Guzmán descartó que la crisis actual repita a la de los '80

 Guzmán descartó que la crisis actual repita a la de los '80

El ex ministro de Economía, Martín Guzmán, diferenció la situación económica actual de la que se vivió en la década de los 80, destacó el rol de Estados Unidos y la Reserva Federal en las crisis que atravesaron los países de Latinoamérica en ese período. Además recordó las primeras instancias de la negociación con el FMI.

En una entrevista con el Institute for New Economic Thinking, un think tank de Nueva York, el exministro señaló "similitudes y diferencias" entre lo que ocurre ahora y lo que pasó a partir de 1980. "En ambos casos, los problemas fueron precedidos por un período de crecimiento de la liquidez global que luego se revirtió abruptamente", comentó en referencia al escenario actual de aumento de tasas de interés para contraer la inflación.

"En la década de 1970, los shocks en el precio del petróleo llevaron a superávits comerciales masivos para los países exportadores de petróleo y déficits para los importadores", lo que derivó, según señala el ministro, en préstamos de los países exportadores a los importadores que, a partir de 1981, vieron un cambio abrupto de las circunstancias por la suba de la tasa de interés de la Reserva Federal, que la llevó entonces hasta el 20%.

Señaló además que en la situación actual la suba es mucho menos abrupta, pero que las políticas contractivas generaron en ambas circunstancias problemas para los países endeudados. "La primera diferencia clave es que la crisis de la deuda de la década de 1980 incluyó problemas en un grupo diferente de economías de las que vemos ahora", remarcó.

Otra diferencia que destacó fue el cambio en los acreedores: "En aquel entonces, el financiamiento privado internacional a los países soberanos provenía principalmente en forma de préstamos bancarios comerciales. Las exposiciones de los bancos, especialmente de EEUU y Japón, eran tan grandes que una ola de impagos soberanos en América Latina habría creado una crisis financiera en esas dos economías avanzadas y casi seguramente se habría convertido en una crisis global".

Reveló además que en una conferencia en la Escuela de Verano de Trento, el economista sueco y exfuncionario de la Reserva Federal Axel Leijonhufvud confesó que durante los 80 la exposición de los bancos comerciales a la deuda latinoamericana era tan grande que el gobierno estadounidense recurrió a la geopolítica para asegurarse "que no habría una ola de impagos".

"Ejercieron una enorme presión política durante toda la década, que fue el tiempo que llevó llegar a un punto en el que aceptar algunas pérdidas no llevaría a la quiebra al sistema bancario. Teníamos economistas latinoamericanos en la audiencia que habían estado involucrados en la formulación de políticas en sus países durante esa década. Habían visto de primera mano cómo la falta de divisas llevó a una década perdida para el crecimiento y, en algunos casos, a una hiperinflación, como en Argentina. Recuerdo las caras sombrías", confesó sobre el clima ante las revelaciones de Leijonhufvud

Sobre la deuda en moneda extranjera, señaló que "cuando los gobiernos piden prestado, deben ser conscientes de que la resolución de la crisis de deuda soberana son procesos geopolíticos".

Respecto de los acreedores, agregó que, a diferencia de los 80, el universo es "más fragmentado y más complejo de coordinar" hoy en día. "Durante la última década y media ha ocurrido un aumento significativo en la incidencia de nuevos acreedores bilaterales oficiales, a los que se hace referencia como los ‘acreedores no pertenecientes al Club de París’. Este nuevo grupo tiene a China como el principal jugador, pero también incluye a otros acreedores oficiales emergentes, como India, Sudáfrica y Arabia Saudita".

Guzmán destaca que esto lleva a que la crisis actual "probablemente será menos sistémica, pero será mala para los países que la sufran". "La solución requerirá una distribución de quitas de deuda entre clases de acreedores que interactúan por primera vez en la historia y tienen intereses políticos que compiten".

"Para resolver las crisis de deuda de los países, ni en ese momento ni ahora existe un sistema multinacional para la reestructuración de la deuda. Esta es una gran deficiencia de la arquitectura financiera internacional, que no es casual sino que es el resultado de las relaciones de poder internacionales", reclamó en referencia a la arquitectura financiera internacional sobre la que ya ha reclamado por sumar presión a los países de menores ingresos y financiarse a través de las sobretasas que les aplica a estos.

El exministro repasó que, cuando asumió en 2019 detectaron la insostenibilidad de la deuda en moneda extranjera y que era necesaria una reestructuración con una reducción de los pagos.

Reveló además que le pidió al FMI que realizara su propio análisis de la sostenibilidad de la deuda, y que la respuesta del organismo fue que no podían realizarlo porque Argentina no estaba "bajo un programa respaldado por el FMI (el programa anterior había fracasado por completo y ya había sido desestimado, algo que el propio staff del FMI reconoció años después, en la evaluación post-programa publicada en 2022), por lo que no podían saber cuáles iban a ser los parámetros de política que debían utilizar".

"Finalmente, la dirección del FMI decidió producir un “análisis técnico de sostenibilidad de la deuda” en respuesta a nuestra solicitud. Los resultados de ese análisis resultaron ser notablemente similares a aquellos del análisis producido por el gobierno de Argentina", destacó.

Por último remarcó que a los acreedores no les gustó el análisis y que dijeron algunos le revelaron que "el staff del Departamento del Tesoro de EE. UU. les decía que no prestaran atención al documento del FMI".

"En ese contexto, fue difícil anclar las expectativas de los acreedores, pero hubo un sentido muy importante en el que el análisis de sostenibilidad de la deuda del FMI ayudó: nos ayudó a lidiar con lo que yo llamaría un “problema de economía política interno”, es decir, que nuestro propio sistema político nacional, por diferentes razones, no estaba preparado para enfrentar una negociación dura y había señales a los acreedores de que el gobierno no estaría dispuesto a permanecer en una situación de incumplimiento, incluso si eso implicaba un acuerdo muy malo", concluyó.

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