Un sector de la población erróneamente cree que el presidente de la República posee la varita mágica para acabar con la inseguridad y la violencia, olvidando que se originaron con el narcotráfico y narcoterrorismo instalados en Ecuador con anuencia de la dictadura de Correa y sus secuaces. La corrupción de dicha dictadura penetró todos los niveles del Estado y de la sociedad. Es casi imposible visibilizar la línea que separa a jueces de delincuentes, cuya connivencia se desarrolla a vista y paciencia de los organismos de control y de la ciudadanía. Los dueños de la oposición, a raíz de que no les funcionó su pretendida alianza, fungen de enemigos del primer mandatario y del progreso del país a través de una brutal campaña para obstaculizar la implementación del plan de gobierno y opacar y desprestigiar los logros alcanzados, pretendiendo convertir a la sociedad en caja de resonancia de todos los infundios echados a volar a través de las redes. El intento de juicio político -mamotreto sin fundamento jurídico y repleto de incongruencias- mediante el cual se pretende derrocar al presidente, ha conseguido poner en evidencia la ignorancia y mediocridad de sus proponentes y llenarnos de vergüenza ante el mundo. Los ciudadanos honestos, que somos mayoría, deseamos vivir en democracia y trabajamos por un futuro mejor; respaldamos la estabilidad democrática y continuaremos combatiendo a esa repudiable oposición que insiste en tomarse ilegalmente el poder, a costa de sacrificar la integridad del país y su soberanía.
Leonardo Cueva Piedra