la humanidad. En las raíces, en las familias.

Si hacemos un corte imaginario a 70 cmts de la tierra, tal vez descubriríamos que estamos unidos por las raíces. En términos de transformación digital, estamos unidos a través del wi-fi y la red de redes: Internet.

Pero más allá esas de esas conexiones, las personas estamos unidas a través de familias.