Complacencia

En los últimos meses, numerosos informes de la prensa económica, nacional e internacional, han destacado significativos movimientos de empresas y países en torno a la expansión de operaciones, inversiones y producción de litio, dada la relevancia de este mineral para la producción de baterías de vehículos eléctricos o para aumentar la capacidad de almacenamiento de energía. Una economía de transición con miras a la carbono neutralidad depende sustancialmente de la capacidad de producir litio de manera sostenida y con certeza hacia los mercados.

Precisamente, ayer se conoció la decisión de la minera Rio Tinto de adquirir por US$ 6.700 millones Arcadium Lithium, que es la principal productora de litio en Argentina. Arcadium, a su vez, fue fruto de la fusión en el último año de Livent y Allkem, con el fin de aprovechar las oportunidades e incentivos de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos, de modo de posicionar a esta nueva empresa como la tercera más importante hacia el 2027, con operaciones de explotación en Argentina y Australia.

Por su parte, Albemarle ha anunciado planes para triplicar su capacidad de producción al 2030, para lo cual está ampliando sus operaciones en minas de Australia y EEUU. El Gobierno de este país le entregó US$ 240 millones en subvenciones y préstamos para su proyecto en Carolina del Norte, los que van de la mano de contratos con gigantes como Ford, implican asegurar el suministro de 100 mil toneladas de hidróxido de litio y la producción de baterías para tres millones de vehículos.

También de la mano de IRA, la coreana LG Energy Solution ha consolidado durante 2023-2024 su liderazgo como fabricante de baterías de litio mediante la expansión de su producción, asegurando la firma de acuerdos de suministro sobre la base de sus operaciones en Australia.

En todo este cuadro, Chile, que posee el 34% de las reservas mundiales de litio -la mayor proporción global- asoma tímidamente con un anuncio de exploración del potencial de sus salares en el norte, estrategia que está supeditada a que no haya conflictos con comunidades locales, grupos activistas o decisiones de funcionarios regionales que, eventualmente, consideren que no se cumplen las condiciones para llevar a cabo la explotación de estas riquezas. El triunfalismo y la complacencia son aliados peligrosos cuando a diario vemos que en otras latitudes se firman acuerdos concretos en torno al litio, con empleos e inversiones efectivas, en lugar de promesas de un futuro que tal vez no llegue.

Así, lo que se demanda de los tomadores de decisión es entender que, en el mundo del crecimiento y el desarrollo productivo, tan necesarios en una economía que no despega, se requiere mucho más realismo y pragmatismo, que permitan al país aprovechar sus ventajas estratégicas.

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