Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LVI)

 Debate por la deuda pública: crónica de un default anunciado (Parte LVI)

Recuerde hasta el final del articulo a Griesa calificando al país en condición de “desacato” en 2014, por una disputa soporífera con los “fondos buitres”, para tomar dimensión del ordenamiento del sistema financiero internacional. Nadie puede discutir el coraje de Néstor Kirchner, quien canceló en forma anticipada la deuda con el FMI.

Fantasee que la Argentina acordaba a disgusto con los buitres en 2014. El peor arreglo de la presidenta aprovecharía más, que las condiciones en las que pagó Prat Gay, y las ulteriores consecuencias. Cristina Fernández de Kirchner pagaba menos, y lo próximo era la caída del riesgo país y el acceso al financiamiento para crecer 6% anualizado y contener la inflación por 2 años consecutivos, previo a las elecciones… otro hubiese sido el curso de la historia.

VINIERON A EMPOBRECER

“La pobreza es una consecuencia de la desigualdad”. Es importante esta sencilla ilustración de Charles Tilly, cuando después de 2001, con Macri se volvían a cruzar los temas de pobreza y desigualdad. Alain Touraine habla de la insuficiencia de las democracias representativas, debilitadas en las sociedades, cree que se han alejado de la esfera gubernamental con gran impacto social: “Quisimos que la democracia fuera representativa y estuvo bien que así fuera; sin embargo, actualmente es necesario identificar los intereses que son representables y asegurar que los dirigentes sean efectivamente representativos, más que de los intereses particulares o de su propio interés”.

Hay que decir que en ese terreno nuestra democracia había retrocedido estrepitosamente en el periodo de gobierno de Mauricio Macri. En solo tres años el país se había convertido en una sociedad dominada por intereses financieros, regidos por políticas neoliberales. Cada vez eran más los sectores de la población desprotegidos y marginados.

No aprendimos la lección. Si la austeridad a ultranza de 2001 en la Argentina no fue la respuesta a los problemas fiscales, la recuperación de la economía desde 2001 tampoco se produjo como consecuencia de esas políticas, sino, justamente, porque se interrumpieron.

Las cosas fueron distintas desde 2003. No solo mejoraron todos los indicadores de la economía, sino que se canceló por completo la deuda con el FMI, se reestructuró más del 93% de la deuda pública en mano de tenedores privados y, durante todo el periodo Kirchnerista-en promedio-el riesgo país de la Argentina fue menor que con la administración Macri, aun permaneciendo en default-considerado así, por la deuda pendiente con los holdouts.

La narrativa del gasto público extravagante que asfixia la actividad privada de Martínez de Hoz, se internalizó-durante los años noventa-como una certeza en la ciudadanía y debilitó las políticas de desarrollo económico. Es que, en aquel tiempo, los mismos tecnócratas que estaban a cargo o en la tribuna de socios del presidente Macri, insertaron una ficción en el ámbito político que fue decisiva en condicionar sus posiciones estratégicas, a través de la conciencia fabricando consensos.

En 2001 llegaron hasta el punto de manipular el Congreso para delegarle poderes extraordinarios a un ministro de economía (Domingo F. Cavallo). Ahora iban más lejos, lo hacían con parte del Poder Judicial, acoplando el FMI, colaborándoles con un simple auxiliar administrativo, eufemísticamente denominado ministro de Hacienda.

Esa capacidad de los tecnócratas para establecer temores, pretendiendo legitimar un ajuste brutal, de modo tal que luzca indiscutible y, la necesidad de establecer la austeridad excesiva del gasto social, fueron instrumentos decisivos en la arquitectura de los relatos que articuló la hegemonía ideológica y cultural. El peso adquirido por el FMI en la Argentina, siempre desnaturaliza y tergiversa los hechos políticos y económicos, e intensifica la crisis en la Argentina. Parecía lógico pensar que, por encima de la fantasía, la realidad debería haberse abierto paso, antes de recibir nuevos préstamos por más de 105.000 millones de dólares, pero eso no sucedió, hasta que la crisis cambiaria y financiera provocó el pánico.

Nuevamente enfrentábamos una crisis económica con el agravamiento fulminante de la recesión, que había de manifestarse más despiadadamente. Recuerde que la huida de capitales no se terminaba nunca, el riesgo-país no cedía-aun luego de las devaluaciones y cesión de control al FMI-, la crisis social era creciente, aumentaba el desempleo y la pobreza, se podía esperar un correlativo crecimiento de la protesta social y asomaba una potencial crisis política.

