“En la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el gobierno” (Dujovne CNV, 50 aniversario de la creación de la Comisión Nacional de Valores, 14 de noviembre de 2018)
Abuso de poder y narcisismo al máximo, arrogantes que se pensaban mejores que los demás y se sobrevaloraban como si fueran exitosos. Soberbios, de un orgullo desmedido, los technopols habían regresado a la Argentina. Faltaban solo 12 meses para cambiar de presidente y el ministro de Hacienda Dujovne se ufanaba del daño que ya había hecho. Todo un hijo de leviatán, un ángel del mal amarillo.
El espíritu de Nabucodonosor que lo tomó a Cavallo, y los manejos del imperio babilónico estaban otra vez entre nosotros. Los babilonios obtenían la lealtad de los cautivos hacia Nabucodonosor y su Corte con una estrategia vigente. Captar sus voluntades.
Para conseguir sus objetivos, los babilonios adoptaban un programa de tres puntos:
Es obvio que el imperio babilónico seducía. Estímulos para procurar anhelos y cambiar su cultura, haciéndoles leales a ellos. Este mamarracho había dicho ante las cámaras con un cartel: “Carlos (Pagni): No volvamos al FMI”. Su cultura había cambiado.
Entre muchos horrores, Nabucodonosor hizo una estatua de oro ante la cual los cautivos de cualquier creencia religiosa se debían postrar y adorar.
En la Argentina podemos recordar frases arrogantes y estrafalarias, de quienes tuvieron a su cargo el ministerio de Economía o Hacienda.
López Murphy “el breve”, presentando su plan dijo: “Lo voy a decir una vez y no lo repito más” … En 48 horas De la Rúa lo había despedido.
Conocemos economistas que apoyaron el proyecto de Cambiemos, copiosos en descalificaciones a los premios Nobel Stiglitz y Krugman.
El ministro Dujovne, de quien se esperaba, aunque sea “un acierto”, expresaba una infundada arrogancia: “En la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que se caiga el Gobierno”. “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
Tal vez, renunciando a la pedantería y autoexaltación, haciéndose cargo de lo que padecimos los argentinos, hubiesen conseguido cambiar el rumbo que nos llevó a la crisis. Pero por entonces la CGT había convocado un paro general sin movilización para el 27-28 de noviembre 2018, justo antes de la Cumbre del G20. El 14 de noviembre los gremios del transporte (CATT) pedirían medidas más contundentes. Moyano volvía a encabezar el aumento salarial con 40%, que se generalizaba. La justicia Macrista tenía ocho causas contra la familia Moyano. Los movimientos sociales intensificaban las protestas no violentas en las calles. Cortes y ollas populares. El gobierno quería limitarlas o impedirlas de acuerdo a la política de “mano dura” …
En noviembre se realizaba la reunión plenaria del Episcopado. Había tensión con el gobierno, pero ambas partes evitarían la confrontación. El oficialismo reclamaba contra los gestos de apoyo al sindicalismo, pero al mismo tiempo, recibía ayuda de iglesias que cooperaban con María Eugenia Vidal y Carolina Stanley, para contener el conflicto social.
Por delante “el Flow del Calendario electoral 2019”: 30 de abril (cierre del padrón provisorio y fecha límite para inclusión de novedades registrales), 10 de mayo (último plazo para la apertura del registro de empresas de encuestas y sondeos de opinión para las PASO), 25 de mayo (vencimiento de plazo para que los electores realizaran reclamos vinculados al padrón provisorio), 22 de junio (presentación de listas de candidatos para las PASO ante la junta electoral partidaria), 12 de julio (inicio de la campaña electoral), 27 de julio (publicación de lugares y mesas de votación), 11 de agosto (elecciones PASO). 13 de septiembre (convocatoria al debate presidencial obligatorio), 22 de septiembre (inicio de la campaña electoral para las generales), 27 de septiembre (publicación de padrón definitivo), 2 de octubre (inicio de la campaña electoral en los medios de comunicación audiovisual), 27 de octubre (elecciones generales primera vuelta), 24 de noviembre (segunda vuelta-elección a presidente y vice presidente entre las fórmulas más votadas en las generales, caso que ninguna de ellas hubiera alcanzado las mayorías necesarias).
Cambiemos ya tenía una estrategia: polarizar con Cristina Fernández de Kirchner.
En los tanteos que llegaban a la Rosada iban Macri 38, Cristina 35. La idea era desagraviar una economía embarazosa, sacando ventajas a través del tema corrupción, “mano dura” y el relato de que no se podía volver al pasado.
El discurso de Bolsonaro en Argentina lo estaba tomando Cambiemos. La ex montonera Patricia Bullrich nos sorprendía balbuceando extraviada a la salida de un restaurante: “el que quiera ir armado que ande armado”. Macri y Pichetto pedían endurecimiento con la inmigración.
(*) Director Ejecutivo de Fundación Esperanza, Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani