“Los padres muchas veces nos consolamos con las horas que hemos dedicado a los hijos, hablamos de tiempo de calidad, pero la verdadera métrica que tiene que aplicarse es el tiempo que los hijos requirieron de uno, y muchas veces eso nos deja en un déficit importante”.Mario Marcel Cullell, a pesar de ser conocido como un hombre de pocas palabras, fue quien pronunció estas que cayeron en ese salón como un rayo que partió el aire. Lo emocionaron a él y también a la ministra Vallejo, que estaba a su lado. Recién había dejado el Ministerio de Hacienda, esgrimiendo justamente razones personales y familiares. Era tiempo de enfocarse más en el espacio íntimo y menos en el territorio público. Su salida la hizo vestido de traje oscuro, camisa blanca y una colorida corbata con motivos de La noche estrellada, de Van Gogh.En la ceremonia de cambio de gabinete lo acompañaron sus dos hijas mayores y una nieta. Se sentaron discretamente cerca del emocionado padre y abuelo.El ahora exministro tiene cuatro hijos. Los tres primeros son con su primera esposa, la psicóloga Ana María Olivares. De ese matrimonio nacieron Bethania, también psicóloga; Valentina, traductora y profesora de inglés; y Jordi, realizador y productor audiovisual. Con su segunda mujer, la periodista Pamela Albornoz, son padres de Benjamín, de 15 años.Quienes han conversado con el exministro explican que en su fuero interno fue tomando fuerza la idea de que había situaciones familiares que ameritaban su completa atención, algo incompatible con un cargo tan demandante como el Ministerio de Hacienda. Esa es la principal y primera razón. Aunque también, reconocen, esto se mezcla con una sensación natural de cansancio fruto de los tres años y medio en el ministerio, a los que se suman otros cinco en la presidencia del Banco Central. El economista considera además, y lo ha dicho en sus discursos estos días, que parte fundamental de la tarea que se le encargó está hecha: la economía está estabilizada y reformas como la de pensiones ya son una realidad.La primera vez que Marcel le planteó el tema al Presidente Boric fue en abril y el mandatario, dicen, lo entendió. Pero fue hace tres semanas que el exministro le comunicó a su jefe que la decisión ya estaba tomada. Solo había que buscar el momento adecuado, pero sabían que no podía ser más allá de este mes, porque si entraban a la discusión del Presupuesto 2026 ya no podría dejar el cargo hasta que el proyecto estuviera aprobado.Aparte de las finanzas, a Marcel le gusta la arquitectura. Casi estudió esa carrera, pero se decidió por ingeniería comercial. Pero el gusto le queda: remodela o redecora casi todas las casas donde ha vivido. Además, es fanático de los Beatles -en especial de John Lennon-, del jazz, del rock argentino. Le encanta el tango Cambalache. La película que más ha visto es El secreto de sus ojos. Es también un reconocido adicto a los Mini Cooper. Dibuja comics. Y si puede elegir un plato nacional, opta por congrio frito con ensalada chilena.Después de meses de rumores de que el entonces ministro de Hacienda, Mario Marcel, era pareja con la titular de Interior, Carolina Tohá, ella rompió el silencio. Fue en una entrevista en La Tercera, en mayo pasado, en plena campaña como candidata del Socialismo Democrático a las primarias. “Desde hace un tiempo somos pareja con Mario Marcel”, confesó Tohá. Allí contaba que el romance había comenzado en su primer año de ministra, 2022. “Se fue dando de a poco, muy gradualmente… No fue de la noche a la mañana”.Luego de la publicación se armó un debate público: desde distintos lados opinaban si era prudente o no que el administrador de la billetera fiscal fuera la pareja de quien había sido ministra del Interior. Hubo críticas también de que no se hubiese transparentado antes. Consultado el propio Marcel por el tema, fue breve: “No me deja incómodo. Nunca he pensado que exista un conflicto de interés (…) Es una situación que concierne a la vida privada”.Se habían conocido en los ‘90. Ella misma lo había recordado a inicios de enero de 2022 en un evento en honor de Marcel en Clapes UC. “Mario fue mi tercer jefe”, comentó, a propósito de cuando coincidieron laboralmente en la Subdirección de Racionalización y Función Pública en la Dipres. Con humor recordó cómo él elevaba levemente una ceja cuando algo le parecía bien, y cómo levantaba la misma ceja… cuando algo le parecía mal. Después siguieron siendo amigos, dijo Tohá, y coincidieron en otros trabajos.Hoy la pareja está fuera de los focos públicos. Ninguno ha especificado en qué. Marcel sólo aclaró que no está pensando en un cargo internacional. Tohá dijo que ella se saldría un rato de la primera línea. Ninguno ha manifestado disposición a integrarse al comando de Jeannette Jara.¿Cuál es su próximo proyecto? Quienes han conversado con Marcel cuentan que le entusiasma la idea de volver a escribir. Mientras estaba en el Central se las ingeniaba para escribir al menos dos papers al año, práctica que tuvo que abandonar al asumir en Teatinos. En particular, le gustaría redactar un libro, una crónica económica, que vaya desde el estallido social en 2019, momento en el que el ocupaba la presidencia del Banco Central, hasta sus años de ministro. Parecido a lo que hizo el expresidente de la FED, Ben Bernanke, en sus memorias sobre la crisis subprime. La idea la tiene en la cabeza, solo le falta sentarse a escribirla.

“Me entregué con pasión a esta hermosa tarea, luchando contra múltiples adversarios y escollos. Pido perdón por mis errores y doy las gracias por haber tenido esta extraordinaria oportunidad”. Con esas palabras Mario Marcel cerró un discurso de 20 minutos el jueves ante su equipo de Teatinos 120, tras el cambio de gabinete. “Enfrentamos muchas contingencias, muchas crisis y salimos siempre adelante”, esbozó; y agradeció “el apoyo de los colegas y del equipo de trabajo en la porfía y el sentido de responsabilidad que me hicieron seguir adelante, persistir, revisar, corregir”.“Me alentó mucho la frase que me repitieron en la calle que era ‘aguante, ministro’”, recordó y reveló que “uno de los momentos de mayor emoción en el cargo” fue cuando invitaron a conversar al ministerio al grupo de profesoras jubiladas que van todos los jueves a la Plaza de la Constitución a reclamar por la deuda histórica.El discurso también tuvo un espacio para recordar momentos difíciles. “En lo personal fue particularmente doloroso no haber podido cumplir las metas fiscales de 2024, evitando recurrir a fondos soberanos para su financiamiento”, dijo.“Tampoco pudimos avanzar lo suficiente en recuperar la confianza en las instituciones públicas, enfrentando, en cambio, diversos episodios de irregularidades y abusos que dañaron la imagen del servicio público entre la ciudadanía de manera muy injusta con los cientos de miles de funcionarios públicos que desarrollan correcta y dignamente su labor” (...) “Lamento no haber logrado avanzar en materia de descentralización, donde nuestros esfuerzos por desarrollar una administración regional más autónoma y capaz se vieron frustrados por episodios de irregularidades y una fuerte resistencia de la clase política”, sumó también.Otra tarea pendiente fue no lograr avanzar más rápido en la normalización de las condiciones financieras. “Este habrá sido el único Gobierno desde el retorno de la democracia que habrá convivido con una Tasa de Política Monetaria (TPM) sobre su nivel neutral durante toda su gestión. Lo mismo que un crédito estancado aún sin haber mediado una crisis económica”, dijo.Desde los cargos que ha ejercido, destacó haber sido “testigo de la esperanza de los más pobres, la mezquindad de los intereses corporativos, la generosidad de muchos servidores públicos y la desidia de unos pocos, la creatividad de emprendedores, la sabiduría de los trabajadores, el desaliento, la rabia, la violencia, la anomia, la satisfacción con un proyecto realizado. La arrogancia de los poderosos, las crispaciones políticas y también los grandes momentos de encuentro”.Y le dejó un mensaje a su sucesor, Nicolás Grau: “Quedan encaminadas también algunas tareas que se podrían completar en lo que resta del período del Gobierno y que ojalá el ministro Grau pueda apoyar y acelerar en los próximos meses”.Como buen economista, los números no faltaron en el discurso. Contó que como ministro hizo 240 viajes a Valparaíso para ir al Congreso, los que suman, ida y vuelta, 48 mil kilómetros. “Más que la circunferencia de la Tierra, que es de 40 mil”, graficó.En ese cálculo, Marcel aprovechó de agradecer a Juan Carlos, el chofer de la cartera, y al Honda Accord 2016 que los acompañó.Esos viajes a Valparaíso, fueron equivalentes a un total de 90 días continuados de reuniones en el Congreso.“Me tocó firmar 9.020 decretos, de los cuales 6.850 fueron decretos presupuestarios. Ingresamos 50 proyectos de ley con el 80% de ellos aprobados y despachados a ley, que significa más o menos el 40% de todos los proyectos de ley del Gobierno”, aseguró. Dijo que dio más de 350 entrevistas en medios de prensa, lo que, en papel, equivaldría más o menos a un Don Quijote de la Mancha.Además, juntando el tiempo que fue presidente del Banco Central con el de Hacienda, analizó y comentó 108 Índices Mensuales de Actividad Económica (Imacec) y un número similar de Índices de Precios al Consumidor (IPC) y encuestas de empleo, 35 Informes de Cuentas Nacionales, y 46 Informes de Política Monetaria (IPoM), Informes de Estabilidad Financiera (IEF) e Informes de Finanzas Públicas (IFP).“Voy a extrañar al Presidente Boric, con quien compartimos reflexiones, estrategias y aficiones. Admiro en él su honestidad y su curiosidad intelectual, su capacidad para reflexionar, su valentía para actuar y su profundo amor por Chile”, señaló. Luego de destacar a sus colegas ministros, a quienes calificó como “motivados y compresivos”, pidió un aplauso para la subsecretaria, Heidi Berner, y la directora de Presupuestos, Javiera Martínez. “Aprovecho de agradecer a la Dirección de Presupuesto, que es la que ha logrado hacer esta magia que con muchos menos recursos que en el pasado, igual se pueda atender las necesidades del país”, declaró.En los agradecimientos al staff, Marcel recordó a dos personas del piso 12, de su gabinete, que lo hicieron llorar en la mañana del jueves: sus secretarias Lilibeth Toledo y María Elena Huppenbauer. “A Mario, Mauricio y Alberto, que siempre han estado ahí atentos a traer un cafecito o un almuerzo”, sumó. Otro nombre en el que reparó fue en el del auditor ministerial, Gonzalo Sánchez. “No sé si es apropiado agradecerle a un auditor interno, si no compromete su independencia, pero realmente Gonzalo estoy muy agradecido de ti porque nos conocimos en otra época y cuando buscamos un auditor interno yo dije ‘bueno, yo conozco a alguien que está pintado para esto’”, sostuvo Marcel.

Javiera Martínez y Mario Marcel no se conocían. Cuando el Presidente electo Gabriel Boric le confirmó a Martínez que sería directora de Presupuestos (Dipres) a fines de enero de 2022, le transmitió que al día siguiente tenía que reunirse con Marcel, quien sería el ministro de Hacienda. Así, comenzaron las primeras reuniones entre los equipos, con mascarillas en medio del Covid-19, en “La Moneda chica”, en calle Cumming, y también en la casa que por esos días habitaba el futuro ministro en Providencia.En dichos intercambios, Marcel le transmitió a Martínez la principal tarea que tendría en el primer año de administración: aterrizar la realidad presupuestaria del país para llevar adelante el programa de gobierno, el que la ingeniera civil en minería conocía “al revés y al derecho”, dado su rol de principal asesora económica durante la candidatura de Boric. “Se complementaban bien, ya que Martínez conocía bien el Presupuesto 2022, los fondos especiales y las leyes que cambiaban. Y Marcel tenía clara la política económica que quería desplegar el Gobierno”, dicen quienes fueron testigos de los primeros meses de la dupla.Donde ambos coincidieron también fue en supeditar la implementación del programa de gobierno a una convergencia de las finanzas públicas. Martínez ha recordado en distintas instancias que la página 165 del programa de Boric señalaba explícitamente: “Nuestro gobierno tendrá como prioridad recuperar una trayectoria de consolidación fiscal creíble, con una reducción gradual y sostenida del déficit fiscal estructural”.Luego de un recorte de gasto histórico en 2022, con una caída de más de 23% y tras dos años de cumplimiento de la meta fiscal, en 2023 comenzaron las primeras polémicas que acorralaron a la directora de Dipres, donde Marcel se erigió como su principal apoyo en lo técnico y político.Primero, fueron los cuestionamientos por el Caso Convenios a mediados del 2023, lo que puso el foco sobre distintas autoridades y parlamentarios de Revolución Democrática (RD). En el caso de Martínez, militante de ese partido, se le cuestionaba su cercanía a Giorgio Jackson y a uno de los imputados, Daniel Andrade. También se mencionaron relajamientos de controles en el Presupuesto 2023, los que habrían facilitado los traspasos desde el Fisco a fundaciones. Incluso, la oposición se querelló en su contra, medida que fue finalmente desechada.En ese contexto, la directora de Dipres había tomado la decisión de replegarse y no participar en algunas etapas de la discusión del Presupuesto 2024, como la tradicional entrega del proyecto a la Mesa de la Cámara de Diputados, en octubre de 2023. Marcel, sin embargo, la instó a no esconderse, sino más bien enfrentar los cuestionamientos y tomarse el tiempo de explicar.“Es probablemente la mejor directora de Presupuestos que hemos tenido”, dijo en octubre de ese año Marcel, refiriéndose justamente al tamaño del recorte de gasto que tuvo que gestionar Martínez en 2022. Dicha frase lo persiguió durante los últimos años, debido a las críticas de la oposición por errores en proyecciones de ingresos y por el incumplimiento de la meta fiscal en 2024, pero el ministro nunca se desdijo, ni pública ni privadamente. De hecho, Marcel siempre pidió que Martínez lo acompañara a las sesiones más complejas en el Parlamento, donde se discutían proyectos de ley claves, como los cambios al CAE, la reforma tributaria, el royalty minero y la reforma previsional, entre otros.

En enero de 2022, el Presidente electo Gabriel Boric tenía 35 años y Mario Marcel 62 años, pero la diferencia de casi tres décadas no fue un obstáculo para que fuera designado como ministro de Hacienda, uno de los cargos clave de su futuro gabinete. Posiblemente, eso fue un plus.No eran cercanos, pero sí se conocían desde la época de diputado de Boric, quien valoraba su seriedad y apego a la responsabilidad fiscal, un sello que quería imprimir a su gestión y que le permitiría dos objetivos, según señala uno de los asesores cercanos al mandatario cuando armaba su equipo de ministros: “Tener en su equipo a un economista respetado en todos los sectores; y dar una señal de que sus reformas no iban a desequilibrar las finanzas públicas”.El “seguimiento” a Marcel había partido meses antes por parte de Boric, reconoce un integrante de quien estuvo en el segundo piso del mandatario. Al ser superado por José Antonio Kast (27,9%) en la primera vuelta presidencial de 2021 (donde obtuvo un 25,8%), la carta de Convergencia Social sabía que necesitaba “abrirse” a un apoyo mayor de la Nueva Mayoría y “ahí apareció Marcel, porque no estaba en los planes originales”, dice un integrante de la campaña.Marcel llegó a un comité político que estaba integrado por Izkia Siches (35 años), Giorgio Jackson (34 años) y Camila Vallejo (33 años). Pese a la diferencia generacional, logró ganarse su espacio, a tal punto que en la ceremonia de despedida del cargo el jueves pasado no extrañaron las lágrimas de la ministra de la Mujer, Antonia Orellana; y de la vocera, porque “Boric, Marcel y Vallejo fueron casi familia en estos tres años y medio”, cuenta un asesor de La Moneda.En medio de ese ambiente del jueves -muy marcado por el sello de Marcel de formar equipos-, se recordó que Orellana le regaló una corbata de dólares cuando se aprobó la Ley de Cumplimiento Tributario.

La relación Boric-Marcel se fue consolidando con el tiempo y “el Presidente le cumplió lo que le prometió al invitarlo a su Gobierno: hacerse cargo de la economía y encausar las reformar contempladas en el programa de la primera vuelta” de 2021, donde algunas incluso no se consideraron en la segunda vuelta, dice un ex asesor, que fue testigo de varias conversaciones en “La Moneda chica” cuando se estaba conformando el equipo de gobierno.Ya instalados en palacio, su relación “era de confianza total” no sólo desde el punto de vista técnico en las finanzas públicas, porque “Mario es dueño de una gran capacidad de análisis político y el Presidente valoró mucho eso en todo momento”, dice un cercano; y recuerda que, “en los consejos de gabinete, Mario siempre se daba un espacio no sólo para hablar de finanzas y economía, sino también del análisis político más comprensivo del progresismo y su agenda”.Aunque de equipos distintos, Boric y Marcel, comparten la afición al fútbol y también a la lectura. Hace poco Marcel le prestó al Presidente un libro acerca de la historia del Estado de Bienestar en Inglaterra.En el comité político si le pedían la opinión, él se refería a otros temas y varias versiones coinciden en que “quedó tranquilo” con la llegada de Nicolás Grau a Hacienda.“Al principio del gobierno hubo roces”, admite un asesor cercano a Marcel que luego agrega “pero su relación fue de menos a más y lo bancó en la interna en varios episodios polémicos, porque sabía que entendía de economía”.En el plano humano, señalan que la imagen de serio de Marcel que se le conoce en público es muy distinta a lo que ocurre en las reuniones internas. Muchas veces distendía el ambiente con alguna broma en el comité político, en un consejo de gabinete o una reunión; “era difícil pelearse con él”, agrega un excolega del gabinete; y si bien no era de ir a los asados en los primeros meses de gobierno sí participaba de las celebraciones de cumpleaños.También se le reconoce preocupado de su hijo menor, a quien siempre le dedicaba tiempo, con quien incluso fue a alguna reunión en “La Moneda chica” antes de asumir en el gobierno. También se le vio con él en el Grupo 10 de la Fach antes de abordar el avión presidencial rumbo a alguna gira internacional.Un asesor del mandatario señala que en el primer año de gobierno hubo una gira que marcó la relación Boric-Marcel. Fue a Naciones Unidas, donde habitualmente no va el titular de Hacienda, pero el Presidente solicitó que lo acompañara a Nueva York, donde Marcel armó una agenda para exponer el plan de gobierno ante inversores, sector privado y autoridades estadounidenses. Se transformó en el puntal económico de la administración entrante con reuniones que también incluyeron un encuentro en las oficinas centrales de BlackRock en Manhattan y hasta tomarse un café con José Luis Daza en la Gran Manzana.

El momento más oscuro de su gestión de tres años y medio en Hacienda se produjo el miércoles 8 de marzo del 2023. En plena conmemoración del Día Internacional de la Mujer -una fecha emblemática para el oficialismo, en particular para el Frente Amplio- el Ejecutivo sufrió una inesperada derrota, al rechazarse por apenas un voto la idea de legislar de la reforma tributaria en la Cámara de Diputados, una de las modificaciones más emblemáticas de la administración Boric y que buscaba agregar 3,6 puntos del PIB de mayor recaudación al Fisco para solventar políticas sociales como el aumento de la Pensión Garantizada Universal (PGU) y la reforma previsional.El hecho dejó en shock a parte importante de las autoridades presentes en aquella jornada en Valparaíso, incluidos asesores y diputados oficialistas. La situación era inesperada y estuvo precedida por el descuelgue -o derechamente la ausencia en la sala- de legisladores del FA en protesta por un incidente que tuvo el entonces ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, con la diputada ecologista Viviana Delgado, que terminó con la parlamentaria en la enfermería de la Corporación.Ya consumados los hechos, Marcel tomó un poco de aire y se recluyó en la sala correspondiente a la Segpres, a pasos del ingreso a la Sala de la Cámara, junto con la entonces titular de esa repartición, Ana Lya Uriarte, la subsecretaria y hoy ministra Macarena Lobos, y la entonces número dos de Hacienda, Claudia Sanhueza, junto con asesores, para analizar la estrategia a seguir.Según presentes, el ministro hizo un llamado a la tranquilidad, a analizar con racionalidad lo ocurrido y a pensar en un plan B. “Nos dijo que no había que bajar los brazos”, confidencian presentes en dicha cita. Marcel no se salió de sus cabales y encomendó analizar alternativas para retomar la tramitación del texto, aunque fuera de forma parcial.Calma que perdió, eso sí, minutos después cuando salió al Hall El Pensador de la Cámara para dar una primera reacción tras el rechazo, acompañado de diputados oficialistas. Ahí, culpó a gremios de pequeñas y medianas empresas (que circularon minutas con argumentos para rechazar el proyecto entre diputados de oposición) y también a agrupaciones empresariales que empujaron críticas hacia el proyecto.“Estoy seguro que van a celebrar quienes evaden impuestos y quienes los asesoran”, lanzó el ministro, en lo que muchos consideran su momento de mayor molestia hacia el mundo privado. Vamos a tener seguramente también una celebración de los grandes capitales, que ya no van a estar afectos al impuesto al patrimonio”, agregó.En esa jornada, Marcel exhibía una inusual barba estilo candado, legado de sus vacaciones de verano y algo pocas veces visto en su trayectoria, donde acostumbra usar una habitual afeitada. Luego del rechazo, el viernes 10 de marzo reapareció afeitado: “Concluí que la barba me ha traído mala suerte, así que me la corté”, sinceró ese día.Ya masticada la derrota y luego de un largo proceso de diálogo con privados, donde se abordaron alternativas como insistir con el proyecto rechazado en el Senado o dividir en distintas partes la reforma, casi un año después ingresó el proyecto de cumplimiento de las obligaciones tributarias, que revivió parte importante de la reforma rechazada. El texto fue despachado a ley a fines de octubre del 2024.En perspectiva, el 13 de agosto pasado, Marcel reflexionó sobre el error que cometió en ese momento, en una conversación con el académico de la Universidad de los Andes y exdirector de Presupuestos, Matías Acevedo: “Nos concentramos mucho en lo que haríamos en el Senado y no nos preocupamos demasiado de que había que salir de la Cámara primero”.El tema del fracasado proyecto tributario marcó la relación de Marcel con los empresarios. Una relación que, para muchos, fue curiosa. Y es que si bien al interior del sector privado el exjefe de la billetera fiscal es reconocido por entablar siempre un diálogo cordial y amable con su contraparte, su gestión no escapa a las críticas de este sector. “Había muchas expectativas sobre su llegada a Hacienda, principalmente porque era visto como ‘el adulto de la sala’, pero decepcionó con el paso del tiempo”, comenta un dirigente gremial.Marcel tenía la misión compleja de sacar adelante una reforma tributaria que, desde antes de su presentación formal ante el Congreso, generó duros cuestionamientos en el mundo privado, que nunca desaparecieron.Para los privados, si bien nunca faltaron las instancias de diálogo, ya que hubo reuniones constantes con la autoridad, sienten que “se trató de un diálogo de sordos”. “Nunca consideró lo que advertimos”, plantea otro dirigente.La desintegración del sistema y el impuesto al patrimonio que proponía la reforma fueron algunos de los aspectos más cuestionados por el mundo empresarial. Gremios como la CPC y la Sofofa desplegaron un intenso trabajo con diversos asesores para levantar contrapropuestas, las que nunca fueron consideradas. Por ello, la apuesta del empresariado fue “dar la pelea” en la discusión en el Congreso. Entonces vino la sorpresa: la Cámara de Diputados rechazó la idea de legislar y el proyecto se cayó. “Eso nos sorprendió a todos, el problema fue que después nos culpó”, agrega un empresario, respecto a las palabras criticas del ex secretario de Estado luego del fracaso.Para el sector, esa intervención del ministro fue un golpe y, al mismo tiempo, una muestra de “la verdadera esencia de Marcel”. “No hubo autocrítica, se rechazó por un problema político, con el ministro de Educación, no hubo despliegue en el Congreso, no fue incidencia nuestra”, se defiende otro dirigente, enfatizando que ese episodio generó más de un intercambio telefónico entre la exautoridad y los líderes gremiales.Luego de eso, las conversaciones -en buen tono- continuaron, y las diferencias también. Cuando el Gobierno apostó a dividir los proyectos, eso tampoco contentó a los empresarios. Algunos aseguran que, en algún momento, Marcel logró convencerse de la necesidad de bajar el impuesto de Primera Categoría, pero nunca se concretó.“Creo que su paso por el Gobierno terminó evidenciando que Marcel es más de izquierda de lo que muchos pensaban. Él siempre perseveró con sus ideas, y no escuchó a los técnicos”, argumenta un empresario.Más allá de las diferencias tributarias, entre los privados también es recordado “el buen temple” y la “notoria incomodidad” que el exministro mostraba cada vez que tenía algún encuentro con los gremios tras alguna polémica declaración del Presidente Boric contra el sector privado. “‘Ministro, ¿hasta cuándo?’, le dijimos en más de una ocasión, y a él le tocaba dar cara y entendía nuestra molestia”, relata un empresario.Con todo, algo en lo que sí existe consenso entre los empresarios, es en su calidad humana. “El trato siempre fue cordial, nunca nos cerró las puertas”, destacan.

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