Una lunática no puede presidir un partido de gente cuerda. El PRO, la Coalición Cívica y también integrantes de la UCR residual, en general, no están bien de salud. Pero los economistas de aquella nueva Alianza, no eran la excepción-2015-2019-, actuaban como espantapájaros de inversión extranjera directa, cultivaban el temor.
En este momento aun, las tropas más chifladas de los partidos crueles aseguran que van a ir con más salvajismo. Precedentemente habían ganado los premios: “injustos de la democracia”, por haberles quitado a los niños las notebooks, arrebatado los remedios a los ancianos y aumentado las tarifas sin considerar a los electrodependientes…en pandemia vimos el desvarío de los anti vacuna y la propuesta: “que se mueran los que se tengan que morir”. Recuerde.
Finalizaba 2018 y procedía 2019. La caída real de la recaudación tributaria podía acentuarse en los próximos meses por la recesión. El Tesoro en 2019 no contaría con las rentas de la propiedad de 2018, parte de sus depósitos en el BNA se utilizarían para cancelar sus obligaciones en pesos en el último mes del año 2018. Era imposible que el gasto en subsidios exhibiera una caída real en 2019, la tarifa de electricidad iba aumentar, planeaban un mínimo de 60%.
El gasto previsional y social podía acelerarse ya que se indexaba por la inflación pasada, y la suba de los precios haría que esa partida creciera. El gasto primario venia acelerándose: entre abril y octubre 2018 creció 29% contra mismo periodo 2017.
Era gracioso, pero decían los economistas “friendly” que se había detenido una espiralización de la tasa de inflación, por la inflación mensual de noviembre, tras los picos de septiembre y octubre. Erraron, en agosto Lacunza defaulteo (reperfilamiento compulsivo de la deuda en pesos).
El acuerdo FMI II, no viabilizó el descenso del riesgo país, siguió de 600 a 700 basis points por temor al default. Acertaron esta vez los otros amigos, los camaradas de JP Morgan. - ¿Cómo era posible si cumplieron con todas las metas acordadas con el FMI a fin de octubre? - Es que, en noviembre, la emisión de $ 122.000 millones por el desarme de las Lebacs transportaron la base monetaria hasta $1.384 billones antes de finalizar el mes. Eso hizo brincar el dólar mayorista de $ 36.5 a $39 en la última semana de noviembre (+7%). El aumento de la base monetaria puso en riesgo la posibilidad de expandir en diciembre 2018, por causa de la meta acordada con el FMI. Advertir que a fin de noviembre la base monetaria ya se ubicaba un 2.5% arriba de la meta de diciembre, era la tarea. En los últimos días hábiles de noviembre la aspiradora del BCRA absorbió a través de las Leliqs $ 104.670 millones.
Decían las “friendly private consultants” (consultoras privadas amigas de Cambiemos) que la actividad económica, dejaría de caer. Pronóstico alegre que se basaba en el supuesto que el salario real dejaría de caer entre diciembre y febrero con la desaceleración de la inflación.
Ya no podían ocultar, ni seguir corrigiendo más la caída de (-2.6%) en 2018. Habían dicho que el crecimiento seria del +2.5/3.5%. Para 2019 se proyectaba una caída del 1%, que distaba del pronóstico oficial del ministro Dujovne (+ 8% entre puntas). Pobres gerentes de ventas que trabajaron con el forecast (pronostico) de las “friendly private consultants”.
Ahora redoblaban la apuesta y proyectaban la inflación 2019 a 25/28%, tras un 2018 que cerraría con una inflación de 47%, Fallarían por más del doble (54%). Y eso que la restricción monetaria seria patibularia, junto con las extravagantes tasas de interés y la monumental caída del crédito.
De acuerdo al manual del niño monetarista, todo contribuiría al descenso de la inflación. El pass through sería bajo, por la dureza de la recesión. Como se pudo verificar, no hay programa monetario que pueda enfrentar la inercia inflacionaria y el ajuste tarifario cuando es desmesurado.
Fermentaba todo
El programa no podía soportar una nueva caída de la demanda por activos argentinos. Las encuestas reales mostraban el regreso del peronismo y los medios hegemónicos bombardeaban la posibilidad con todo tipo de calamidades. Decían que era por si volvía el peronismo que se impulsaría al alza el riesgo país-que hacían subir ellos-, y, que haría mucho más difícil la renovación de la Letes, aumentaría la dolarización de portafolios y la cotización del dólar, a pesar que ellos contaban con la oferta de divisas de la cosecha y la posibilidad a partir de marzo de que el Tesoro vendiera los dólares excedentes del FMI en el mercado cambiario.
Todos sabíamos que la inflación bajaría menos que lo cacareado. El programa monetario afrontaba un importante reto para lograr una baja de la inflación 2019, solo por la inercia inflacionaria, y el tarifazo. La baja de la inflación efectiva también dependería de cómo evolucionaban las expectativas de inflación, que dependían de la actuación de la primera figura: el dólar.
Una apreciación del peso o suba de la tasa de interés real comprometerían la impalpable recuperación cíclica prevista a partir de inicios 2019. El Gobierno tendría dificultades para cumplir con la meta de “déficit primario cero” en 2019.
La recesión podría acentuar la caída real de la recaudación. Había dudas que se pudiera refinanciar la deuda de corto plazo con el sector privado (Letes) del 50% para el primer trimestre hasta el 70% en el cuarto trimestre 2019.
Hubo dificultades para lograr dicho porcentaje de renovación y Lacunza tuvo que defaultear la deuda en pesos. La curva de rendimientos de los bonos indicaba que el mercado dudaba sobre el financiamiento público. Los títulos vociferaban. Los bonos de corto plazo rendirían menos de la mitad de lo que rendirían los de mediano y largo plazo. Las consultoras serias, avisaban que no se podía evitar una reestructuración compulsiva de la deuda. Solo quedarían empresarios como Belocopitt, que quedaron enganchados, acusándolos: “se la chorearon toda”, dijo.
El nuevo programa con el FMI había tenido un arranque socialmente cruel. Frenó el riesgo de 100% que le dejo al próximo presidente y mejoró el riesgo país, pero nunca alejó las preguntas sobre default 2019. Mas adelante se iría Dujovne aterrorizado y Lacunza con flemática y pasmosa tranquilidad vendría para hacer el trabajo sucio.
Hernán Lacunza es un economista del equipo del ex Menemista-Kirchnerista, actual Larretista Martín Redrado. Lacunza fue el ministro de Economía bonaerense de María Eugenia Vidal, juntos endeudaron la provincia que detonaron, y huyeron a la ciudad. Reperfilar la deuda se llama “default selectivo”, una vez Lacunza hiciera el anuncio, quedaría en la historia para siempre, por ser el chivo expiatorio voluntario de la tragedia Cambiemos: Macri, Prat Gay, Sturzenegger, Dujovne, Caputo, Sandleris.
No había forma de evitar tantos desafíos, riesgos y accidentales sucesos. La emergencia había obligado a aplicar una política monetaria ultra fundamentalista, imbancable. La restricción monetaria, el desplome del crédito y una absurda tasa de 170% en descubierto para las Pymes había agravado el cuadro recesivo, hasta lo intolerable.
Una reestructuración de toda la deuda estaba a la vuelta de la esquina. Para evitar un estallido social se requerían dos condiciones: que volviera el peronismo y que en la campaña electoral los candidatos peronistas dijeran que el plan “que se mueran todos” iba a finalizar.
Estaba probado que siendo gobierno no había ningún candidato fuera del discurso estabilizador que tuviera la temeridad para emprender las reformas estructurales. Con un ingreso por habitante que a fin de 2019 seria 11% inferior al de 2015, otra vez la Argentina confirmaba el fracaso económico, que volvía darse de la mano de la restauración conservadora-neo liberal.
Director Ejecutivo de Fundación Esperanza, Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros.