Periodista: La inflación tardará un par de años en regresar a la meta de 2%, dice John Williams, de la Fed de Nueva York. Habrá que esperar entonces. Lo que lleva urgencia es la discusión sobre el techo de la deuda pública. ¿El Tesoro no podrá pagar las cuentas después del primero de junio?
Gordon Gekko: No hay certeza sobre la fecha límite.
P.: Es lo que dice la carta de Janet Yellen.
G.G.: En el peor de los casos, sí. Lo más probable es que haya margen para estirar la situación de pagos corrientes algunas semanas más.
P.: ¿Yellen los corre a los legisladores con la vaina? ¿Quiere apurarlos?
G.G.: Su primera carta data de enero. No los va a asustar a vuelta de correo. Pero la caja del Tesoro en la Fed se agota. No es un secreto.
P.: ¿Cuán cerca está el techo legal de la deuda? ¿Cuánto más se puede endeudar el Tesoro?
G.G.: El límite es de 31,38 billones de dólares. Al 30 de abril, la distancia era de 25 millones. O sea, nada. Desde el 19 de enero, Yellen aplica “medidas extraordinarias” para no violar la restricción.
P.: Y se le acaban los trucos.
G.G.: La recaudación no ayuda. Se quedó sin fuerzas. Los contribuyentes damnificados por desastres naturales ocurridos después de enero –en su mayor parte en California, pero también en Alabama y Georgia- obtuvieron una extensión del vencimiento de sus obligaciones al 16 de octubre. Los ingresos van a flaquear a comienzos de junio. Moody´s, por caso, cree que el día D sería el 8 de junio. Si se aguanta hasta el 15, después sí, será más fácil llegar a julio. A fin de mes, el Tesoro puede diferir aportes a los fondos de retiro y pensión de la Administración y ganar más tiempo.
P.: Le están contando las costillas a la Tesorería. ¿Y si no se llega?
G.G.: La reunión de hoy entre el Presidente Biden y el titular republicano de la Cámara de Representantes, Kevin Mc Carthy, apunta a forjar un acuerdo antes de entrar en una situación extrema.
P.: Pero no hay grandes expectativas.
G.G.: Todavía es un diálogo de sordos. Los republicanos presentaron un proyecto de ley que aumenta el techo en 1,5 billones de dólares pero exige un fuerte recorte del gasto (no vinculado a la defensa). Y Biden ofrece achicar el déficit aumentando los impuestos a las corporaciones y a las personas que ganan más de 400 mil dólares al año.
P.: Así no se avanzará. Cada uno pide lo que el otro no quiere conceder.
G.G.: Así se empieza. No olvide que desde 1960 hubo que correr o suspender el techo 78 veces. Lo que nos sobra es experiencia.
P.: Y no ocurrió ni un solo default de la deuda.
G.G.: Una única vez, en 1979, hubo un incumplimiento que se debió a problemas técnicos y se subsanó rápido.
P.: ¿No se pagaron los bonos del Tesoro?
G.G.: No se atendieron puntualmente tres series de Letras cortas. Está claro, nadie quiere matar la gallina de los huevos de oro. O sea, sabemos cómo termina cada uno de estos episodios. No es con un default.
P.: La sangre nunca llega al río, pero puede haber sangre en abundancia. Recuerdo en 2011. S&P le quitó la calificación AAA a la deuda soberana, pero la factura la pagó la Bolsa.
G.G.: Cayó casi 20%, se hundió de golpe por culpa de los forcejeos.
P.: Si uno mira los credit default swaps (CDS) -los instrumentos que brindan protección ante un evento de incumplimiento- nunca antes su costo había trepado tanto. Los spreads a un año de plazo llegaron a cotizar en 70 puntos base en 2011. Hoy valen más del doble.
G.G.: La intransigencia de la política aumentó tanto como la deuda. No se olvide que elegirlo a Mc Carthy demandó 15 votaciones entre los propios republicanos. Depender de un acuerdo en el Congreso hoy es someterse a una agonía. El alza de los CDS no pricea un default, sí una crisis de nervios.
P.: Y sin embargo la Bolsa no pierde la compostura. Como si no fuera un problema. El VIX en 17,37 luce como una postal apacible.
G.G.: Así es. Si la Bolsa no se perturba, por qué deberían alterarse los políticos. Este es también un juego de la gallina. Mc Carthy ya rechazó la propuesta de buscar una extensión corta de plazos. El Senado republicano y sus votantes lo apoyan. Y Biden tampoco está abierto a una posición flexible. Si la Bolsa tambalea será otra cosa. Llamarán los aportantes de campaña, antes que nadie, para recordar que no viven del aire. Y el default sería un capricho. Es por ahí que despuntará un arreglo.