Editorial: ‘Debate’ insustancial

Es inmensa la diferencia entre el debate que se dio en Argentina y el que vimos en Ecuador. Un moderador debe llamar a la tranquilidad, pero tiene que procurar que se dé un espacio a la confrontación, al posicionamiento de ideas, pues esa es precisamente la naturaleza del debate: exposición y contraposición de criterios, de posturas, con la posibilidad de rebatir con convicción los planteamientos del otro. En el caso ecuatoriano un candidato representa al mundo empresarial, la otra candidata se nutre del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla; en consecuencia tendría que haberse notado lo disímiles de sus propuestas. Sin embargo, no se vio a un empresario defendiendo con ardor al sistema con el que se identifica, ni poniendo en evidencia a su contendora, calificando de malos los postulados del SSXXI y a sus líderes, que sostienen que hay que mantener pobres a los pobres porque si se vuelven de clase media y progresan se hacen de derecha. Debió asimismo darse cabida al humor inteligente, pues podría haberse hecho referencia a que una candidata de izquierda usa personajes imaginarios de Marvel de ultraderecha para decir que va a combatir la corrupción. Los presidenciables no estaban rindiendo un examen de buen comportamiento, estaban allí para demostrar la esencia misma de la que están constituidos cada uno de ellos. Plano, insustancial y vano fue este remedo de debate.

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