Todo era falaz. Solo en algún desliz, se le escapaba algún sincericidio al gobierno. Engañaron hasta entregar el alma en campaña y seguían engatusando a la ciudadanía en 2016, 2017 y ya, el 28 de diciembre de ese año, que marcaría un antes y un después. Comunicaron un pronóstico de crecimiento de +3.5% (nos hundimos -2.6%), respaldaron un dólar de $20 para diciembre de 2018 (en septiembre tocaba $ 41.29).
La inflación iba a ser 12% y ya habíamos pasado el 20% en julio-faltaban 5 meses-. Eso sí, “por lo menos piden disculpas”, dijo una señora en televisión. Se le estaba soterrando todo el Sarmiento a la familia (Coimas por el soterramiento del Sarmiento: ordenaron un peritaje contable y envían un exhorto a Estados Unidos, Infobae, 30 de agosto 2022). Mientras tanto gobernaban con dos mantras que les liberaba la mente: “se robaron todo” y “la pesada herencia”, los más desfachatados y los impresentables que ya habían despedido-a quienes se les venía la noche-, seguían traicionando el mandato popular.
Mauricio Macri: “Si están en sus casas en remera y en patas, es porque están consumiendo energía de más” (infobae, 11 julio, 2016)
“Le hicieron creer al empleado medio que podía comprarse plasmas y viajar al exterior", Javier González Fraga (La Nación, 27 de mayo 2016)
“El fiscal de la Unidad de Delitos Económicos de Rosario, Miguel Moreno, solicitó la prisión preventiva de integrantes del actual y anterior directorio de la agroexportadora Vicentin, en medio de la causa por estafa y defraudación que ya tiene 14 imputados” (Infobae, 28 de octubre, 2021)
Las tarifas de energía eran impagables. Creían que ducharse con agua caliente y encender la estufa era un derroche. Tener un plasma para González Fraga era un derroche, mientras el Banco Nación que el mismo presidia, le regalaba 300 millones de dólares a los dueños de Vicentín. Cada vez tenían menos amigos en las escuelas y las universidades. Conservaban más amigos entre comentaristas del relato “pautado” y funcionarios de Comodoro Pro.
No habían hecho nada para mejorar la vida de los ciudadanos. No era algo que les preocupara. Solo les incentivaba el hecho de hacer negocios para ellos vertiginosamente, como si se fuera a terminar el mundo. Rapacerías que la gente de a pie no discierne: u$s 36.000 millones de intereses en Lebacs que se fugaron, auto indulto de multas para el correo-quebrado por la familia Macri-, perdón de deudas a los amigos-supuestos dueños de las empresas energéticas y al amigo de la casita del lago-.
Molinos recibió el perdón oficial de Macri a u$s70 millones por decreto. Baja de impuestos al complejo sojero y las empresas mineras, blanqueo de dinero negro evadido de la Argentina por más u$s 100.000 millones, porque ya los corrían hasta del exterior.
El financiamiento de este engendro diabólico provenía de préstamos carísimos, una llamarada inflacionaria y leyes que licuaban los ingresos fijos de los asalariados, jubilados y pensionados. Pagaban los que menos tenían con caída del poder adquisitivo.
Algunos hijos de funcionarios y asesores civiles de la dictadura cívico militar llevaban apellidos repetidos como Prat Gay, Peña, Sturzenegger, solo por mencionar tres. En las manifestaciones populares se coreaba: “Macri basura, vos sos la dictadura”. No era la dictadura, pero a Macri y Lopérfido les dio igual hablar de 30.000 u 8.000 desaparecidos.
A Macri lo convencieron que podía ser presidente. Fue un grupo de bandidos que inclusive lo persuadió que podría gobernar a los argentinos-los mismos que ahora le pidieron que se baje-. Eran muy pocos los que creyeron que pudiera ganar las elecciones nacionales. Macri vio la encuesta que decía que el promedio de los televidentes tiene la comprensión de un niño de 9 años, y creyendo que todos los ciudadanos tenían la misma profundidad pensante, especuló con que esa insuficiencia le permitiría vivir embromándolos. Eso solo funciono con un 20% y duró un primer tiempo. Al 50% no lo pudo engañar porque lo conocía, y al 30% que lo movió el anti peronismo visceral, lo frustró.
Cambiemos llegó al gobierno para que gobiernen las corporaciones trasnacionales y los oligopolios, con el trajín incansable de los medios periodísticos que disimularon cualquier arreglo. Cambiemos no vino a cambiar, sino a recuperar. Cambiemos no gobernaba, solo hacia campañas. La política la hicieron abierta y encubiertamente actores que constituyen lo peor de los partidos políticos mayoritarios. Incorporaron espantosos perjuros intrigantes y proscriptos bandidos, como operadores políticos y legislativos. Algunos estaban en “la mesa chica de Macri”. Otros aun representan al ex embajador de Macri en EE.UU. Martin Losteau-quien paradójicamente fuera ministro de Cristina Fernández de Kirchner y presidente del banco Provincia de Daniel Scioli. Alguien que a puerta cerrada dejó de protestar por el fraude que, según él, se había cometido en la ciudad de Buenos Aires.
