Regata Guayaquil-Posorja: Remeros luchan por "sobrevivir" a la falta de recursos

Cuando se dice que la regata Guayaquil-Posorja sobrevive al paso del tiempo gracias a los remeros que en ella compiten, es una realidad. Este Viernes Santo, cuando zarpe la edición 84 de la competencia a remo más larga del mundo por las 49 millas náuticas (90,7 kilómetros) que se recorren, la historia premiará a los deportistas que un año más se han buscado la manera de costear a puro corazón su preparación previa.

No hay grandes marcas que los auspicien, ni presupuestos de organismos deportivos nacionales que los respalden, pero sí llevan consigo las ganas de que la tradicional prueba no muera, de ahí que muchos pescan, organizan ferias de comida y cualquier actividad para salir adelante y presentarse.

Cristhian Franco, capitán del equipo Astillero-Manuel Calle, quien suma ya 13 ediciones remando en la regata, cuenta que debido a la falta de dinero por parte del club y de la ayuda limitada de los organizadores, él y miembros del equipo se vieron obligados a organizar el domingo 2 de abril una feria de comida en su barrio (Noguchi y Colombia) para así recaudar fondos y comprar bebidas hidratantes, uniformes y demás implementos para la prueba que zarpará este Viernes Santo.

Hubo desde guatita, seco de pollo, bollo de pescado, entre otros platillos, para alcanzar la meta.

“Nuestro barrio nos ayudó muchísimo, así como de la gente que pasaba por aquí para sumarse a la causa. Al no tener dinero, los vecinos nos colaboraron con el pescado, el mondongo y el arroz para elaborar la comida. Ellos fueron una gran ayuda” dice con emoción.

El joven remero añade que las ganancias de la feria servirán para todo el equipo. “Algunos de mis compañeros se dedican a la pesca y no ganan mucho, casi no les queda nada de dinero luego de horas y horas de esta actividad, pero lo poco que les queda lo usan para ayudar al equipo”, se confiesa.

Jair Díaz, capitán del equipo Liga Deportiva Estudiantil, refleja otro de los casos de esfuerzo y sacrificio de los competidores en la regata. Confirma que cuando dicen que reman más de 7 horas sin parar “por amor a la camiseta”, en muchos casos es así, tal cual.

La falta de recursos para poder costear su preparación es una realidad, sufren el mismo problema año a año.

“Para este 2023 el equipo ha brindado el apoyo necesario y estamos muy felices por eso. Sin embargo, años anteriores nos tocó realizar autogestión como rifas y venta de comida para costear ciertas cosas”, precisa el remero, quien afirmó que este año tratarán de hacer lo mejor posible para adjudicarse el primer lugar.

Casos como esos, muchos. Son 14 embarcaciones, cada una lleva de 4 a 5 remeros, dependiendo la categoría; lo que no cambia son las ganas de no dejar morir una competencia cada año más venida a menos.

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