Como en aquel “Megacanje 2001” que se realizó a una tasa del 15% en dólares, los propulsores de la negociación eran los reconocidos técnicos del FMI (lo mencionó Lagarde), quienes aprecian la gentileza argentina de ofrecerse periódicamente como laboratorio de ensayos. De la misma manera, era el FMI asignándole a Macri las pautas que le embutió oportunamente a Cavallo, en aquel plan denominado “Regla de Déficit Cero”, que comprometía al país a una política de austeridad mística. En 2019, la consigna era déficit primario cero, para generar recursos que aseguraran el pago de los intereses de la deuda externa.

“Moral Hazard” (riesgo moral)

Esta vez sí, podrían pagar los plomeros norteamericanos, como expresó el ex secretario del Tesoro de George Busch (h), Paul O’Neill. Las consecuencias de que el sector privado le “prestara mal” a Macri, pudieron salvarse (bail out) endosándole parte de las deudas al FMI. Lo que único seguro, era que el FMI no podría cobrar, desde el mismo día que realizó el primer desembolso.

El FMI volvió también, para tener un cliente que pague intereses, y financie los sueldos y los clubes de golf de su burocracia, además de asegurarle a la banca privada, el rescate de su audaz exposición (moral hazard). Los privados asumieron riesgos extravagantes, sabiendo que las posibles consecuencias negativas no serían asumidas por ellos, sino por el FMI, a quien evidentemente le sobraban más de u$s 50.000 millones de dólares y no tenían a quien prestárselos.

Decimos “evidentemente”, porque para cualquier banco público o privado es imposible duplicar la capacidad prestable de la entidad en unos pocos días, y mucho menos asignársela a un solo cliente. En el sistema financiero argentino, el FMI visto como un banco, no hubiera podido hacer nunca lo que hizo. La normativa del BCRA lo hubiera impedido.

La historia se repite

Recapitulando, enero 2018, el Estado se quedó sin financiamiento de los mercados voluntarios como en octubre 2000 y luego recurrió al FMI-con distinto resultado-, así en 2001 fue destruyendo una creciente proporción de los fondos de jubilación, más tarde saqueando las arcas del Banco de la Nación Argentina.

La cesión del poder político a las finanzas internacionales ha tenido una incidencia decisiva en el devenir de las crisis sociales argentinas. Desde que Macri asciende al poder, pendía sobre el pueblo argentino, y se consumó en abril 2018. Las razones de las crisis sociales obedecen fundamentalmente al hecho de seguir las recomendaciones que establece el FMI. Podríamos agregar un epifenómeno donde se apoya la idea que los funcionarios argentinos, no hacen lo suficiente para preservar los intereses del pueblo, más bien sus decisiones han coincidido con el perjuicio que acarrean las imposiciones de la biósfera ideológica y política de estos pilares del entorno neoliberal.

El desplazamiento del poder hacia las finanzas-manejadas por representantes de corporaciones, bancos extranjeros y FMI, las diferentes formas y metodologías de violentar el mandato popular mediante presiones al país, a riesgo de caer en conflictos sociales, ha devenido en consecuencia de aplicar este tipo de políticas económicas.

MACRI encadenó a la próxima administración

Votar o no la reestructuración en el Congreso en 2022, era irrelevante, el daño ya estaba hecho y llevaba cuatro años de vigencia. En 2018, la oposición no hizo lo suficiente en el Congreso, cuando era pertinente, ni siquiera se lideró la intransigencia con movilización popular.

Después que el FMI desembolsa, el país es deudor, y los representantes de los 188 países que lo integran, nunca van a ayudar. Jamás se podría obtener apoyo para una sublevación con discursos emancipadores, en contra de lo establecido a nivel de los supra poderes que exceden al FMI. Se podrá debatir en los foros internacionales, pero hasta el momento no existe un solo caso de éxito para repudiar el pago y salir indemne. No el FMI, es el poder bajo el cual subyace el FMI.

Ser un país que no acata las recomendaciones del FMI, tiene una serie de implicancias que afectan todas las esferas de garantías de derechos, una vez el hecho ha sido consumado. En principio, el hecho de ser despojado del crédito internacional, del cual no puede abstenerse completamente ningún país políticamente establecido. Mínimamente se necesitan créditos para infraestructura del Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Corporación Andina de Fomento (CAF), etcétera.

El auténtico coraje no consiste en imaginar una alternativa, sino en aceptar el hecho que no existe ninguna alternativa clara. El sueño de una alternativa (repudiar la deuda) no es más que un fetiche que nos impide analizar debidamente el punto muerto en el que nos encontramos. El autentico coraje consiste, por lo tanto, en admitir que la luz que hay al final del túnel probablemente es el faro de otro tren que se acerca en la dirección contraria (iek).

(*) Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros. @PabloTigani

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