Guayaquil: Más huecos que asfalto

Ni el juego ‘Mario Kart’ se atrevió a tanto, denuncian los conductores guayaquileños que a diario intentan, sin suerte, no caer en los cientos de agujeros que asoman en el asfalto de cada rincón de la Guayaquil.

El norte, el centro, el sur, las calles de las zonas residenciales o abiertas, sufren por igual el mismo problema que, piensan, se multiplica como por arte de magia. “Vivir en Guayaquil implica irte a dormir sabiendo que en la ruta que te movilizas hay, por ejemplo, 30 huecos; y al otro día, al despertar, hay 20 más. Es inexplicable, pero el asfalto se desvanece como arena. Somos una mezcla de un terreno lunar y un campo de batalla. En resumen, estamos jodidos. Y todo va ligado al quemeimportismo de la autoridad. Históricamente. Y es que lidiamos con este problema desde hace más de una década”, se queja el residente Leonel Astudillo, que no soporta ver el estado en el que se encuentra la calle Quinta en Urdesa, donde en menos de cinco metros hay cuatro enormes agujeros.

Allí los vehículos tratan de esquivarlos, pero les resulta imposible porque en el intento, uno se topa con el otro. “Es como jugar a los carros chocones. La diferencia es que esto no es un juego”, lamenta el conductor Juan Villacís.

En las calles Tungurahua y Esmeraldas, centro porteño, la situación es todavía más conflictiva. En este sitio los baches son enormes (de más de tres metros de largos) y profundos, como lo corroboró EXPRESO en un recorrido que hizo precisamente para constatar esta queja ciudadana que en el último mes se ha incrementado, conforme a las denuncias que recibe esta Redacción.

En ellos, la residente Lourdes Tapia ha caído ya un par de veces durante los torrenciales aguaceros. “Sé dónde están, los tengo medidos. Sin embargo, ha sido tal la lluvia y el descontrol de la gente, que no me queda de otra que avanzar y caer en esos ‘pozos sin fondo’. Mi carro ha sufrido daños severos. Debería reclamarle al Municipio porque esto es una negligencia de su parte. Sin embargo, perderé más tiempo. Como siempre, somos los afectados del maldito sistema”, sentencia.

Sobre el hecho de denunciar a la autoridad por el daño en las vías, EXPRESO hace un mes publicó un reportaje en el que quedó asentado que sí es posible, pero tedioso. Son escasas las posibilidades de ganarle un juicio al Estado ecuatoriano o a los municipios, confirmó el abogado Adeodato Valencia, quien hizo énfasis en lo engorroso que es el sistema.

“He conocido casos que quieren hacerlo por el daño de una llanta que puede costar $ 80. Sin embargo, lamentablemente, podría salir más económico solucionar el problema que litigar contra una entidad pública. Hay que tener en cuenta que es un proceso largo que puede tardar un año o dos; y en el que se necesitan pruebas, testigos y algunos otros requerimientos”, explicó, al sugerir a las alcaldías que tengan personal adecuado para analizar las posibles fallas de la entidad en el mantenimiento de las vías.

Eso haría que los procesos, en casos de reclamo y confirmación de los hechos, no sean tan extensos. Y a decir de la ciudadanía, le devolvería “algo de credibilidad” a los entes públicos.

“En lo personal, no me he atrevido a pelear contra el Municipio, porque sé que no le voy a ganar. Por favor, si ni aun con pruebas y viendo todo lo que ha pasado con el caso Vallas o Letras Vivas hay aún culpables o sentenciados. ¿Una pelea por el daño a un carro? Eso es pan comido para el Cabildo, lo que hará es hartar al denunciante. No estoy para esas payasadas”, opina Roberto Zambrano, habitante de Urdesa que califica al problema como el legado eterno de esta administración.

“Con el exalcalde Nebot los hubo, pero al menos nos amagaban más que ahora. Hoy simplemente los dejan ahí, a la vista de todos. Son un adorno. Ya quisiera yo que en cada uno de ellos se plante un árbol. Solo así Guayaquil sería verde”, agrega.

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