Decíamos en Diario Registrado, que a Lázaro Báez lo iban a convertir en un carterista de trenes. Gobernaba el elenco estable de la corrupción estructural argentina, una fuerza “parapolítica”, que fue compinche de la dictadura cívico militar entre 1976-1983. Habían restituido todos los fracasos acoplados: devaluación, inflación, presos políticos, guerra al malón, muertos en represión, alimentos caros, pobreza, recorte de derechos adquiridos, vuelta al FMI, otorgamiento de privilegios a los oligopolios y a las trasnacionales, entrega de los intereses nacionales.
No parecía una alianza de partidos, parecía un organismo tercerizado para saquear dólares y poner al país de rodillas. Algunas cuestiones fueron novedosas, como los acuerdos de pesca con los usurpadores de Malvinas y Bases Militares en Neuquén.
No volvimos al mundo, pusieron a Prat Gay para pagarle a los fondos buitres-algunos eran argentinos- más de lo que a Kicillof y en tiempo récord. Un gobierno nos había puesto en ridículo ante el mundo, figurando en “los Panamá Papers”.
Sus ministros pedían inversiones y a la vez explicaban que no traerían sus ahorros depositados en el exterior, porque no estaban dadas las condiciones de confianza. ¿En serio iban a pedir prestado? Varios ministros tenían empresas y cuentas “off shore”, incluyendo dos expertos en fugar divisas para terceros, y seguir haciéndoles ganar dinero a sus ex empleadores. Se destripaban de risa muchos, pero en el exterior los académicos estaban horrorizados, pero por “código” no era pública la consternación.
Con la colaboración de quienes votaron las leyes para empobrecer a los ciudadanos y favorecer a los fondos buitres, Macri abochorno al Congreso de la Nación, modificando por decreto otra ley para que pudiera blanquearse el dinero negro de sus familiares amigos y allegados.
Ni hablar de la sangre derramada de los héroes de Malvinas. Se firmaron convenios de pesca con los usurpadores de nuestra soberanía y el jefe de gabinete de ministros fue a rendirles homenaje a los caídos de Inglaterra, mientras se les negaba las pensiones a los combatientes argentinos.
Una buena parte de los ciudadanos que defiende aun a esta gentuza tal vez sabe lo que dice, pero no todos saben de qué hablan. “Los que tiene dinero no van a robar”, decían los más torpes. Pero si “el que ama el dinero nunca se saciara de él”. Tampoco son empresarios. Ser empresario es algo más que ganar licitaciones. Este no era un gobierno de empresarios, era un gobierno de Ceos y dueños fulleros.
El Ceo de una multinacional
Para durar muchos años en el puesto de CEO de una corporación trasnacional, es necesario “decir siempre que sí”, pero a veces hay que decir que no, para sostener la dignidad. En el mejor de los casos hemos visto gente honesta, que vivió mucho tiempo agachando la cabeza, no ante Dios, sino ante su estabilidad monetaria y ciertos privilegios. Esclavitud disfrazada. Algunos Ceos de las multinacionales no deciden más que el tesorero de un club de barrio. Cumplen órdenes del exterior.
Lea los portales del exterior y comprenderá. En Europa les dicen “sudaca” y en EE.UU., traen y administran plata de los pillos de sus países, a los bancos que le dan conchabo. Muchos dicen sí; deben mentir o negar en algo verdadero en un juicio, otros tienen que cargar sobornos, o hacer de cuenta que no vieron nada. Los hay sabedores que sus empleadores contaminan la naturaleza o venden fumigadores cancerígenos, evadir impuestos mediante filiales. Contrabandear es normal para muchos dueños.
Vinieron para gestionar…gerenciar…pero llegaban y siguen llegando del sector privado “más malo moral, ética y profesionalmente”. No son empresarios argentinos ni fundadores. Para ser justo diré que ninguna empresa decente ni eficiente mantiene en sus cargos a sus Ceos con los resultados que estos ministros mostraron. No durarían un trimestre con menos del 1% de los errores que cometieron. Solo son Ceos “si señor”, testaferros, traders de títulos donde su familia deposita su fortuna por años, luego les consiguieron empleos para que sigan llevando dinero a los asset managers.
Parecía raro que hubiera tanto comunicador en televisión, que supiera lo que iba a pasar en Comodoro Py, el día siguiente y se ufanara. Habían surgido dos nuevos sujetos, el “perito crucificador” y el “calumniador serial” que podían equivocarse y pedir perdón en letra chica, sin ningún costo.
Es verdad que durante el gobierno peronista hubo hechos de corrupción. Inclusive desde la fundación del mundo existe la corrupción. Cambiemos substraía identidades-según más de mil testimonios- para justificar “dinero negro” que le daban para hacer campaña. No hay corruptos buenos y corruptos malos.
El presidente Macri era un político rico, no tanto por mérito propio, sino porque en Argentina existía algo que se llamaba “la patria contratista”. Por aquellos días nos sorprendió el ministro Dietrich, a quien lo vimos inusitadamente agitado-pidiéndole plata al Banco de la Nación-con el asunto de la suspensión de la obra pública y las fotocopias de los cuadernos, corría peligro el sistema PPP. El ministro era un experto en venta de automóviles de agencia, ser ministro del Poder Ejecutivo era un poco más complicado.
Un grupo de corruptos e ignorantes gobernaba gracias al apoyo de la UCR y Elisa Carrió con su partido. La UCR merecía un párrafo aparte. Dejó de ser un partido para ser una muleta con la que gobernaba el PRO. La UCR era un pariente ideológico, lo mismo que sus ex miembros de la Coalición Cívica.
(*) Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani