La voz es un medio maravilloso de comunicación y de expresión artística, pero tiene una capacidad limitada de uso que depende de cómo se la utilice, de la resistencia natural de cada uno y de la preparación vocal.
Es una función del organismo a la que hay que prestar atención y cuidar tanto como al resto del cuerpo. Es vehículo del habla, del pensamiento, de las emociones y refleja el estado de salud físico y mental.
Solamente quien la pierde, aún por un corto período, puede darse cuenta de la dimensión que esa falta tiene en su vida diaria. El impacto de esta situación en la esfera emocional, social, física y laboral conduce a la ciencia y a la medicina a ocuparse del tema.
Disfonía es el término que engloba cualquier tipo de alteración de la voz.
Se diagnostican numerosos problemas vocales ocasionados por mal uso y abuso de la voz, por hablar en un ambiente con elevado ruido ambiental, por la inadecuada climatización en diversos ámbitos laborales, por los hábitos tóxicos (tabaco, alcohol y/o sustancias adictivas), mala alimentación y, sobre todo, por la demanda vocal sin preparación previa en las personas que la usan como herramienta de trabajo.
Esta demanda vocal es diferente según sea la actividad, pero todos precisan una técnica vocal para poder desarrollar y mantener su trabajo siempre con voz saludable.
Es común que se piense que “estar ronco” no es un problema de salud y ante la pregunta del médico “¿desde cuándo está disfónico?”, se exprese: “mi voz es así “o “todos en mi familia somos roncos”, restándole importancia. Ese comentario está diciendo sobre la existencia de un posible trastorno vocal hereditario o de un nocivo uso familiar de la voz sin que nadie se haya dado cuenta.
Un trastorno muy común es el relacionado con el abuso vocal o con el mal uso de la voz, a causa de una mala técnica fonatoria. La unión de ambos factores puede ocasionar la aparición de edema en la mucosa de las cuerdas vocales y otras lesiones orgánicas, como nódulos, pólipos, quistes, hemorragias. También es habitual diagnosticar disfonías asociadas con el reflujo gastroesofágico (RGE). En estos casos, el contenido que asciende de la cavidad gástrica y del esófago afecta a toda la laringe y, en especial, a las cuerdas vocales.
Es difícil saber cuál es la capacidad fonatoria normal de una persona, pero, en promedio, está en dos horas diarias para la voz cantada y en cuatro horas para la hablada. Por encima de ese tiempo, hace falta una técnica depurada para evitar lesiones.
En síntesis, una voz disfónica no es normal, está denunciando una alteración en alguna parte de su producción. Una disfonía que persiste por más de 15 días debe examinarse y si se trabaja con la voz, es recomendable que el asesoramiento médico previo.
10 consejos para cuidar la voz
Médica especializada en laringología y voz, servicio de otorrinolaringología del Hospital Italiano de Buenos Aires.