Guayaquil: Una peregrinación por la paz

Llegaron de todas partes de la ciudad, inclusive de otras provincias del país. Luego de tres años de no haberse realizado de manera presencial, la peregrinación arrancó a las 05:30 desde la iglesia de Nuestra Señora de la Alborada y estuvo matizada por el asomo de la luz de un nuevo día.

Los miles de caminantes, que integran diferentes congregaciones y movimientos religiosos de la ciudad y de otras provincias del Ecuador, emprendieron la marcha hacia el santuario de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt, ubicado en la avenida Juan Tanca Marengo, en una tradición que viene desde 1979, casi siempre en la víspera del Día de la Madre.

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En la trayectoria hubo rezos, reflexiones y canciones dedicadas a la Santísima Virgen María. Familias enteras se unieron en una sola oración para pedir o agradecer favores a la Madre de Jesucristo.

Entre los feligreses estaba Susana Rivera (25) y su madre, Antonieta Ricaurte. Esta última decidió participar, pese a que sus 70 años le pesan en las rodillas y sus pasos lentos las ubicaron al final de la larga fila de creyentes.

“Pude haber venido en mi silla de ruedas o en algún carro que va directamente al santuario, pero este es mi sacrificio por la Virgen. Me cuesta, pero ella entiende que le estoy ofreciendo mi corazón y mi vida de esta forma”, expresó Antonieta mientras caminaba a paso lento, de la mano de su hija.

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A pocos metros estaba Sebastián Medina, de 60 años, quien llevaba en las manos una pesada imagen de María, que habitualmente preside un pequeño altar que tiene su familia en Jipijapa, provincia de Manabí. “Yo vengo a agradecerle a la Virgen por curar a mi hijo que estaba enfermo y a pedir su bendición para no volver a pasar por estos problemas. Mi sacrificio no es madrugar ni viajar, sino el peso de la imagen que traigo”, comentó.

En cambio, Antonella Bejarano (60) dijo que iba a pedir a la Virgen mucha salud para ella y su familia. “Creo que esto es lo más importante para nosotros. También estoy convencida de que esta peregrinación sirve para demostrarle a nuestra Madre Santísima cuánto la queremos”, mencionó mientras rezaba el santo rosario.

Es la segunda vez que participa en esta peregrinación. La última fue en 2019, antes de la pandemia.

Según sus creencias, quienes veneran a la Virgen reciben de ella tres gracias: la del cobijamiento, la del envío apostólico y la de la transformación.

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Cada una tiene un diferente significado. La primera está relacionada con la protección que una madre da a sus hijos; la segunda se refiere a que cada persona haga lo mejor humanamente posible para entregarse a Dios; y la tercera, a la transmutación del alma a través de la conversación con el Todopoderoso.

Las historias de adultos y jóvenes, incluso niños, se repitieron a lo largo de la ruta. Y entre pañuelos blancos y flores, la imagen de la Virgen María ingresó al santuario acompañada del arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera, quien ofició la santa misa, en la que recordó que este encuentro tenía como objetivo pedir a Dios por la paz y reconciliación del país.

“Bendice nuestra patria y a cada uno de nosotros”, manifestó el arzobispo, quien invitó a los presentes a ser un instrumento de paz para salvar el mundo, que está enfermo de tristeza, violencia, miedo y venganza.

“Hay que rezar y sanar con amor y misericordia”, dijo, mientras los feligreses, unos sentados y otros de rodilla, agitaban banderines celestes y blancos.

Luego de una hora y media de celebración eucarística, los presentes se retiraron del santuario dando gracias a Dios y entonando cánticos a María.

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